El papel de las relaciones sociales en la era del trabajo híbrido
El 41% de los empleados renunciaría a la promoción a cambio de más flexibilidad, pero la interacción sigue siendo importante.
Hace poco, cuando volví a la oficina después de 18 meses, me di cuenta de algo: sonreí más en los primeros 30 minutos que en la mayoría de las mañanas del año y medio anterior.
No sonreía porque estuviera desmesuradamente feliz de ver mi escritorio, mi gran pantalla o mi silla de oficina ergonómica. Tampoco sonreía porque, para variar, tuve que preparar mi almuerzo para comer en la oficina. Sonreía por la gente, porque, una vez más, se me daba la bienvenida a una cultura empresarial que había apreciado hasta que el mundo cambió y todos nos encerramos en nuestras burbujas.
Si pudiéramos embotellar este sentimiento de pertenencia, esa sensación de seguridad psicológica, podríamos resolver los problemas culturales de una empresa de la noche a la mañana. Pero la realidad es otra, y al menos hasta ahora, ha exigido que construyamos la cultura de una compañía durante años.
Hasta la fecha, esto ha sido gracias a estrategias y actividades, tecnologías y políticas, reuniones y talleres, junto con innumerables microinteracciones informales las cuales no habían sido reconocidas como importantes hasta ahora. Sin embargo, a medida que los empleados vuelven a la oficina y nos adentramos en el nuevo mundo del trabajo híbrido, empezamos a darnos cuenta de que estos métodos tradicionales que tienen como objetivo potenciar la cultura de la empresa, ya no son suficientes.
Con equipos de trabajo más distribuidos que nunca, lo que ocurre en la oficina en un día determinado, probablemente no represente el ADN completo de la organización, sino una parte de la cultura empresarial. Y, aunque con razón, alabamos las innovaciones tecnológicas que han mantenido en movimiento los engranajes de las empresas multinacionales, el gran problema es que las culturas corporativas han perdido algo vital en este periodo de distanciamiento social.
Esa carencia (o "esa razón para sonreír") representa el valor inherente, a veces inexplicable, que se encuentra en las culturas más felices y saludables. Para recuperarla, es posible que tengamos que recurrir a nuestras emociones. Y es que, por mucho que hayamos aprendido de estos más de 18 meses, lo cierto es que nos encontramos en un territorio inexplorado en lo que respecta al trabajo híbrido.
Tal vez lo más preocupante sea que no nos ponemos de acuerdo sobre cómo debería funcionar. Una investigación reciente de Kahoot!, realizada entre 1.600 profesionales de Recursos Humanos (RRHH) y empleados, muestra que las percepciones de los trabajadores remotos pueden ser uno de los retos más críticos para la cultura de la compañía. En concreto, el 83% de los líderes de RRHH respondieron que la comunicación cara a cara es importante para tener éxito en su empresa.
Sin embargo, esta percepción parece no tener un efecto directo en la pasión de los trabajadores más defensores de un modelo de trabajo flexible que combine la presencialidad con el teletrabajo. Mientras que queremos que continúen las tendencias de aprendizaje, desarrollo y curiosidad que florecieron durante los periodos de confinamiento, los resultados de este informe mostraron que muchos encuestados están dispuestos a sacrificar beneficios relevantes para asegurar la flexibilidad laboral.
Por ejemplo, el 42% trabajaría regularmente horas extras sin que sean pagadas, y el 41% renunciaría a las oportunidades de promoción. También se presentan diferencias entre generaciones. En concreto, los millennials, comprendidos entre los 25 y 40 años, son hasta cuatro veces más propensos a sacrificar estos beneficios que los baby-boomers, personas de entre 55 y 75 años.
Muchos encuestados están dispuestos a sacrificar beneficios relevantes para asegurar la flexibilidad laboral
En empresas con una falta crónica de interacción en la oficina, podríamos ver un descenso de la empatía entre compañeros, ya que se pierden las oportunidades de construir relaciones emocionales e interpersonales que han prosperado, durante décadas, en torno a las máquinas de café y las mesas de los comedores.
Todo está lejos de estar perdido, por supuesto, y hay algunas buenas noticias para los protectores y constructores de la cultura de las organizaciones: la gran mayoría de los empleados reclaman más conexión entre los compañeros. Los resultados de este informe muestran que el 91% de los trabajadores quieren sentirse más conectados con sus compañeros de equipo.
Sin embargo, el tipo de experiencias que les proporcionan las empresas podría desempeñar un papel clave en la construcción de culturas empresariales exitosas en la era del trabajo híbrido. Esta necesidad empujará a la tecnología colaborativa desde su status quo actual hacia nuevos escenarios que irán más allá de conectar a los empleados a través de chats, grupos y salas de reuniones virtuales.
Para ello, los directivos tendrán que adoptar un modelo de trabajo flexible, utilizando al unísono diferentes tipos de tecnología que incluyan a todos los empleados, independientemente de su ubicación. Esto requerirá una tecnología colaborativa 2.0 que consiga involucrar, formar y desarrollar a los empleados, pero que también genere esas conexiones emocionales tan esenciales para nuestras relaciones interpersonales en el trabajo.
Estas experiencias son un buen presagio para el futuro de la cultura empresarial, porque si queremos que el modelo de trabajo híbrido sea un éxito y, al hacerlo, evitar un posible conflicto entre culturas corporativas, tendremos que hacerlo con un tipo de tecnología de colaboración totalmente innovador y a la vanguardia. Y lo que es más importante, con una sonrisa.
*** James Micklethwait, vicepresidente de Kahoot! at Work en la plataforma global de aprendizaje.