El domingo pasado fallecía en Indiana el economista estadounidense Steve Horwitz (1964-2021). No era un amigo cercano. Nunca llegué a conocerle en persona. Pero sí nos seguíamos y manteníamos contacto por redes sociales, y tuve la ocasión de charlar con él de cuestiones de economía y de la vida cotidiana.
Tenía la secreta esperanza de que se recuperara del cáncer y que coincidiéramos en algún evento de economía austriaca o de pensamiento libertario. Todos sus colegas y discípulos han dejado testimonios que confirman mi intuición: además de un gran economista era una gran persona, un hombre afable y dialogante, generoso en el debate e implacable en sus argumentos, amigo de sus amigos y amante de su esposa, Sarah y de su familia.
Como comentaba el economista Robert Higgs, la muerte de Steve Horwitz ha puesto de manifiesto la unión que existe "entre todos aquellos que compartimos el compromiso inquebrantable de Steve con la erudición honesta y los sentimientos humanos, aquellos que aspiramos a una sociedad libre, sin la brutalidad de algunas posturas radicales que han llevado a algunos libertarios por mal camino".
Higgs habla de los libertarios, pero sirve para cualquier debate, es una crispación en exceso de carácter universal. Tiene razón. Precisamente, Horwitz, junto con su esposa, Sarah Skwire, y otros autores como Mike Munger, Roderick Long o Jason Brennan, crearon, entre el año 2011 y el 2020, el blog Bleeding Heart Libertarians.
En él, defienden que se puede ser un libertario que defiende el libre mercado y el Gobierno limitado y, simultáneamente preocuparse por el tipo de cosas a las que la gente de izquierda se refiere como "justicia social": aliviar la pobreza, no discriminar por razón de raza o tendencia sexual, los derechos de los inmigrantes, los derechos LBGTQ, etc. . De ahí el lema del blog, "mercados libres y justicia social". Para algunos, un verdadero anatema.
Horwitz y otros autores defienden que se puede ser un libertario que defiende el libre mercado y el Gobierno limitado
En el año 2019, con ocasión de la recepción del premio Prometheus a la promoción de la Libertad Económica por el think tank griego KEFiM, Horwitz se congratulaba del increíble avance de nuestra civilización en la senda de la libertad y la concordia, que ha llevado a que la espada se convierta en arado y que la prosperidad y la paz sean la norma y no la excepción.
Sin embargo, señala la amenaza que el socialismo y el nacionalismo representan en este camino, y reflexiona, con humildad impropia de un académico: "¿Con qué frecuencia hablamos de los mercados no solo como fuente de prosperidad, sino también de prosperidad para los menos favorecidos? ¿Con qué frecuencia hablamos de los mercados como causa de la paz y la cooperación social y la interdependencia mutua? ¿Con qué frecuencia hablamos de cómo los mercados nos han humanizado y reducido nuestra propensión a la violencia y han convertido a los extraños en amigos o parientes honorarios?". Preguntas, todas ellas, que quedan para la reflexión de todos.
No obstante, Steve Horwitz era un gran académico, discípulo de uno de los representantes más notables de la Escuela Austriaca en los Estados Unidos, Don Lavoie.
Entre sus publicaciones, quisiera destacar las que dedica a desarrollar la micro fundamentación de la macroeconomía, los estudios sobre Hayek, los estudios de teoría monetaria desde una perspectiva de la Escuela Austriaca, y su análisis de la inflación.
Por ejemplo, en el año 2003 se replanteaba el coste de la inflación y, empleando las herramientas que proporciona, no solamente la economía de la Escuela Austriaca de Economía, sino también la Economía Institucional y las teorías de la Escuela de la Elección Pública, señala el coste no evidente que comporta la inflación, al empujar a los agentes económicos a desviar recursos que, m en lugar de dedicarlos a la satisfacción de sus necesidades, ahora van a destinar a tratar de prevenir, o a afrontar lo mejor posible la incertidumbre que la inflación conlleva.
Querría destacar también, su libro Hayek’s Modern Family: Classical Liberalism and the Evolution of Social Institutions (Palgrave, 2015) (La familia moderna de Hayek: el liberalismo clásico y la evolución de las instituciones sociales. En este importante trabajo, Horwitz parte de la base de que la familia es la célula madre de la sociedad. Es una institución social de vital importancia, en tanto que desempeña ciertas funciones irremplazables en la sociedad.
No obstante, estas funciones van cambiando a medida que cambian también las circunstancias económicas, políticas y sociales. De manera que la forma que toma la familia se acomoda a esas funciones que se han transformado. Las necesidades que la familia cubre evolucionan y, de manera espontánea y no planificada, la estructura y la forma de la familia, también lo hacen, inaugurando nuevas olas de evolución en la estructura misma de la sociedad.
Es decir, por explicarlo en términos hayekianos, la familia es una institución social evolutiva no diseñada. Para Horwitz, no cabe el estancamiento de quien defiende una familia con una estructura rígida que no es validada por la evolución natural de la sociedad. Tampoco le vale el diseño estatal de cómo deben ser las familias, o las relaciones en el seno de las mismas, y lo que cada cual enseña en su casa.
Finalmente, Steve Horwitz, en su artículo del 2017 sobre la desigualdad (Inequality: First Do Not Harm), en coautoría con Vincent Geloso, se pregunta si no deberíamos prestar atención, no tanto a las formas de desigualdad que resultan de la búsqueda de la satisfacción de las necesidades de las personas, sino a las formas de desigualdad que impiden que la gente satisfaga sus necesidades y preferencias.
Por ejemplo, fomentemos la diversidad institucional en educación, defendamos el libre mercado y la generación de capitales para asegurar el empleo era todos. En general, creemos incentivos y expectativas de prosperidad, y miremos a los más necesitados en este empeño.
El legado que Steve Horwitz deja en su obra es inmenso pero no iguala la ausencia de un hombre como él. Sirva este artículo como expresión de admiración y respeto, y de cariño hacia Sarah, magnífica mujer, y su familia.