Mochila a los hombros, cámara al cuello, gorra calada y un maratón por recorrer. La mañana del 30 de octubre, Pepe Gómez se echó a la calle sin más pretensión que captar los momentos de una magna histórica que todavía estaba por escribir. La vuelta de las procesiones a la calle, en forma de gran colofón con motivo del Centenario de la Agrupación de Cofradías, se presentaba como una ocasión idónea para el encuentro de este fotógrafo con la ciudad.
Por delante, un reloj sin manecilla que acabó marcando las 2:30 de la madrugada cuando volvió a su casa: “Iba a pegarme el día entero en la calle, pero no sabía cuánto iba a aguantar. Me pasé quince horas callejeando, buscando a las mismas hermandades en sitios diferentes para tener varias perspectivas. Cuando llegué a casa y vi el material, opté por jugármela y crear El libro de las horas”, relata.
Con los más de 1000 archivos delante, decidió hacer un símil con el tiempo: “Busco que la gente que lo adquiera y hubiera vivido las procesiones sepa el momento exacto en el que se hizo la toma para que, a través del subconsciente, se traslade al lugar en el que estaban a la misma hora”.
En menos de 72 horas, se agotaron los 100 ejemplares puestos a la venta: “Hay gente en lista de espera por si se produce alguna cancelación, aunque al principio fue algo que dije casi de broma. Visto con perspectiva, creo que la edición se ha quedado corta, pero no podía permitirme más; he tenido que pagar el pedido y ahora espero recuperar la inversión”. Fruto de esta filosofía, nace el nuevo Pepe Gómez 2.0: “Mi próximo pseudónimo va a ser Juan Palomo”, dice entre risas.
Esta obra tiene un segundo nombre: Puentiferario. El conocido tuitero cofrade ha sido el alma encargada de ponerle voz a las imágenes: “Es un gran amigo mío. Lo conozco desde hace años y me encanta el enfoque que tiene de la religiosidad popular, algo que me influencia para trabajar. Le pedí el prólogo y el título de cada fotografía. ¡Aluciné cuando me pasó el listado! Había utilizado expresiones y términos de la pandemia y el confinamiento para hacer una lectura de las obras”.
Reconoce que, aunque el libro tenga su propio hilo visual, con Puentiferario “se cerraba el círculo”: “Los dos nos complementamos muy bien”, subraya. La idea que subyace de esta pieza es que sea un “objeto de culto”, que el que lo tenga sepa que es algo selecto y que solo lo tienen 99 personas más. La propia impresión de las páginas recoge un motivo doble de celebración: “El propio Centenario, pero también la vuelta a la normalidad entre comillas. El regreso”, incide.
Pese a estar agotado el libro, Pepe Gómez no abre la puerta a una segunda edición: “Como experimento, me ha servido para saber que hay público dispuesto a consumir este tipo de producto”. Confiesa sentirse “muy feliz”: “El día que lo puse en mis redes, el teléfono echaba humo. Todo está pasando tan deprisa que tengo que organizarme, pero es la parte romántica. Cuando pasen los años, y todo sea más cómodo, podré decir que el primer libro lo reparti como si fuera un itinerario”.