La comunidad docente: el mayor activo de influencia para las universidades
En el vasto universo de las instituciones de educación superior, que incluye más de 80 universidades en España, uno de los factores más determinantes para su éxito y relevancia es, sin lugar a dudas, su comunidad docente. Los profesores, investigadores y académicos no solo transmiten conocimiento; ellos son el pilar fundamental sobre el que se construye la reputación y la calidad de una universidad.
Atraer el mejor talento docente y fidelizar a esos profesores se perfila como la estrategia esencial para cualquier universidad que aspire a prosperar y consolidarse en el futuro. Un futuro cada vez más exigente donde solo aquellos que se diferencien a través de su capital humano sobrevivirán.
La importancia del profesorado va más allá de su rol tradicional en el aula. Estos profesionales son los encargados de formar a las futuras generaciones, inspirar vocaciones, y fomentar el pensamiento crítico y la innovación. En un mundo altamente competitivo, contar con un cuerpo docente de excelencia se traduce en una ventaja y elemento diferenciador para los potenciales alumnos. Los profesores de alto nivel atraen y hacen brillar a los estudiantes talentosos, generan investigaciones punteras y establecen colaboraciones internacionales que amplían el alcance y el prestigio de la institución.
Contar con este dream team académico no es una tarea sencilla. Requiere una visión estratégica y una inversión considerable en términos de recursos financieros, tecnológicos y humanos. Las universidades deben crear un entorno que sea atractivo para los académicos de renombre. Esto pasa por ofrecer salarios competitivos, oportunidades de desarrollo profesional, acceso a recursos para la investigación y un ambiente académico estimulante.
La inversión en tecnología no es un tema trivial; la inteligencia artificial (IA) y los nuevos modelos de lenguaje, que a primera vista pueden parecer amenazas para la figura del profesor, en realidad pueden potenciar su perfil. Los docentes tendrán acceso a herramientas que automatizan procesos burocráticos y rutinarios, así como a información e investigaciones de cualquier parte del mundo en tiempo real.
Las universidades deben crear un entorno que sea atractivo para los académicos de renombre
Esto no solo les permitirá ahorrar tiempo, sino también invertirlo en aquello que verdaderamente distingue su rol en la institución educativa: fomentar el pensamiento crítico, la creatividad y fortalecer la relación con los alumnos. Como señala David Edwards, Secretario General de la Internacional de la Educación, “la experiencia de la educación es algo más que la mera transmisión de contenidos. Es relacional, no transaccional”.
La reputación de la organización y la cultura institucional juegan un papel fundamental. Los profesores buscan universidades de prestigio (grandes marcas empleadoras) que valoren su trabajo, que promuevan la libertad académica y que fomenten una comunidad inclusiva y colaborativa. Las instituciones que logran crear un sentido de pertenencia (fans que se tatuarían el logo de su alma mater) y propósito entre su cuerpo docente son aquellas que, a largo plazo, se benefician de una mayor lealtad y compromiso por parte de sus profesores.
Esta inversión en el talento no solo tiene beneficios inmediatos, sino que también impacta positivamente en el largo plazo. Las universidades con un cuerpo docente fuerte y comprometido son más capaces de adaptarse a los cambios y desafíos del entorno educativo global. Además, estarán posicionadas para atraer financiación externa. En 2024, los fondos de inversión redoblaron su apuesta por el sector con operaciones valoradas en 6.000 millones de euros en España.
Como en cualquier sector, la rotación frecuente de profesores no solo afecta la estabilidad académica, sino que también puede dañar la reputación de la universidad. Para fidelizar a los mejores, las universidades deben implementar proyectos que promuevan su satisfacción y crecimiento continuo.
Atraer y fidelizar a los mejores profesores es una estrategia que determinará el futuro de estas instituciones. Aquellas universidades que reconozcan y actúen sobre esta premisa estarán mejor equipadas para prosperar y consolidarse en un panorama educativo en constante evolución.
La excelencia académica comienza con los docentes. Invertir en ellos se traduce, en definitiva, en una triple inversión: inversión en el futuro de los alumnos, inversión en el futuro de las empresas y, por encima de todo, inversión en el futuro de la propia universidad como palanca estratégica de país.
*** Anne Corcuera es directora de cultura y persona en LLYC.