Mª José y Mamen, las dos malagueñas en La Palma.

Mª José y Mamen, las dos malagueñas en La Palma. Efe y cedidas

Málaga

Mª José y Mamen, malagueñas en La Palma: "El ruido impacta, es constante, como cuando pasa un avión"

La primera vive en Breña Alta y la segunda en Fuencaliente de la Palma, por lo que sus viviendas, en principio, no están en peligro. Sin embargo, están viviendo consecuencias de la erupción como la lluvia de ceniza o la evacuación de sus amigos.

21 septiembre, 2021 07:25

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“¡Ya explotó!”, rezaba el mensaje que Mamen Parejo, una tapiense afincada en la isla de La Palma, recibía el pasado domingo por el grupo de Whatsapp del colegio. No podía creerlo, tan solo habían pasado ocho días desde el inicio de los temblores y el volcán Cumbre Vieja entraba en acción. Se encontraba en casa con sus pequeñas y una amiga de estas y, con los nervios, no atinaba ni para encender la televisión al enterarse.

Vive desde 2008 en Fuencaliente de la Palma, al sur de la isla y cerca de El Paso, donde se encuentra el volcán, tras haberse casado con un palmero al que conoció en su pueblo, Villanueva de Tapia, cuatro años antes. Cuando conoció que el volcán podía erupcionar, la emoción la inundó por la curiosidad que le producen desde siempre estos fenómenos.

Los movimientos sísmicos de los últimos 14 días en La Palma.

Los movimientos sísmicos de los últimos 14 días en La Palma. IGN

“Vamos a vivir algo histórico”, decía mientras consultaba los movimientos sísmicos a través de la web del IGN. Sin embargo, ese contento se le borró por completo cuando sus amigas, que no contaron con tanta suerte como ella, comenzaron a ser evacuadas.

Parte de la ceniza que Mamen percibió cerca de casa.

Parte de la ceniza que Mamen percibió cerca de casa. Cedida

“Me sentí muy mal, porque en un principio incluso me había alegrado de vivir la experiencia. Todo se me partió cuando una amiga me mandó un mensaje que decía Se la llevó, Mamen, la lava se llevó mi casa”. Fue ahí cuando fui consciente de que no somos nada y que la naturaleza manda”, detalla.

Desde su casa en el sur, el día que comenzó la erupción, el pasado domingo, veía una enorme columna de humo desde la ventana, pero lo más llamativo llegaba en el día de ayer con una lluvia de ceniza que dejaba todos los poyetes y suelos teñidos de color negro.

Otra malagueña

Al otro lado de la espina dorsal imaginaria que nos deja el relieve palmero, concretamente en Breña Alta, también encontramos a otra malagueña, originaria de Álora, María José Molero.

Desde su casa también ven la enorme columna de humo que está dejando la erupción del Cumbre Vieja y perciben el gran estruendo que produce el fenómeno. "Es como si continuamente pasara un avión del ejército". La misma sensación tiene Mamen desde el sur, que define el ruido  del volcán como "unos constantes truenos que de vez en cuando tienen picos más altos".

María José y Zebensui, su marido, tienen un apartamento alquilado en la zona de El Remo. Su inquilina ha sido evacuada y no temen por sufrir daños materiales porque parece que si la lava no cambia su curso no afectará a esta zona. Respecto a los temblores de los últimos días, en casa no los han percibido con frecuencia, pero también reconoce que con el tiempo, en una isla volcánica, se han ido acostumbrando a ellos llegando a convertirse en "expertos".

La familia de María José: Su hijo Ramón Andrés y su marido Zebensui.

La familia de María José: Su hijo Ramón Andrés y su marido Zebensui. Cedida

"Esta misma semana le dije a mi compañera cuando percibí uno potente que era de al menos 4 grados. Finalmente, fue de 3,8 grados en la escala de Richter, si mal no recuerdo", dice. Tras aquel temblor, tuvieron unas horas tranquilas hasta que el volcán estallara al mediodía del pasado domingo. "Como decimos aquí fue la mejoría de la muerte. Nos dio calma para al final acabar explotando", confiesa.

En cuanto se enteró, su marido se trasladó a la zona para ayudar con su camioneta a todo el que necesitara mudarse rápidamente, especialmente a sus tíos, que estaban en la zona. Pese a ello, no fue especialmente necesario porque los que más peligro corrían ya fueron evacuados con antelación.

No era la primera vez

En el caso de María José Molero, ella ya vivió una situación parecida justo hace una década, cuando se trasladó a la isla del Hierro para trabajar en un colegio como profesora. Corría el año 2011 y la isla más occidental del archipiélago también erupcionaba. De hecho, se creía que esta erupción podría incluso desembocar en el nacimiento de una nueva isla, pero no llegó a darse el caso.

"Aquello lo viví sola en un nuevo lugar, sin familia cercana, siempre hablando con ellos al otro lado del teléfono. Tenía 11 niños a mi cargo en clase y era algo muy complicado", relata la aloreña.

La columna de humo que percibe María José desde casa.

La columna de humo que percibe María José desde casa. Cedida

Así, reconoce que estos días no tiene tanto miedo, especialmente por la lejanía del volcán, y porque "todo se ha organizado muy bien y con antelación", en referencia a la evacuación previa a la erupción de los animales y personas vulnerables. Aunque honestamente confiesa que habría que preguntarle a las personas más afectadas para conocer "la satisfacción que tienen con la labor de las autoridades".

Pese a todo ello, "ver cómo la lava está arrasando cientos de casas" le hace percibir esta erupción como una auténtica tragedia ya que "muchas familias lo están perdiendo todo".

Paciencia y apoyo

Mamen, por su parte, asegura que muchísimos familiares de la Península están llamándola cada instante para preocuparse por ella y los suyos. "Lo ven en televisión y temen que sea una de las afectadas, me están preguntando mucho y dándonos cariño", asegura esta malagueña con acento más canario que malagueño.

Asimismo María José, por ponerle un toque de humor al asunto, asegura que muchos de sus familiares y amigos se confunden con La Palma, Las Palmas de Gran Canaria y Palma de Mallorca. "Muchos se aseguran, no se lo ponemos fácil a nadie desde aquí con los nombres", concluye en tono bromista.

Imagen del volcán en erupción.

Imagen del volcán en erupción. Europa Press

De momento, se mantienen a la espera de información oficial y aseguran ambas que aguardan con paciencia, ya que el tiempo medio de una erupción está entre los dos y  tres meses. Así, siguen los consejos de las autoridades. En el caso de Mamen, tiene una maleta preparada con lo básico desde el principio.

Por su parte, María José, asegura que no piensa trasladarse a la zona llamada por la curiosidad. "Eso me da miedo, no solo por la lava, sino por los gases y los humos. Es algo muy bonito de ver, pero peligroso. La gente en invierno suele subir en manada cuando nieva mucho en El Roque formando el caos. Pues con esto es igual, no se dan cuenta de que si las autoridades dicen que no nos acerquemos es por algo", concluye.