El juez de Instrucción número 35 de Madrid ha acordado el archivo de la investigación sobre la explosión el pasado 20 de enero en un edificio parroquial situado en el número 98 de la calle Toledo de la capital.
Así consta en un auto, en el que el instructor de las diligencias acuerda el sobreseimiento libre al concluir que la "etiología de la explosión fue accidental, sin que haya podido establecerse otra causalidad distinta, habiendo sido provocada la explosión por un escape de gas natural, que se desarrolló de forma lenta, continua y prolongada en el tiempo".
La explosión destrozó un edificio propiedad del Arzobispado de Madrid, falleciendo cuatro personas; un sacerdote, un feligrés que acudía a ayudar, y dos viandantes.
La resolución señala que el escape de gas "motivó que las referencias de olor a gas fueron discontinuas, no llegando a generar alarma entre los residentes en el edificio hasta momentos antes de la explosión".
Según consta en el informe, el escape se situó entre la primera caldera del edificio y la acometida de suministro, "no habiendo influido en la causa de la explosión las posibles irregularidades administrativas o de la instalación".
La causa
El informe también descarta que "la posible manipulación que hubiera realizado David S. y Rubén P. coadyuvara a la causa de la explosión; constatándose la existencia de roturas de agua que socavaron el subsuelo del edificio en alguna medida, lo que influyó directa o indirectamente sobre la conducción y la acometida de gas natural".
El informe de la Brigada provincial de Policía Científica concluye que el accidente "se debió a la desconexión del tubo de suministro de gas natural de la llave de acometida, debido a un movimiento de terreno en el lugar, que habría afectado a la misma".
"Producido el escape de gas natural, compuesto en su mayor parte de pro-metano, procedente de las conexiones de la válvula de acometida, instalada a unos 50-60 centímetros bajo la superficie de la vía pública y desde donde se habría infiltrado al interior del inmueble, bastó para producir la deflagración de una mezcla de aire-gas, generar una chispa eléctrica como las que se producen en el acto de accionar un interruptor de luz, al ponerse en funcionamiento un electrodoméstico o ante la presencia de una llama abierta", recoge el informe.