La relación entre Juan Carlos Maldonado y Francis Salado, presidente de la Diputación Provincial de Málaga, hace un mes era excelente. Todo fluía y las conversaciones eran habituales y en un buen tono. Sin embargo, este viernes, antes del puente de la Inmaculada, Salado tomó la determinación de sacar a Maldonado de todas sus responsabilidades en el ente provincial. ¿Qué ha pasado para llegar hasta aquí?
El pasado 11 de noviembre desde la Diputación anunciaban que se retiraban las competencias de Sabor a Málaga. Entonces se achacó a las "quejas de los productores", algo que con el tiempo quedó constatado. El equipo de Maldonado no había puesto en marcha los trámites necesarios para celebrar el mercado que, finalmente, se inaugura hoy mismo tras asumir Leonor García-Agua las funciones.
Maldonado no movió ficha en los días siguientes. Durante algo más de una semana mantuvo su actividad con Málaga de Moda, otra marca provincial, o en las áreas de Deportes o Empleo. De hecho, en la junta de gobierno provincial del 17 de noviembre participó con normalidad.
Fue el lunes 22 cuando se provocó el terremoto definitivo. Entonces Maldonado, a través de una carta publicada en Twitter, anunciaba que abandonaba Ciudadanos. Criticaba que la formación liberal había llegado a un "pacto oscuro" con el PP para ningunearle y "poner palos en la rueda" de su labor.
Lejos de cumplir con el compromiso firmado con el que fue su partido, el entonces vicepresidente de la Diputación provincial se enrocó y no entregó su acta de concejal en Mijas -y por ende siguió como diputado-. Se escudó, como tantos otros cargos electos salientes de Cs en su "compromiso con los ciudadanos".
En esos días no fueron pocos los excompañeros de partido que le recriminaron no cundir con el ejemplo que predicaba. En la primavera de 2020 había exigido a Juan Cassá devolver su acta en el Ayuntamiento de Málaga. Pero el camino de la política los juntó -temporalmente-.
Desde el entorno de Salado no se quiso dar más importancia política a unas declaraciones ofensivas de alguien con la que el presidente había compartido y trabajado mano a mano durante los últimos años. El equipo de gobierno de la Diputación dejó pasar la situación sin hacer aprecio.
La relación entre Cassá y Maldonado no ha sido buena, mucho menos tras la salida del asturiano del partido de los liberales. Sin embargo, cuando el exvicepresidente provincial siguió sus pasos, se unieron en comandita para hacerse notar.
Al día siguiente de salir de Cs, Maldonado concedió una entrevista a diario Sur. Las declaraciones del teniente de alcalde de Mijas fueron, sencillamente, la repetición de un mensaje beligerante y contrario a Salado: "No es un presidente que esté a la altura de los malagueños", insistía.
El día 25 de noviembre, un día antes del pleno extraordinario de presupuestos, trascendió que los dos exliberales habían solicitado una reunión con el PP a nivel nacional. De aquello nunca más se supo, y fuentes populares confirman que no ha habido ningún avance en esta petición.
Las cosas parecían tensarse, pero el viernes 26 Maldonado apoyaba con su voto los presupuestos anuales de la Diputación. Una calma tensa recorría los pasillos de la sede provincial. Sobre todo por la labor de negociación que desde el grupo provincial del PSOE quisieron poner en marcha y que desde la ejecutiva se paró.
El último episodio, tras un tiempo de reflexión, ha sido el de este viernes. Salado cesó a Maldonado de todos sus cargos y responsabilidades. La pérdida de confianza era absoluta. En ningún momento ha existido propósito de enmienda tras las ofensas proferidas por el mijeño hacia Salado y, sencillamente, la relación es hoy casi inexistente.
La burocracia, caprichosa, ha hecho que el exvicepresidente pase a ser miembro del grupo de Ciudadanos en la Diputación. Desde la formación liberal confirman que a fecha de hoy aún no se ha tramitado la baja de Maldonado. Hablan de cuestiones formales en las que están implicadas otras personas, no sólo el político saliente.