Madrid, este lunes, en su particular bautismo hacia la nueva normalidad, ha inaugurado la fase 1 con cerveza fría, terrazas llenas y, por qué no decirlo, cierta esperanza. Pero no, desde luego, en todos sus distritos. Usera, barrio chino por excelencia de la capital, no termina de despertar. “Aquí, seguimos en fase 0”, espeta pilar, una vecina española, al ser preguntada por posibles terrazas donde sentarse a comer. Y así es. Los restaurantes asiáticos no dan el paso. “Hay algunos que tienen delivery o take away, pero, en general, siguen con “la persiana” bajada. Fueron los primeros en cerrar y, casualmente, todo indica a que serán los últimos en abrir.
— ¿Sabe usted podemos encontrar algún restaurante chino abierto? –preguntamos, sin saber muy bien dónde encontrar uno abierto.
— En el Paseo de las Delicias seguro que encontráis alguno –nos indica nuestra interlocutora.
Pero no acierta. Ni en el Paseo de las Delicias; ni en la tradicional Croquetería china, en Santa María de la Cabeza; ni en todo Jaime el Conquistador, donde apenas hay dos bares abiertos –de los 10 que hay en plena calle: La Peseta y el Norteño, ambos españoles. Y sí, ambos repletos. “No tenemos miedo. ¿Qué nos puede pasar por tomarnos una caña aquí, lejos del resto? Además, nos conocemos”, cuentan dos clientes, que, sin querer ser fotografiados, apuran su cerveza sin mascarilla.
“¿Y restaurantes chinos, habrá alguno abierto?”. Esa es la gran pregunta. En Google nos indican dos, el primero, en pleno Carabanchel: Restaurante World. Y, en efecto, así es. En la Plaza de San Vicente de Paúl, tiene la terraza prácticamente llena. Allí, Chen, de un lado para otro, sirve cervezas frías a unos y otros.
— ¿Cuándo han abierto? –le preguntamos a la propietaria.
— Hoy —espeta, lacónica.
Chen, desde luego, está dispuesta a servir toda la cerveza que sea necesario, pero no tiene demasiada voluntad de hablar. No quiere salir en fotos ni que la graben. Pero, finalmente, cuenta su cuarentena. Ella cerró el restaurante el 13 de marzo, sin que estuviera todavía vigente el estado de alarma y ha abierto este 25 de mayo, aprovechando la entrada de Madrid en fase 1. Eso sí, sólo ha abierto la terraza, no deja ni pasar al baño. Por el camino, muchas facturas y pocos ingresos. “Hemos perdido 5.000 euros. Hemos pagado todo: mucha factura, gas, agua, luz… Pero poco ingreso”, lamenta.
— ¿Y por qué ha decidido abrir? —preguntamos.
Chen arquea las cejas, sugiere un motivo económico y continúa. Tiene muchas mesas que servir y, sobre todo, que limpiar para que otros clientes se puedan sentar. Equipada con guantes y mascarilla, frota las mesas y las sillas con gel hidroalcohólico, y también el datáfono… No se salta ninguna norma. Es obediente, eso no se le puede negar.
— ¿Permite pagar en efectivo? —preguntamos.
— Sí —contesta.
Eso es lo único que no cumple. Pero poco importa. La terraza, el primer día de la fase 1, la tiene llena. En la mesa más numerosa, siete jóvenes han aprovechado para juntarse después de mucho tiempo. Sin ningún tipo de miedo, ni a salir ni a pisar un restaurante chino. Beben sin mascarilla y se ven las caras. “No estamos preocupados”, espetan, mientras se dejan fotografiar.
No son los únicos. Al lado, un señor, bajo una sombrilla, huyendo como buenamente puede del sol, lee el periódico. Y, a su lado, otras dos amigas, por fin, se ven las caras –y las sonrisas, tapadas por las mascarillas en los paseos vespertinos– con un refresco de por medio. Fátima y Sara son conscientes del peligro, pero eso no ha evitado que se junten. “Tenemos respeto, pero, bueno, si cumplimos las normas de seguridad. De hecho, no sabíamos ni que nos habíamos sentado en un restaurante chino –aunque se pueda pedir tortilla de patatas o croquetas. Lo hemos hecho y ya está. No tenemos miedo”, cuentan a EL ESPAÑOL.
Son as 14:30 y las mesas se van, poco a poco, quedando vacías, también en el turco contiguo al Restaurante China World y en el Jacinto. Hace calor en Madrid y se nota. Apetece cerveza, pero también taparse del sol. No obstante, todavía intentamos visitar otro chino: Asiático Real, en la Avenida de los Poblados (Vallecas). Hasta allí nos acercamos, pero, de nuevo, nos topamos con la misma realidad: ni hay mesas ni está abierto.
Aguantar en fase 0
Los chinos, desde luego, van a aguardar en fase 0, de eso no hay dudas. No se fían del virus. Fueron los primeros en enterarse de su existencia y van a ser los últimos en abandonar la desescalada. Pero no son, desde luego, los únicos: muchos bares han decido no abrir este lunes por el miedo a no ser rentables.
Hostelería Madrid calcula que nueve de cada 10 bares no abrirán por las restricciones de apertura de las terrazas, que sólo pueden operar al 50% de su capacidad. De hecho, tan solo el 25% de los restaurantes madrileños cuenta con terraza y los que tienen tan solo disponen de seis u ocho veladores, por lo que no les salen las cuentas.
Eso sí, los que han abierto saben que van a tener sus terrazas –aunque sea al 50%– totalmente llenas. Los propios hosteleros, de hecho, calculan que los madrileños van a tener dificultades para sentarse en una de ellas. Siempre, desde luego, en uno de los pocos bares patrios que abren. El resto, según la organización, no abrirán hasta fase 3. Igual, entonces, los chinos deciden subir la persiana.