"Lo barato sale caro" es una expresión que todo el mundo en algún momento ha escuchado. Para un negocio que lleva 172 años en el Centro Histórico de Málaga, es algo que conoce bien. El actual propietario del mítico Zaldi Hogar, Clemente, recuerda que su abuelo (y primer dueño del establecimiento) le contaba que sus clientes y amigos, cuando iban a comprar, le decían: "Epifanio, dame cosas buenas que soy pobre”. Ese ha sido su secreto para aguantar más de un siglo en el casco histórico.
Luchar contra las modas en ocasiones es difícil; más cuando la competencia compite con precios bajos o no existe, lo que hace que los clientes se vayan a grandes superficies a realizar sus compras en un solo lugar. Por ello, desde Zaldi Hogar tienen claro que la clave es especializarse en productos que el resto de comercios no trabajan y diferenciarse por el servicio al cliente y calidad.
Resistir por tanto más de tres generaciones no es sencillo cuando posees un comercio tradicional. EL ESPAÑOL de Málaga, en conversación con el propietario del histórico establecimiento, cuenta las situaciones a las que se ha enfrentado.
Desde 1850
Cuando Clemente empezó a trabajar en la tienda con 17-18 años todo el mundo le decía a su padre: "El que no quiere estudiar, ¿no?".
"A todo el mundo le gusta que su hijo sea superior a él, en estatus... y todo el mundo quiere un hijo abogado, médico, arquitecto", reflexiona Clemente. Eso no fue impedimento para él, que estudió por las noches y obtuvo varios títulos. Pero él disfrutaba y disfruta en la tienda: "Si no, estaría en mi casa aburrido".
El actual propietario de Zaldi Hogar explica que la tercera generación de un negocio familiar es difícil que persista. Tienen en su familia un refrán: "Abuelo comerciante, hijo comerciante y nieto mendigante". En su tienda, han conseguido romperlo él y su hija; tercera y cuarta generación. Lo mejor, según el actual propietario de Zaldi Hogar, es "cuando uno trabaja y está en el trabajo está a gusto, contento. Y yo estoy a gusto y contento".
Romper con las modas
En una sociedad en la que las modas y los artículos en muchas ocasiones son únicamente de varios usos, en Zaldi Hogar defienden especializarse en productos que el resto de comerciantes no trabajan y diferenciarse por el servicio al cliente y calidad. "Siempre hay alguien que te lo va a dar más barato", justifica Clemente, quien añade que el público se está mentalizando de que lo barato sale caro. El "Epifanio, dame cosas buenas que soy pobre" sigue vigente.
Quizás esta sea la clave para permanecer 172 años en pie en pleno Centro Histórico. Clemente valora sábana en la mano, que va a adaptar a un colchón especial, su situación actual: "No nos va mal, hombre, me gustaría que nos fuera mejor, como todo el mundo, pero no nos va mal". Añade que su forma de ganar dinero es mediante la venta, que a través de estos arreglos no ganan nada.
Adaptación y competencia
Durante sus casi dos siglos, Zaldi Hogar ha tenido momentos en los cuales han notado cambios; el último de ellos, durante la pandemia de la Covid-19. "Cuando abrimos las puertas después de la pandemia la gente se dio cuenta de que tenían sábanas muy rotas y antiguas, o las paredes de los pasillos. Llamaron a los pintores para que pintaran las cortinas", cuenta Clemente, quien explica que a ellos les compensó porque la gente se dio cuenta que "les hacía falta, porque vivían más en la calle que en su casa".
"Mucha gente me dice: Te has quedado solo, y es un problema para mí", cuenta el propietario antes de despedirse de este periódico. Ya no hay más tiendas de hogar en el Centro Histórico como la suya: "El que entra aquí en Calle Nueva para comprar un zapato se lleva un zapato; pero si hubiera una sola zapatería, como no le guste lo que tiene, ya no viene más". Para que eso no le ocurra, el casi bicentenario Zaldi busca nuevos rivales: "La competencia es buena, porque se espabilan ambos, no se duermen, o no nos dormimos".