María Rosa de Gálvez (Macharaviaya, Málaga, 1768 - Madrid, 1806) fue cuestionada hasta el día de su prematura muerte. Su condición de hija ilegítima y de mujer adelantada a su tiempo le marcarían para siempre. Sin embargo, esto no supuso un obstáculo a la hora de convertirse en la escritora más destacada del siglo XVIII y una dramaturga de éxito en la corte del rey Carlos IV.
Su producción literaria, que abarca teatro y poesía, parte del canon neoclásico para visibilizar la posición de las mujeres entre finales del siglo XVIII y principios del XIX. "Da en sus obras protagonismo a las féminas en la reivindicación de su papel social y de su independencia frente al hombre. Rechaza los matrimonios impuestos y sus heroínas no dudan en tomar las armas", destacan Aurora Luque y José Luis Cabrera en el libro El valor de una ilustrada.
La autora, condenada injustamente al olvido durante siglos, será reconocida este viernes en la Noche de los Investigadores de la Universidad de Málaga. Jorge Chauca, Doctor en Historia Moderna, dará una charla sobre la poeta eclipsada por su poderosa familia: los Gálvez de Macharaviaya. El objetivo es divulgar la figura de esta escritora fundamental de la Ilustración española tardía y de plena actualidad.
La futura dramaturga fue adoptada por Antonio de Gálvez y Mariana Ramírez de Velasco después de ser abandonada. Siempre se dijo que el menor de los cuatro hermanos de la ilustre e influyente familia era su verdadero padre biológico (incluso algunos documentos parecen corroborarlo). Este hecho, señalan Luque y Cabrera, "debió pesar como una losa durante buena parte de su existencia y provocaría las reticencias de los sectores más conservadores de la sociedad".
A pesar de ser una supuesta hija ilegítima, "su madre adoptiva hablaba de ella con un cariño extraordinario en su testamento, que se pueden encontrar en el Archivo Provincial de Málaga", cuenta Chauca durante una entrevista por teléfono con EL ESPAÑOL de Málaga donde destaca la tremenda valía personal e intelectual de la escritora.
"María Rosa me recordó mucho a su tío José de Gálvez. Su primo Bernardo y otros muchos descendientes destacaron en la milicia, en la Toma de Pensacola, hechos bélicos que fueron magníficos para la Corona española. En el siglo XVIII se minusvalora el trabajo cotidiano e intelectual. Su tío era muy constante. Ella también alternó su formación con una inagotable voluntad de trabajo", destaca el licenciado en Filosofía y Letras por la UMA.
La futura escritora educada por los Gálvez inició un romance en 1787 con José de Irisarri y Sarti, un oficial de la Marina. Sus planes de boda se tuercen cuando se queda embarazada estando todavía soltera. Dos años después contraería matrimonio en julio de 1789 con su primo lejano José Cabrera y Ramírez. "Su propia historia personal daría que hablar en la época. Su marido, del que se separó más tarde, perdió toda la fortuna jugando. Al final todo fueron adversidades en su vida", lamenta.
"Según algunos autores sería 1800 el año en que viajan desde Cádiz a la capital del reino, donde María Rosa vivirá en calle Francos, hoy denominada de Cervantes, la calle en la que habían residido Lope de Vega y el autor de El Quijote", relatan en el libro El valor de una ilustrada. En el Madrid de Carlos IV llegó a conocer la fama como dramaturga y estrenó numerosas obras en teatros.
Poco a poco, María Rosa de Gálvez se instroduce en la alta sociedad cortesana gracias a la ayuda de varios familiares y entabla relación con Manuel Godoy, primer ministro de Carlos IV entre 1792 y 1798 que "la distingue con prebendas destinadas a aligerar el coste económico de la publicación de sus obras o a sortear la censura previa a la representación de las mismas", precisa Helena Establier de la Universidad de Alicante Pérez en un artículo de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
Halagos del rey
Incluso facilitó la edición de sus textos en la Imprenta Real en condiciones privilegiadas. La propia autora "es consciente de su excepcional papel de dramaturga, y al solicitar al rey la impresión de sus trabajos afirma que "ninguna otra mujer, ni en nación alguna tiene ejemplar, puesto que las más celebradas francesas sólo se han limitado a traducir, o cuando más han dado a luz una composición dramática; mas ninguna ha presentado una colección de tragedias originales como la Exponente", según Aurora Luque y José Luis Cabrera.
