Esta semana se han llenado los medios de comunicación de titulares por: los rumores de supuestas y aún no probadas corrupciones en varios entornos; el borrado del constitucional de las sentencias por corrupción del surpsoe; la cortina de humo de la “de-regeneración democrática”; hasta el deporte español y sus triunfos (¡ya veremos en las olimpiadas donde Francia, Alemania, Inglaterra e Italia esperan darnos leña en revancha!); e, incluso, la ola de calor y las noches “tórridas” de origen africano.

Por eso ha pasado casi desapercibido una de las claves de la legislatura. El inicio oficial de la confección de los presupuestos del estado de 2025.

Para 2024 se prorrogaron los presupuestos de 2023. Sánchez no vio las condiciones políticas que le asegurasen sacar adelante las cuentas que son la clave de la acción de un gobierno. Por eso, de un plomazo, decidió saltarse uno de los trámites básicos de la política en la liturgia de la democracia parlamentaria.

Lo curioso es que esa decisión, que hubiera sido un escándalo en cualquier democracia, casi no tuvo contestación. Es una prueba de lo cerca que el Gobierno de Sánchez está de debilitar las instituciones en España.

El otro día el jefe de la oposición, Sr. Feijóo, reconoció en público que se sentía avergonzado de pertenecer a la clase política actual. No me extraña nada. Es una clase política que sólo discute de reparto de poderes y, en consecuencia de reparto del dinero público.

Es una clase política que sólo discute de reparto de poderes y, en consecuencia de reparto del dinero público

 

Un ejemplo: la financiación singular de Cataluña. No hay que engañarse. Lo que quieren los políticos independentistas es “tocar a más” ¿para mejorar la situación de la población de su autonomía? No, si así fuera no gastarían en tonterías como una TV3 partidista y partidaria, que excluye parte de la población catalana; tampoco “invertirían” en “embajadas” de dudosa eficacia económica; ni en financiar asociaciones y chiringuitos ideologizados. Ya se sabe que el “negocio” no es la independencia, sino el independentismo. 

Sánchez aplazó la subasta a 2025, porque en 2024 no vio claro como repartir el botín presupuestario para que todos sus aliados le siguieran apoyando.

Una subasta de un techo de gasto de casi 200.000 millones de euros. La ministra de Hacienda, Sra Montero, ha hecho como las empresas cuando marcan un precio y en lugar de 20 euros (me paso recientemente) la etiqueta dice: 19,95 euros. Montero en lugar de 200.000 millones de euros que resultaría más escandaloso ha puesto: 199.171 millones de euros como cifra de techo de gasto público para 2025 ¡La mayor cifra nunca gastada por el Estado español!

Es lo que tiene que repartir Sánchez entre los ministerios y las administraciones territoriales. Su botín.

Tal es su concepción de reparto, que ha hecho una proposición “vergonzosa”. 

El ministro de Economía, Carlos Cuerpo; la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, y la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero.

El ministro de Economía, Carlos Cuerpo; la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, y la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero. Efe

Cuando escribo este artículo, Sánchez, desde la tribuna del Congreso, anuncia un “reparto” (inversión le llamó) de 100 millones de euros a los medios para “la mejora de la gestión de datos”. 

Ese anuncio dentro de los Presupuestos del Estado habría pasado desapercibido ¿Por qué ha querido remarcarlo? 

Es el Consejo de Ministros donde reside el reparto de los fondos, incluidos los Next Generations. 

Al presidente ese anuncio, enmarcado dentro de su “programa de de-regeneración democrática” en la campaña contra lo que define el ejecutivo como “bulos”,  sonaba a “aviso a navegantes”. 

O sea: o me tratan como yo quiero o … se van a enterar … ¿recibirán las ayudas? Tanto se le entendió ese mensaje al presidente, que también el Sr. Feijóo se lo dijo a bocajarro ese mismo día desde la misma tribuna.

Una subasta de un techo de gasto de casi 200.000 millones de euros

Así que, según el psicoanálisis freudiano, el anuncio del reparto de 100 millones de euros a los medios de comunicación es un “acto fallido”. Es decir: que expresa de forma disimulada e involuntaria los verdaderos deseos del que los expresa. Sánchez piensa: son míos y los reparto a quien me apoya.

Pero esos gastos antes hay que recaudarlos tarde o temprano. Es dinero del contribuyente actual o futuro (si se financia con deuda).

De manera que el concepto de Administración Pública de este gobierno, en una buena parte, es: usted pague, que yo repartiré a quien me apoya a seguir en el poder. Es un concepto de “botín”.

** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.