Toma de muestras para el análisis de contaminantes en los ríos.

Toma de muestras para el análisis de contaminantes en los ríos.

Málaga

Drogas o productos farmacéuticos: así está el ser humano contaminando los ríos

Un grupo de investigación de la UMA lleva más de una década estudiando la presencia de contaminantes en diversas cuencas mediterráneas. 

27 septiembre, 2023 05:00

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Desde hace más de una década, un grupo de expertos de la Universidad de Málaga observa muy de cerca y detenidamente las cuencas hidrográficas del litoral andaluz. En sus trabajos van dejando constancia de cómo el día a día del ser humano, unido a las actividades industriales y agrícolas que promueven, origina la entrada de un amplio espectro de contaminantes en el medioambiente. Algunos de ellos están ‘fichados’ por algunas instituciones que han impulsado, de forma más o menos drástica, medidas para ponerles coto; otros, sin embargo, están quedando fuera de las normativas y comienzan a generar mucha inquietud entre la comunidad científica.

Las cuencas del río Guadiaro y del Guadalhorce han centrado algunos de los trabajos de los investigadores del Grupo de Hidrogeología de UMA. En ambas, han detectado la presencia de los llamados contaminantes emergentes, compuestos químicos que pueden mostrar efectos adversos tanto para la salud humana como para el medioambiente y que escapan hasta el momento de la legislación. Engloban a los fármacos, las drogas o los productos de higiene personal y limpieza.

El último trabajo de los expertos malagueños se ha centrado en la cuenca del Guadiaro, un río que discurre entre las provincias de Málaga y Cádiz y cruza los parques naturales de Los Alcornocales y de la Sierra de Grazalema y el Parque Nacional de la Sierra de las Nieves. El 40% de su área cuenta con protección ambiental regional o nacional y más de la mitad pertenece a la Red Natura 2000 de la Comisión Europea. Únicamente sobre un 30% de su superficie está destinada al cultivo, principalmente en Ronda.

Pese a todo esto, los investigadores han constatado cómo sus aguas presentan signos de antropización, un concepto científico que se usa para ilustrar la transformación que ejerce el ser humano sobre el medio. Ese, apunta, presenta “riesgo acumulativo” ya que los vertidos emergentes localizados son muy difíciles de descontaminar y, por tanto, sus efectos pueden llegar a ser extremadamente preocupantes “no muy a largo plazo”.

En las muestras de agua superficial y subterránea recogidas en esta cuenca se detectaron hasta 25 contaminantes, entre ellos pesticidas, productos farmacéuticos y drogas de abuso. En el 85% de las tomas, detectaron cocaína, según detallan en el estudio, publicado en la revista ‘Journal of Environmental Management’. En el río Guadalhorce identificaron a finales de 2020 hasta 63 compuestos diferentes.

El profesor Iñaki Vadillo y la investigadora Marta Llamas.

El profesor Iñaki Vadillo y la investigadora Marta Llamas.

Entre las fuentes de procedencia de los contaminantes detectados en el último estudio señalan los incendios forestales y los vertidos de aguas residuales urbanas no depurados o escasamente tratados.

De forma muy sintética, ¿cómo llegan restos de cocaína o de fármacos al agua? Las personas se desprenden de ellos y llegan a las aguas residuales urbanas, que son mal tratadas o directamente no son tratadas, y así terminan en las aguas superficiales de ríos o embalses y también en las subterráneas, en los acuíferos, que son los recursos hídricos de los que luego se abastece la población. El proceso es, pues, un ciclo.

Desde hace décadas, los estudios vienen señalando la contaminación de las aguas en zonas donde se concentran un gran número de actividades agrícolas, urbanas e industriales, pero en los últimos años también reparan en otras sustancias provenientes de las actividades y los vertidos que hace el hombre en su vida diaria. “Todo apunta a que, debido a la expansión de los enclaves urbanos y las fuentes precursoras de contaminantes emergentes, su presencia y concentración no irá en descenso”, señalaba en el estudio previo el investigador del departamento de Ecología y Geología de la UMA Iñaki Vadillo, que ha estado al frente de estos estudios.

Un estudio publicado en PNAS el pasado año apunta a que una cuarta parte de los ríos en todo el mundo tienen niveles potencialmente tóxicos de principios activos farmacéuticos (PAF) y reseñaba que la exposición ambiental a estos perjudica no solo a los ecosistemas sino también a la salud humana a través de mecanismos como la resistencia a los antimicrobianos.

Investigadores del Grupo de Hidrogeología de la Universidad de Málaga.

Investigadores del Grupo de Hidrogeología de la Universidad de Málaga.

Tanto él como otros de los investigadores implicados en este grupo subrayan la importancia de que exista una regulación expresa sobre estas sustancias químicas que “provocan concentraciones en el medioambiente muy superiores a las que se podrían intuir”. “Aunque la Unión Europea ya está empezando a hacer un seguimiento de este tipo de resultados analíticos, estos contaminantes todavía no aparecen en los listados de estándares de calidad”, concreta el investigador Pablo Jiménez Gavilán, que defiende que “no se puede mirar para otro lado”.

En paralelo a ello, los expertos apuestan por corregir la gestión de las aguas subterráneas para evitar procesos de reconcentración de ciertos contaminantes y tratar el problema desde el origen. “Hay que estudiar y caracterizar las fuentes de contaminación para conocer la actividad generadora de cada compuesto y reducir su tasa de entrada y, así, entender el comportamiento de estos compuestos en los sistemas hídricos y minimizar su posible afección”, señalaba Vadillo, apuntando también a la depuración, aunque solo en las fuentes de abastecimiento.