Esta historia de película que involucra a importantes organizaciones criminales comenzó el verano pasado en la Costa del Sol. Un ingeniero asturiano de 60 años residente en Lieja (Bélgica) llamado Ángel G. V. tomó un vuelo, que él mismo fletó, desde la terminal privada del aeropuerto de Málaga hacia el aeropuerto Internacional Pinto Martins de la ciudad brasileña de Fortaleza (Ceara) el 2 de agosto de 2021.
El jet elegido era un Gulfstream IV con matrícula TC-GVA que fue propiedad de la fuerza aérea turca hasta 2016 y que habitualmente se usaba para trasladar a importantes autoridades de ese país, ahora su propietaria es una empresa privada de Turquía por ello un particular puede arrendarlo. Al pasajero español lo acompañaron en ese viaje un piloto turco, y otros tres tripulantes. Es un trayecto poco habitual que podría costar entre 70.000€ y 90.000€ por el destino y por el modelo de avión seleccionado, ya que tiene capacidad para 16 ocupantes aunque sólo utilizaron 5.
Tras aterrizar, y tomándose un día de descanso en Fortaleza emprendieron de nuevo su ruta hacia el pequeño aeropuerto de Ribeirão Preto, en el interior de Sao Paulo. Este lugar es la clave de la aventura porque esa travesía no se introdujo en el ordenador de la aeronave, lo que impedía rastrearlo tanto para las autoridades como para la propietaria del jet. En Ribeirao Prato permanecieron sólo unas pocas horas, las suficientes para introducir en el TC-GVA una mercancía valorada en más de 40 millones de euros repartida en 24 maletas.
En la madrugada del 4 agosto al piloto se le olvidó encender las luces exteriores de la aeronave en el momento de despegar, una casualidad que hizo sospechar a las autoridades. Esas imágenes están recogidas en las cámaras de seguridad del recinto aeroporturario. Así que tomaron de nuevo rumbo a Fortaleza con la intención de realizar una escala antes de volver a Europa, porque sus documentos debían ser revisados por Aduanas antes de partir. Y la Policía Federal brasileña les seguía todos los pasos.
Lo que hizo sospechar a las fuerzas y cuerpos de seguridad brasileños fue el excesivo equipaje que transportaba el avión. Parecían demasiadas maletas para un solo viajero que no llevaba ni 48 horas en Brasil, ni era su residencia habitual. Cuando los agentes decidieron comprobar en persona esa información dentro del mismo avión, rápidamente se percataron que las respuestas del turista español eran más que cuestionables. Al preguntarle por el motivo de la visita tan poco habitual, Ángel respondió que su intención era conocer Guarulhos. Es una ciudad al noreste de Sao Paulo que le habría sido imposible de visitar por el poco tiempo que estuvo en Brasil.
Tras esa inverosímil respuesta, dos policías solicitaron que se abriese una maleta delante de la tripulación del jet y el turista español. Allí se encontraron en su interior 50 placas de cocaína, una cantidad que no parece de consumo propio porque el TC-GVA transportaba 1,3 toneladas de cocaína en 24 maletas y su destino final era Bruselas. Lo habría convertido en el narcojet más importante de la historia de Bélgica según declaraciones de la policía belga especializada en el crimen organizado. Las autoridades brasileñas detuvieron al instante al pasajero español, al piloto turco Veli Demir, y a los 3 tripulantes sólo les tomaron declaración.
Hasta ese momento, todos estos hechos podrían ser más o menos habituales en el mundo del narcotráfico pero todo se fue enredando. El Tribunal Regional Federal de la 5ª Región de Brasil decretó prisión preventiva contra Ángel G. V. y el piloto Veli Demir sospechosos de ser responsables de ese importante alijo.
Y ahora viene lo curioso y triste de estos hechos, Ángel escondía un secreto sobre su salud a las autoridades brasileñas. Estando encarcelado tuvo que ser ingresado por su delicado estado de salud el 24 de agosto en el Hospital General del Fortaleza, allí permaneció hasta el 31 de agosto. En esos días le realizaron todo tipo de pruebas, y los médicos certificaron que sufría un cáncer terminal. Terminó falleciendo el 24 de octubre en la cama del hospital Hospital Penal Profesor Otávio Lobo de Itaitinga (Fortaleza), toda la información la confirmó la Secretaría de Administración Penitenciaria de Brasil.
Es aquí cuando importantes medios brasileños como Uol Noticias y Globo comienzan a informar sobre el momento en el que una persona sin antecedentes y con una vida resuelta en Bélgica como Ángel, decide embarcarse en una aventura en el crimen organizado al máximo nivel. Recuerda a la famosa serie Breaking Bad, donde Walter White se convierte en un gran narcotraficante tras serle detectado un cáncer del que los médicos le pronostican tan sólo dos años de vida.
Logística internacional
Fletar todos los vuelos que se realizaron tiene un coste superior a 150.000 €, y la droga que se intervino en el operativo policial supera los 40 millones de euros al otro lado del Atlántico. La logística que se debe realizar para organizar este negocio no es baladí. La cocaína se debe pagar por adelantado a los proveedores sudamericanos, y eso significa pagar al menos 2,5 millones en efectivo en Perú, México, Bolivia, Ecuador, Venezuela, o Brasil. Y hay que quedarse de nuevo en Brasil para buscarle una explicación a la decisión de Ángel porque no parece a priori la figura de un gran capo de la droga.
El primer nombre que se menciona por parte de la policía brasileña como principal responsable de este importante alijo es el de Sérgio Roberto de Carvalho, un expolicía militar brasileño ya condenado por narcotráfico y que ahora es uno de los narcotraficantes más buscados del mundo. Este hombre muy conocido por las autoridades brasileñas fingió su muerte por coronavirus en un lugar cercano al aeropuerto de Málaga, en Marbella. Se investiga si Carvalho teniendo conocimiento del delicado estado de salud de Ángel, aprovechó para ofrecerle 500.000 € si transportaba esa droga a Europa y así conseguía apoyar a su familia antes de morir. La otra versión es que fue amenazado por gente cercana al narco brasileño y no tuvo otra opción que la de embarcarse en el TC-GVA. UOL noticias se queda con la primera versión porque parece ser que el ingeniero asturiano reveló a los médicos que lo atendieron días antes de morir que le había dejado ese dinero en herencia a su familia.
Lado turco
Por la otra parte queda el piloto del Jet, Veli Demir, que en todo momento ha defendido su inocencia en este asunto. Es un hombre con más de 15 años de experiencia en la fuerza aérea turca, y su abogado siempre defendió que sobre el equipaje lleno de cocaína nunca tuvo responsabilidad. El 11 de noviembre de 2021 tras estar desde el 2 de agosto en prisión preventiva se decretó su libertad porque la Fiscalía brasileña no formuló ninguna acusación contra él, entendieron que no era responsable del alijo. A día de hoy nadie está acusado formalmente en Brasil por el alijo de 1.300 kilos de cocaína que iba destinado a Bruselas. Pero esta crónica sigue en Turquía.
El 26 de diciembre ya libre de cargos en Brasil, Veli Demir decidió que era hora de regresar a su país natal. Pero la vida le siguió deparando sorpresas que no son agradables y fue detenido en el aeropuerto de Estambul por la policía antidroga turca acusado del alijo de Fortaleza. Declaró, y se encuentra libre a la espera de juicio. Su declaración provocó que las miradas se dirigieran hacia una persona relevante en el Estado turco.