"Ella llevó una vida que ríete de la de Banderas. Me hace gracia cuando la gente dice que dejó Carratraca y se fue a Madrid. Lo mismo que hizo Rosa María de Gálvez hace 200 años siendo mujer y acusándosele de todo. Y no tiene un paseo marítimo", reprocha el doctor en Historia Contemporánea. La ciudad la homenajeo recientemente colocando una placa en la Plaza de la Merced donde vivió. "Se merece mucho más por lo que hizo por el teatro y la poesía española", señala.
Si a Godoy se le acusaba de haber trepado hasta generalísimo por la alcoba de la reina, a María Rosa se la criticaba por haber sido amante suya. Algunos investigadores señalan que lo único que compartieron fue, si acaso, sabrosas tertulias y debates. "Fue una mujer inclasificable con una personalidad arrolladora. Si fuera un personaje anglosajón ya le habrían hecho películas y series", subraya Chauca.
En su conferencia, el historiador destacará la cuestión del patriotismo cívico e ilustrado del siglo XVIII que presenta el tío de María Rosa en sus cartas enviadas al Cabildo de Málaga donde habla del tema con una termología parecida a la francesa, pero católica y no revolucionaria. "Ella también lucha contra la leyenda negra de España en su obra teatral. Su tío es el artífice del Archivo de Indias de Sevilla, cuya misión es combatir el relato contra la leyenda negra de franceses e ingleses", explica.
Contra la esclavitud y los toros
En su obra, la escritora reflexiona sobre la dignidad del ser humano y se opone abiertamente a la esclavitud en una época donde el tráfico de esclavos estaba oficialmente regulado. Incluso llega a criticar la caza y la fiesta de los toros en el poema La vanidad de los placeres.
También defiende la autonomía económica e intelectual de la mujer frente al hombre. "Su propia trayectoria vital le lleva a ello. Ella defiende las capacidades de las mujeres, pero por el mérito no por lo maternal o tutelar. A ella no le sirvió nada", admite. María Rosa Rechaza los matrimonios impuestos en Los figurones literarios y en La familia a la moda. Sus heroínas no dudan incluso en tomar las armas como en Blanca de Rossi y en Las esclavas Amazonas.
María fue en definitiva una mujer autónoma y libre, y conservadora de pensamiento. "Supo compaginarlo muy bien. Representa la modernidad en todos los aspectos. Ella quería reformar y no revolucionar, mejorar y no cambiar. Ella es hija de su tiempo y su familia", afirma el historiador de esta intelectual y escritora por encima de todo.
Una periodista en La Palma
A propósito del volcán en erupción en La Palma, Chauca recuerda que la autora pasa por Canarias y le escribe una oda al Teide. "Habla de la bravura del volcán que va al mar. Parecía una periodista del siglo XXI describiendo lo que está pasando en la Palma con una viveza. La naturaleza es otro lugar común de la Ilustración. Ella habla de la fuerza de la bella y peligrosa naturaleza, que no hemos dominado", relata entusiasmado.
La autora es de una grandísima actualidad al profundizar en sus obras sobre el aspecto ecológico, la autonomía de la mujer, la lucha contra la leyenda negra que se cierne sobre la España colonial, y la dignidad humana. "No tuvo el reconocimiento que se merecía no sólo por nacer mujer y ser la amante de Godoy, sino por ser una Gálvez. Una vez que su tío José muere, la tachan despectivamente como la Gálvez por los enemigos políticos que se había granjeado la familia en la corte", critica.
A pesar de tantas adversidades, María Rosa tuvo la suficiente capacidad y calidad humana para sobreponerse. Murió en 1806 con apenas 38 años, dejando una lista asombrosa de obras dramáticas, que no iguala ninguna otra autora de su tiempo. "Así mis versos por tu sabio amparo. La envidia vencen, y el temor desprecian. Mi genio aspira a verse colocado en el glorioso templo de la fama", escribió una vez. La autora ya forma parte del olimpo de las letras españolas.