El arte lleva adherido en su propio ser la búsqueda de la universalidad a través del lenguaje. Música, pintura, arquitectura, escultura o danza. Expresiones que suponen un ejercicio introspectivo del ser humano para transmitir una idea o sentimiento al resto del planeta. Quizá sea esa, junto al talento, la razón que explique la dimensión internacional que ha alcanzado la obra de Raúl Berzosa.
Este pintor malagueño, consagrado en la capital y aclamado en todos los continentes, se ha convertido en uno de los artistas de referencia dentro del arte sacro: Tampa, Roma, Chicago, Cabo Verde... Ahora, sus pinturas viajan hasta el nuevo mundo para desembarcar en Guatemala y Miami.
Después haber retratado al papa Benedicto XVI y Francisco I, el pintor de cámara del Vaticano continúa avanzando por aquellos senderos que todavía están por recorrer. Este pasado fin de semana, sus últimos trabajos para el otro lado del Atlántico han visto la luz. Una treintena de obras que vienen a consolidar su figura como una suerte de misionero del arte, evangelizando a través del óleo.
El 30 de abril fue dedicada la iglesia Santa María Reina de la Familia, en Ciudad Cayalá (Guatemala), cuya labor pastoral depende de la Prelatura del Opus Dei del país latinoamericano. Más de 4.000 metros cuadrados, con un aforo para 850 personas y un coste de ejecución de cuatro millones de dólares, que ha sido posible acometer gracias a la colaboración de 1.200 familias. Pero la importancia de esta construcción (realizada en varias fases entre 2014 y 2022) no solo está en la estructura, sino en los propios elementos artísticos que dotan al edificio de calidez espiritual.
En total, veinte pinturas que nacen de un Vía-crucis, con sus catorce estaciones, y seis lienzos a gran tamaño que integran la parte pictórica del retablo, de 16 metros de alto. En declaraciones a EL ESPAÑOL de Málaga, Berzosa explica que ha tratado de realzar la vinculación Madre e Hijo a través de la pintura central, en la que se representa la clásica escena del Calvario. Precisamente, ese eje principal también se corresponde con el punto de partida del proyecto: "Empecé por aquí, lo cual me sirvió de referencia para el resto".
Tras el Sagrario, a ambos lados, hay dos representaciones de la Sagrada Familia: una con un niño Jesús preadolescente, y otra en el taller, con un Jesús previo a su vida pública. La parte alta del retablo está rematada por los retratos de san Josemaría Escrivá de Balaguer, el santo de lo ordinario, y san Juan Pablo II, el papa de los jóvenes, culminando el conjunto un gran mural con la Coronación de la Virgen.
"He buscado que la Virgen María resaltase por su colorido, convirtiéndola en una figura que llame la atención, ya que el templo está dedicada a Ella", detalla. Pero no es el único elemento a destacar. Y es que las pinturas de las catorce estaciones ilustraron el libreto del propio Vía-crucis que preside el papa Francisco en el Coliseo de Roma el Viernes Santo.
La capilla de los Jesuitas
Miami ha supuesto un gran reto debido a la complejidad iconográfica. Junto con el encargo, recibió un listado de diez santos y beatos jesuitas, todos vinculados con América, como san Francisco de Borja o el mexicano Miguel Agustín Pro: "A la gran mayoría no los conocía, aunque algunos sí me eran familiares ya que aparecieron, o fueron compañeros, de los que pinté en el proyecto de Tampa (Florida, 2018). Me tuve que informar y leer mucho para poder desarrollar la escenas".
Incide en que han respetado mucho las ideas que proponía a través de los bocetos: "La comunicación ha sido muy buena. Se trata de un colegio de origen cubano que tras la revolución tuvieron que abandonar la isla y asentarse en Miami", explica.
Las dimensiones hablan por sí solas: diez lienzos, de 1,5 metros de ancho y 3 metros de altura que conforman la hilera pictórica de las capillas laterales de la iglesia Belen Jesuit Preparatory School, con capacidad para 650 personas. Más de tres años de trabajo que vieron su fruto el pasado 1 de mayo, cuando el arzobispo de Miami, Thomas Wenski, consagró la iglesia.
El nombre de Raúl Berzosa no es el único sello andaluz que reside en este templo. La escultura que se encuentra delante de la capilla ha sido realizada por el imaginero sevillano José Antonio Navarro Arteaga, autor, entre otras tallas, del Redentor del Mundo, titular de la hermandad malagueña de la Mediadora.
"Dos proyectos importantísimos"
Berzosa asegura que ambos trabajos han sido "importantísimos", no solo por el tamaño y la envergadura de las obras, sino por lo que le ha supuesto profesionalmente: "Me ha servido para aprender mucho, iconográficamente y pictóricamente", afirma.
Conforme iba pasando el tiempo, los resultados se iban acumulando, y poco a poco, los cuadros fueron venciéndole la batalla al espacio: "Llegó un momento en el que apenas tenía hueco en el taller. En el verano de 2021 me encontré con un total de 16 lienzos de gran formato, los cuales tenía que colocar uno encima de otro", tal y como se aprecia en la imagen.
Además, han ido dirigidos para dos clientes distintos: la Compañía de Jesús y el Opus Dei. Explica que estos retos suelen actuar como una correa de transmisión. Prueba de ello es el caso de Miami: "Este encargo me llegó después de la bendición de la capilla de la Santa Cruz, en Tampa, que también pertenece a los jesuitas".
¿Cómo se asimila la repercusión que sus obras acaban alcanzando? Relata que le hace especial ilusión ver como estos trabajos, tan complejos, pueden llegar a un gran número de personas; no solo físicamente en las propias iglesias, sino por internet: "Es un orgullo que venga gente de otros países hasta Málaga para contratarme. Supone una responsabilidad muy grande".
Al respecto de estos viajes, detalla que todos tienen un mismo común denominador: "Tanto los responsables de Guatemala como los de Miami vinieron de visita cuando llevaba la mitad del trabajo realizado. A los dos les encantó la ciudad y me dijeron que era muy afortunado por vivir aquí", recuerda.
Sin embargo, se lamenta de no haber podido ir a ninguno de los dos actos: "Es una pena que, tras años pintando en ambos proyectos, hayan coincidido ambas ceremonias, porque eso me obligaba a elegir entre una de las dos".
Ahora, Raúl Berzosa mira hacia Oriente. Sueña con que, más temprano que tarde, alguna de sus pinturas puedan llegar hasta Tierra Santa; incluso poner un pie en las costas de Siria, donde la comunidad cristiana ha sido duramente perseguida.