Siete teléfonos móviles, un minimóvil, 150 dólares y 100 euros en efectivo. Todos estos efectos fueron requisados el pasado martes 8 de noviembre en un registro general del módulo 2 del Centro Penitenciario de Alhaurín de la Torre, en Málaga. Según apuntan fuentes penitenciarias, se trata de "una importante intervención requisando objetos que pueden vulnerar tanto la seguridad tanto interior como exterior".
Rafael Paniza, secretario de Relaciones Institucionales de la Asociación Profesional de Funcionarios de Prisiones, reconoce que los teléfonos móviles son "objetos muy cotizados en prisión y su valor al igual que la droga se multiplica tras esos muros". Así, cree que el sistema penitenciario de este país se ha convertido "en un quiero y no puedo" debido al "olvido institucional de nuestros dirigentes". "Para ellos todo gira a datos estadísticas que desde luego son más complejas que la simplicidad que venden", critica.
Desde la Asociación Tu Abandono Me Puede Matar denuncian que la situación de la entrada de móviles es "el pan nuestro de cada día". Apuntan que los presos gozan de mucho tiempo para idear la forma de introducir en prisión estos aparatos que cada vez son más modernos. "Hay unos minimóviles chinos que son muy pequeños y no saltan ni en los detectores", dicen. La forma más habitual para introducir estos teléfonos es a través de los encuentros con familiares, como en los bis a bis, o incluso a través de drones.
Así, Paniza ha señalado que el pasado miércoles en el interior del módulo 11 tras la realización de otro cacheo, dos internos trataron de "alentar" supuestamente al resto de internos para que no accedieran al comedor a la hora del almuerzo. "Por suerte la cosa no llegó a más y ambos fueron trasladados al departamento de aislamiento ante el suceso, estableciendo la normal convivencia en el módulo", añade.