El gol de Olga Carmona en el minuto 29 del encuentro entre la selección femenina de fútbol de España y la de Inglaterra, que ha tejido la primera estrella a la camiseta de la Roja femenina, marcará para siempre a toda una generación de niñas futbolistas que, tras el televisor, veían cómo sus ídolas se convertían en campeonas del mundo al mediodía de este domingo.
Sin embargo, la realidad es que ha habido otra generación de niñas, que ahora son mujeres, y que han crecido jugando sin ningún tipo de referente en quien fijarse. En Málaga, decenas de ellas se han visto obligadas a formar parte de equipos mixtos ante la ausencia de suficientes niñas para formar equipos femeninos, y cuando existían, estos estaban conformados por chicas de edades superiores, lo que les imposibilitaba formar parte de sus líneas.
Ahora, desde sus puntos de vista, la situación está cambiando y ven cómo cada vez son más chicas las que se interesan por un deporte que, para muchos, sigue siendo un mundo de hombres. De la misma forma, todas auguran una oleada de inscripciones en los diferentes clubes de la provincia después de la victoria de la selección femenina.
Desde EL ESPAÑOL de Málaga hablamos con diferentes voces del fútbol femenino malagueño en diferentes etapas vitales para celebrar con ellas la victoria de las campeonas del mundo y todo lo que supondrá en el futuro.
Alicia Fuentes
Esto es algo aún difícil de creer para una mujer como Alicia Fuentes, quien fuera una de las elegidas en 1997 para participar en el primer torneo internacional que jugó la Selección Española, la Eurocopa que se disputó en Inglaterra. La malagueña, que nació en Totalán en 1978, cree que lo que ha hecho la selección es "histórico" y que supondrá muchas cosas diferentes.
"Desde mis inicios, incluso antes, que ya había pioneras antes que yo, aunque yo soy una de las que muchos años atrás he vivido esa evolución del fútbol femenino. Espero que se consolide y que ya sea algo inamovible, que ya haya llegado para quedarse. Sobre todo en cuestiones de sponsors y patrocinadores que sigan fomentando el deporte femenino en todas las ligas y que se involucren en las demás categorías", declara.
Así, la exjugadora sostiene que es importante recordar la necesidad de un convenio digno, "que esté a la altura del talento y de la calidad que hay aquí en España", para convertirnos en referentes mundiales. La malagueña siente una felicidad extrema por las veintitrés chicas, pero especialmente por Olga Carmona, con la que vivió su última etapa en Sevilla y a la que ha visto crecer.
De hecho, Fuentes recuerda con cariño cómo los padres de Carmona la llevaban a entrenar. La vida, siempre tan inesperada, ha querido que en el día más feliz de su vida, Olga tenga que despedir a su padre, que falleció la noche del sábado al domingo. La noticia se le ocultó hasta que finalizó la celebración para que no afectara a su rendimiento.
"Ha sido muy fuerte lo que le ha pasado. Le mando un abrazo enorme y todo mi apoyo, pues le tengo especial cariño. En una de las invitaciones que nos hizo la federación le dije que iba a ser importante en la final y así ha sido. También dije que Aitana lo sería y mi pronóstico era un 2-1, pero me da igual. Han ganado. La verdad que ha sido un carrusel de emociones desde el inicio, desde que empezó el acto conmemorativo de la final y terminando por esa imagen levantando la Copa del Mundo. Yo me quedo con que esto no va a parar", dice.
Rocío Nadales
Rocío Nadales tiene veintiún años y juega en la categoría sénior del club malagueño Santa Rosalía de Maqueda y ha celebrado la victoria de las campeonas del mundo más emocionada y contenta que las propias jugadoras. "Esto va a suponer mucho para nosotras", dice con decisión, al comienzo de la conversación con EL ESPAÑOL de Málaga. Nadales estudia Periodismo y ve como algo muy positivo para el deporte que en todas las portadas de este lunes se pueda observar a la selección femenina levantando su preciado trofeo. "Cada vez se habla más de ello, y muchísima gente ha visto este mundial porque lo han facilitado desde los medios de comunicación. Cuando yo de pequeña quería ver fútbol femenino tenía que ser mediante Periscope, era muy complicado, pero yo era aún más friki. Lo que pasa es que normalmente es imposible engancharte a algo que no puedes ver. A mí me parece genial que mucha gente haya decidido ver esta final sin haber visto antes otro partido, probablemente sea su enganche", declara, sobre aquellos que se han subido al barco de Carmona y Putellas en los últimos días.
En su caso, comenzó en el fútbol cuando apenas levantaba un palmo del suelo. "Nací con un balón en los pies", añade con una sonrisa. Eso es lo que siempre le dice su familia. Con cuatro o cinco años jugaba a la pelota en la calle, siempre rodeada de niños. "En equipo con niños empecé a jugar con siete y ocho años. Y hasta los catorce o así estuve siempre en equipos masculinos y sin problemas, afortunadamente, aunque siempre he tenido que soportar el típico comentario de '¿Qué hace una niña ahí con todos los niños?', pero al final me daba igual porque se sorprendían de lo bien que jugaba después de prejuzgarme", recuerda.
No fue hasta los catorce cuando entró a su primer equipo íntegramente femenino, en Campanillas. Reconoce que la bajada de nivel fue notoria, respecto a los chicos; pero tras ocho años jugando con ellas, el panorama es totalmente diferente. "Yo he visto un cambio flipante. Tú vas a la liga provincial y cada día hay niñas más buenas. El nivel está subiendo cada día más, sobre todo porque cada vez se están creando clubes femeninos de niñas que entran a jugar muy pequeñas", prosigue.
