Pablo Ucero, taxista madrileño.

Pablo Ucero, taxista madrileño. Sara Fernández

Sociedad

Pablo, el héroe madrileño en taxi: fue al chapapote del Prestige y ayudó a Ucrania en la guerra

Movido por su "afán humanitario", este trabajador de Aluche viajó en 2022 a Polonia junto a otros 65 taxistas para ayudar a refugiados y huidos de Putin. 

23 marzo, 2023 02:43

A Pablo Ucero, un madrileño que creció en Aluche, te lo puedes encontrar casi cualquier día de la semana en el Aeropuerto de Barajas o en la estación de Atocha. Ahí empiezan y terminan muchas de sus carreras como taxista. Le puedes reconocer por sus gafas, su pelo canoso, el bigote o la perilla. Y si le tiras de la lengua, te contará dos grandes historias ligadas a dos grandes dramas: el chapapote del 'Prestige' en Galicia y la guerra de Ucrania provocada por Vladímir Putin

El taxista atiende a Madrid Total por teléfono. Es domingo y su última hazaña, su viaje a Polonia para traer refugiados ucranianos a España, se acaba de presentar en forma de corto-documental en una sala madrileña.

El documental, dirigido por César Alonso, se llama 'Help Ukraine'. Y en él, Pablo es uno más de los 66 taxistas madrileños que el 11 de marzo de 2022 emprendieron un viaje de casi 3.000 kilómetros hasta Varsovia para recoger a huidos de la guerra. 

Caravana de taxis madrileños de camino a Varsovia.

Caravana de taxis madrileños de camino a Varsovia. José Miguel Funez

Como muchas carreras en taxi de Pablo, este viaje humanitario empezó también en el Aeropuerto de Barajas. Fue el viernes, 4 de marzo del año pasado. En una de las paradas de la T-4 para recoger pasajeros, Pablo se encontró a José Miguel Funez, compañero, amigo e ideólogo del viaje. "Me dijo... 'Vete para allá, que nos vamos a Ucrania'", recuerda el taxista de Aluche. Pablo coincidió ese mismo día con otro colega de carreras, Álvaro Rodríguez. Hablaron y decidieron sumarse juntos a la iniciativa. 

Al principio, Funez le propuso el plan a sus compañeros más allegados, como Pablo y Álvaro, pero la iniciativa se fue de madre. Pusieron un comentario en redes sociales. Aparecieron más taxistas interesados y empresas dispuestas a colaborar en el viaje con dinero y material humanitario. Funez puso el viaje sobre la mesa de la Federación Profesional del Taxi de Madrid, de la que es miembro. La ayuda económica también llegó por bizum y transferencias. 

6.000 kilómetros de ida y vuelta

El viernes 11 de marzo de 2022, 33 taxis salieron de las carreteras de Madrid rumbo a una de las fronteras con Ucrania. En cada vehículo viajaban dos taxistas cargados hasta arriba de mantas, pañales, comida no perecedera, ropa de abrigo... El vehículo número 8 era el de Álvaro, que conducía, y el de Pablo, que en esta ocasión iba en el asiento del copiloto. Durante el trayecto de ida, hubo un cambio en la ruta y se decidió que el destino final fuera Varsovia, evitando acercarse a la frontera con Ucrania. Los taxistas llegaron el domingo a la capital polaca y descargaron el material en un centro comercial. 

A la mañana siguiente, los conductores fueron al centro de acogida donde les esperaban las mujeres y los niños ucranianos que huían de la guerra. El centro era una especie de Ifema, recuerda Pablo, pero con cientos de personas "apiñadas, tumbadas en cartones y colchonetas, desesperadas y con mucha tristeza".

Los taxistas Álvaro (izquierda) y Pablo (derecha), el día de partida a Polonia.

Los taxistas Álvaro (izquierda) y Pablo (derecha), el día de partida a Polonia. Pablo Ucero

En el Toyota Prius de Álvaro y Pablo se subieron tres mujeres de la misma familia: la abuela, la hija y la nieta. Procedían del centro de Ucrania. "Nos las encontramos bien, cansadas. Se pasaron medio viaje [de vuelta a España] durmiendo. Estaban hambrientas y sedientas", explica Pablo. 

Gracias al "inglés de Carabanchel" de Pablo y Álvaro, al traductor de Google y a que la menor de las tres mujeres hablaba un inglés perfecto, pudieron entenderse. Pablo vive soltero en una casa de Navalcarnero. Ahí durmieron las tres refugiadas hasta que encontraron otra vivienda en Collado Villalba. Durante varios meses, el taxista mantuvo una relación "muy especial" con la familia ucraniana. "Las últimas noticias que tengo sobre ellas es que están en el Centro de refugiados de Pozuelo", dice. 

"A pecho descubierto"

De esta última experiencia, Pablo Ucero se queda con una "sensación muy reconfortante": "Siento que le dimos la oportunidad a 136 personas de empezar una vida nueva, personas que lo habían perdido todo. Y les dimos la oportunidad de empezar de cero y lejos de la guerra". 

Cuenta Pablo que, justo antes de convertirse en taxista, también viajó a finales del 2000 a Malpica de Bergantiños, en la Costa da Morte, para quitar el chapapote que llegaba del mar tras el desastre del Prestige. En aquella ocasión, acudió solo, "a pecho descubierto", y se pasó más de un mes como voluntario, asegura. 

—¿Qué te mueve?

—Un afán humanitario, de servicio público... Siempre he pensado que las cosas no hay que pensarlas, sino hacerlas. 

Ahora, Pablo sigue con su rutina habitual: subido al taxi casi todos los días de las semanas, esperando a nuevos clientes en Barajas o en Atocha. Con jornadas más y menos lucrativas. Eso sí, si tiene la oportunidad, volvería sin dudar a Polonia para ayudar a los ucranianos que huyen de la guerra, "al igual que mis compañeros de viaje". 

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