La idea de que las elecciones las gana el partido más votado sigue siendo innegable, pero el verdadero triunfo ahora se disputa en otros escalafones menores, en concreto, en el que decide quién logra hacerse con la medalla bronce. “Eso va a determinar si hay una mayoría absoluta en un bloque o en el otro”, explica Francisco Collado, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Málaga.
La provincia es una plaza clave por el número de diputados que reparte, 11, y esa idiosincrasia la convierte en una especie de laboratorio de ensayo de lo que pueda pasar en el ámbito nacional.
En los últimos comicios de noviembre de 2019, los socialistas consiguieron cuatro diputados con el 30,3% de los votos, tres puntos más que en todo el país. El PP se quedó con tres escaños y el 21,8% de los apoyos, solo ocho décimas por debajo que a nivel estatal.
Vox fue la tercera fuerza más votada, con el 21,68% y dos representantes en el Congreso de los Diputados por la provincial, un porcentaje muy superior al cosechado en el resto del país, donde se mantuvo igualmente en el tercer puesto con un 15,2% de las papeletas.
Unidas Podemos clavó en Málaga el resultado nacional, con un 13% de los votos y uno de los 11 escaños que se reparte en la provincial, al igual que Ciudadanos, que obtuvo el 8,95% de los apoyos frente al 6,9% nacional.
Los partidos son consciente de ello, como constatan por ejemplo desde el PP, donde entienden que "no hay cambio sin que se dé en Málaga”. “La provincia viene a ser una especie de termómetro", insisten.
Saben también, al igual que en el PSOE, que aquí “van a salir bonificados por el sistema electoral” y, por ende, su estrategia debería basarse en “pelear la campaña entre ellos mismos”, apunta Collado, que insiste en que, en el contexto actual, el multipartidismo “se desvanece” a favor de un escenario similar al que había a comienzos de la década de los 2000, “con grandes formaciones diputándose el Gobierno con distintas fuerzas en los flancos”.
La lucha de los grandes partidos, en resumidas cuentas, pasa por “mantener al votante más fidelizado e intentar atraer a los dudosos”, pero entre tanto han de tener especial consideración con cómo gestionan la campaña sobre los partidos que les disputan respectivamente sus bloques ideológicos, Sumar y Vox.
En noviembre de 2019, de hecho, el PP logró por menos de 300 papeletas el último diputado que se repartía en la provincia. El partido que se lo disputaba era Vox.
“En Málaga, el voto más conservador está asentado. El PP ha tenido y tiene un importante electorado y tiene que prestar especial atención e intentar ganarle el pulso a Vox, que puede mantener sus dos diputados o incluso lograr un tercero”, afirma el profesor de la UMA.
La victoria del PP se da casi por sentada, en consonancia con los sondeos publicados, así que, dado por hecho el triunfo, el objetivo es rascar el máximo de votos a su derecha. Hacía ahí ha ido en los últimos días el relato de los populares, enfrascados en llamar al voto útil. "Pudiendo elegir entre un gobierno fuerte y otro no tan fuerte, creo que los españoles van a elegir uno fuerte; queremos un gobierno en solitario", aseguraba el viernes el coordinador general del Partido Popular y cabeza de lista por la provincia de Málaga a las elecciones generales, Elías Bendodo.
Vox, por su parte, “tiene bastante que ganar en Málaga”, apunta Collado en referencia a los dos o incluso tres representantes que puede conseguir. Según el barómetro de SocioMétrica elaborado para EL ESPAÑOL y publicado el pasado lunes, la formación de Santiago Abascal se mantendría como tercera fuerza en Málaga con dos escaños; según el CIS, empataría a escaños con Sumar, con uno cada formación.
Con ello, su discurso se está centrando en rebatir al PP la relevancia del voto útil porque, según defendió el portavoz del partido, Iván Espinosa de los Monteros, el pasado sábado, “el riesgo es que Vox tiene que competir con otros partidos, como puede ser Sumar, y puede suceder que un exceso de concentración en votos del PP pueda dejar atrás a Vox, dando paso a Sumar o incluso al PSOE”.
Así, la formación de extrema derecha representan la cara y la cruz: de su fuerza depende la mayoría de la derecha para gobernar y de su debilidad, un reforzamiento de Sumar que de alas al bloque progresista.
El PSOE, a juicio de Collado, se debate entre los tres y los cuatro escaños. El barómetro del CIS publicado a comienzos de mes, antes del inicio de la campaña, les daba tres representantes y un segundo lugar en las elecciones, a diferencia del sondeo de SocioMétrica para EL ESPAÑOL, que los situaba en un empate a cuatro escaños con el PP.
Por su parte, todo indica que Sumar se quedaría con un diputado, al igual que en esta pasada legislatura, aunque el Centro de Investigaciones Sociológicas le otorga dos. Desde el partido insisten en la idea de hacer frente a la movilización de la derecha y creen que los apoyos que puedan recabar irán en detrimento de Vox en esa lucha por el tercer puesto.
Con este escenario, otra de las claves del próximo 23J será adónde irán a parar las casi 67.000 papeletas que fueron en las últimas elecciones a Ciudadanos y que este próximo domingo no tienen representación. “Se intuye que la mayoría de estos apoyos irán al PP, un sector minoritario no irá a votar y quizá otro se decidirá entre Vox o algún sector de la izquierda”, asegura Collado.
No obstante, y aunque previsiblemente vayan a apuntalar una victoria del PP como en las pasadas elecciones municipales, este puñado de votos podría dar un revolcón al escenario planteado. “Puede decantar adónde vayan los últimos diputados”, sentencia el profesor de la UMA. El escenario, por tanto, sigue abierto.
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