De hecho, Rocío es entrenadora de uno de los equipos de su club. Entrena a niñas de 10 años que han seguido, con todo lujo de detalles, el Mundial que ha hecho España. "Ellas te dicen bien claro que su ejemplo a seguir son personas como Alexia Putellas, Aitana Bonmatí o Irene Paredes. A mí es algo que me apasiona, porque yo no tuve ídolos", resalta.
Carla Baena
Carla Baena es, de hecho, una de esas niñas malagueñas a las que los ojos le brillaban al ver a sus ídolas ganar el Mundial. Es la única de las protagonistas de este reportaje que ha podido soñar con parecerse a alguien en el fútbol. Ella tiene 13 años y llegó a este deporte al ver a su hermano mayor jugando. Ahora ambos comparten una pasión.
Después de haber pasado unos años en un equipo mixto del Alhaurín de la Torre, este mismo lunes comenzará en la escuela de formación del Málaga C.F, en el marco de un equipo íntegramente femenino.
Carla, que ocupó hace unos meses titulares de periódicos después de recibir insultos como "Puta, te comes más goles que pollas, eres una guarra" tras jugar un partido, cree que el auge de este deporte disminuirá la oleada de machismo, algo "muy necesario".
Esta portera, que es fiel admiradora de Misa Rodríguez, está deseosa por iniciar esta nueva etapa en el equipo más importante de su provincia y cree que ese cambio de club no será más que un nuevo paso para llegar a su gran objetivo: jugar en el Real Madrid, como lo han hecho recientemente internacionales como Esther Rodríguez.
Luz María Gómez
Y de los 13 cortos años de Carla, a los casi treinta de Luz María. Los inicios en el fútbol de una son los reflejos de la otra, aunque en diferentes épocas. Luz María también encontró una pasión gracias a su hermano, que es cinco años mayor que ella. "Los balones por casa hicieron que yo empezara a jugar con ellos y que mis padres se dieran cuenta de que con tres años ya tocaba bien el balón. He tenido la suerte de que mis padres me apoyaron desde siempre y me apuntaron a la escuela con solo cuatro años", dice.
Ella fue la primera futbolista de su pueblo, Guaro, un municipio malagueño de apenas 2.000 habitantes. Empezó en un campo de albero y rodeada de niños, pero asegura que nunca le importó el qué dirán y, además, agradece el buen trato que le dieron sus compañeros en aquel entonces. "A mí que me dijeran cualquier tontería me daba igual. Mi pasión era el fútbol. Si mis padres me castigaban, me podían quitar todo, que me daba igual. Ahora eso sí, que no me tocaran el fútbol, que era lo único que me dolía", confiesa entre risas.
Cree que las mujeres lo tienen más sencillo de niñas en los equipos mixtos. Cuando crecen, se encuentran algunos problemas como tener que cambiarse detrás del vestuario, escondidas, o, en su caso, tener que hasta marcharse a casa para cambiarse. "Además, con 13 años o así, te acaban echando porque ya no puedes jugar con los niños en ciertas categorías. A mí me pasó, pero decidí hacer un equipo con mi hermano. Él fue el entrenador, me hizo un gran favor en aquel momento", recuerda emocionada.
Sin embargo, reconoce que es "complicado" mantener un equipo en categorías inferiores. "Nadie coge un equipo pagándole 100 o 200 euros al mes con el sacrificio que conllevan entrenamientos, partidos los fines de semana... Mi hermano se ofreció simplemente para que yo pudiese seguir jugando al fútbol", relata, Desafortunadamente, aquello no fructiferó porque las niñas, al final, acabaron aburriéndose ante la falta de oportunidades.
"Yo empecé a rular por equipos de prácticamente toda la provincia: Alhaurín, Pizarra, hice las pruebas del Málaga, pero no me gustó mucho el rollo... Probé hasta el fútbol sala, aunque no me gustaba, porque tenía que buscarme la vida para jugar y no había sitios más cercanos a mi pueblo", cuenta Luz María, que acabó creando su propio equipo en Coín con una amiga. Juntas se buscaron a un entrenador y más chicas y con su propio club han ganado ligas y copas, todo un orgullo para ella.
En su caso, jamás ha logrado ganar dinero por jugar al fútbol. Al revés. "Nosotros no hemos cobrado un duro, hemos estado en nuestros trabajos, saliendo de trabajar a las tantas, y nos hemos ido corriendo a los partidos. Respecto a las lesiones, ni te pagan mutuas, ni seguro. Todo va de tu bolsillo. Lo máximo que me han llegado a dar ha sido para la gasolina del coche cuando lo he llevado", declara esta futbolista, que aún no ha decidido si seguirá jugando el próximo año o se retirará.
Por eso, para ella, lo mejor de que las chicas hayan ganado el mundial es que el fútbol femenino tendrá más visibilidad. Cree que con este paso habrá menos comentarios hirientes en las gradas de partidos femeninos, menos campos en mal estado para las mujeres y, en resumen, mejores condiciones para todas aquellas que se consideran futbolistas. "Ellas son la luz de todas las que estamos jugando en la sombra, porque al final son 23 jugadoras las que han ido, pero todas, las que hablamos en este artículo y muchas más, estamos colaborando día tras días para hacer grande el fútbol femenino en todos sus aspectos", zanja.