El río Chíllar tiene un problema. Convertido en punto de atracción de extraordinario éxito en el marco del turismo natural, el cauce, que se adentra por el Parque Natural de Sierra Tejada, Almijara y Alhama, está necesitado de medidas drásticas con las que ordenar el flujo incesante de visitantes, que, en determinadas fechas, se cuentan por miles.
Aunque la ruta es conocida desde hace décadas, el impacto de la pandemia de la Covid, con sus correspondientes restricciones, elevó exponencialmente el deseo de muchos por descubrir sus encantos. Y, como consecuencia, son muchas las jornadas en las que el cauce se convierte en una especie de autopista de una gran ciudad en hora punta.
"Se generan grandísimos problemas, no sólo por la acumulación de basura, que se puede retirar, sino por la gente que se dobla un tobillo, que se rompe una pierna, obligando a intervenir", explican fuentes de la Junta de Andalucía, administración que en los últimos años mantiene una vía de diálogo abierta con el Ayuntamiento de Nerja para encontrar una salida.
La aglomeración de turistas y senderistas es tal que ha acabado por convertirse en asunto de preocupación y análisis en el seno de ambas instituciones. Pese a este trabajo, de enorme complejidad burocrática y competencial, sigue sin haber una decisión firme. Lo que sí hay es una hoja de ruta diseñada para que, a priori, el año que viene el acceso al río esté controlado y acotado.
Según confirman a EL ESPAÑOL de Málaga fuentes de la Administración regional y el concejal de Medio Ambiente de Nerja, Javier Rodríguez, la solución más plausible pasa por activar una concesión administrativa para que sea una empresa privada la que se encargue de gestionar el cauce.
"Viene a ser algo semejante a lo que se hizo en su día con el Caminito del Rey", admiten las fuentes consultadas. Y, a la espera de que se concreten los detalles de ese futuro concurso, todo hace indicar que como en la extraordinaria ruta ubicada en el Desfiladero de los Gaitanes, los futuros visitantes del río Chíllar tendrán que pagar para poder acceder al recorrido.
Rodríguez pone en valor la "buena sintonía" existente con la Junta y la "voluntad" de hacer una especie de concesión para regular la explotación del Chíllar. Esta fórmula dejaría en manos de la entidad privada el acceso al río, así como su vigilancia y mantenimiento. Quedan por perfilar, en cualquier caso, los detalles legales para conformar todo el engranaje.
El detalle del aforo no es menor, dado que uno de los grandes inconvenientes de estos años post pandemia ha sido el incremento sustancial de personas que, en especial, tras Semana Santa y durante los meses de verano hacen la ruta.
Desde finales de 2021, cuando ya empezaba a ser evidente la necesidad de tomar cartas en el asunto, la Junta tiene sobre su mesa un estudio pormenorizado sobre el río Chíllar y los efectos de la presión sobre el mismo.
Uno de los detalles esenciales del trabajo es que marca la cifra de personas que, como si se tratase de un yacimiento arqueológico, puede acceder al cauce sin que ello afecte a su sostenibilidad ambiental. Las fuentes consultadas apuntan que esta cifra podría rondar los 300 visitantes por jornada.