"Te quiero, quiero volver a casa", esas fueron las palabras que Álex Batty escribió a su abuela desde el móvil de un transportista que le recogió en mitad de la carretera, cuando caminaba solo, tras huir de la comuna espiritual donde se encontraba con su abuelo y su madre. Batty desapareció en septiembre de 2017 en Málaga, cuando se encontraba de vacaciones con su madre y su abuelo. En aquel momento solo tenía once años.
Tras cuatro días caminando por montañas y colinas de los Pirineos Franceses, Fabien, un joven repartidor, lo recogió en una carretera cuando se encontraba transportando medicinas. Era de madrugada y el chaval no dudó en echarle una mano a Batty, pues encima estaba lloviendo. Con el teléfono de Fabien, Batty, que ahora tiene 17 años, escribió un mensaje a su abuela por Facebook: “Hola, abuela. Soy yo, Alex. Estoy en Francia, Toulouse y espero que recibas este mensaje. Te quiero y quiero volver a casa”.
Según la versión del menor, lleva un par de años viviendo en una comuna espiritual de Francia y antes había estado viviendo, supuestamente, en una casa de lujo en España con su madre y su abuelo, donde practicaba rituales, meditación y yoga, enfocándose en la diosa griega de la tierra, Gaia.
Según ha contado la abuela del niño al Daily Mail, tras separarse de su marido, David, este cambió de vida adhiriéndose a este tipo de comunas espirituales. Su hija, que siempre fue rebelde, empezó a enamorarse de su forma de vida. "Empezó a viajar al extranjero con Alex, no creía en la escuela ni en la educación. Sus vidas eran caóticas", recuerda al diario británico.
Así, en 2014, cuando el niño tenía apenas ocho años, se fueron a vivir con él a una comuna de Marruecos. Después el abuelo les siguió. Aunque en 2017 volvieron a Reino Unido, el abuelo y la madre se llevaron al niño a Málaga para convivir con diez personas más en una comunidad espiritual, dentro de una villa. Desde entonces, su rastro se borró por completo hasta esta semana.
En 2018, ya su abuela denunció la desaparición e insistía en creer que estaban en una secta de Marruecos. De hecho, como se le vio por última vez en el Puerto de Málaga, le cuadraba mucho la idea. No estaba muy equivocada.
Ella ya ha podido hablar con su nieto por videollamada y aún permanece "en shock" al ver que se encuentra bien. Así, ha pedido privacidad para "dar la bienvenida" a Alex con tranquilidad. Mientras tanto, Álex se encuentra con los servicios sociales franceses, pero pronto volverá a su país. La investigación corre a cargo de la Policía de Manchester, que aún no tiene información del abuelo y la madre de Alex porque este se niega a decir el punto exacto donde ha pasado los últimos años.