El otro día mi admirado colega el economista Juan José Toribio me mostró que, según Goldman Sachs, en 2080 las mayores economías del mundo serán China, la India y EEUU, con PIB parecidos (sobre los 50/55 billones de dólares. Mientras que el PIB del Área Euro estará aproximadamente a la mitad (25/30 Billones de dólares).

Claro está que si en vez de ver total del PIB se analiza esa cifra per cápita la situación es distinta. Estados Unidos sería la primera potencia en PIB per cápita. Es decir, los norteamericanos serían los más ricos del mundo y los europeos tampoco quedarán mal parados. Ambas áreas económicas tendrán sobre 400 millones de personas, mientras la población de China y la India triplicarán o más esta cifra. No hace falta dividir para sacar conclusiones.

Es decir,  la pregunta es: ¿en dónde prefiere ser ciudadano de un país con poquísimo PIB como Singapur o de la India que tendrá un PIB enorme?

Por tanto, es posible que Europa sea la cuarta potencia europea, pero eso no quiere decir que los europeos por término medio vivan peor que los de chinos o los indios y, por supuesto, peor que los africanos. Eso a pesar que, también según Goldman Sachs, Nigeria o Indonesia subirán su PIB de manera importante. Entre otras cosas porque crecerá su población y será más joven que la europea.

Además, en Europa el número de mayores de 65 años crecerá exponencialmente. La combinación de estos dos factores, un mayor nivel de vida por más alto PIB per cápita y el envejecimiento de la población traerá consigo varias consecuencias.

  • Los gastos en pensiones (públicas y privadas) se multiplicarán. Los expertos dicen que económicamente no es sostenible. Pero políticamente en democracia ningún gobierno puede permitirse olvidarse de los pensionistas, salvo que quiera perder las elecciones.
  • Los gastos sanitarios se dispararán y los servicios de salud serán más demandados, la atención a los mayores será uno de los trabajos a cubrir.
  • La migración se disparará y Europa seguirá siendo “el dorado” para los jóvenes de países como los africanos que, en alguna medida, sustituirán a los maduros europeos en transición hacia la vejez.

Por tanto, lo importante no es si los europeos descendemos o no en el ranking mundial de las potencias económicas respecto al volumen del PIB, sino cómo nos preparamos para resolver los problemas con los que nos enfrentaremos.

Por ejemplo, como incentivar la natalidad de los europeos a la vez que somos capaces de integrar a los migrantes sin crear tensiones culturales. Francia es un caso curioso. Es capaz de aumentar su natalidad, por sus políticas familiares, mientras se muestra incapaz de integrar masa de migrantes. El chiste que se cuenta sobre ese problema es que a la pregunta: ¿cuál es el segundo idioma que se habla en Marsella? La respuesta es: el francés.

España aún no se nota tanto el problema, porque la inmigración iberoamericana tiene algunos factores, hasta la fecha, que han mitigado el problema de la integración. Hablan como lengua materna el castellano, allí llamado español. Tienen un sustrato cultural latino y un fondo católico en general. Sin embargo, el surgimiento de bandas latinas en zonas de Madrid o Barcelona anuncian que o se tiene cuidado o ese fenómeno puede derivar en un problema de orden público. Algo complicado para un país que vive del turismo, en el que la seguridad ciudadana es vital.

Francia es un caso curioso. Es capaz de aumentar su natalidad, por sus políticas familiares, mientras se muestra incapaz de integrar masa de migrantes

¿Toda España? NO. En Cataluña la Generalitat ha tenido una política intencionada de favorecer la migración musulmana para que pasen directamente al catalán, sin tener que pasar por el castellano. Ahora empiezan a tener guetos y problemas (no porque sean musulmanes, sino porque no se asimilan). No es casualidad que Junts pida las competencias en migración. Una petición derivada de un cierto crecimiento del sentimiento de xenofobia en determinadas zonas catalanas. Algo también muy peligroso.

O sea que lo importante no es si el PIB es mayor o menor, sino si los europeos sabremos responder a los problemas que su crecimiento per cápita, junto con los problemas demográficos, nos van a plantear.

 ** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.