Zakhary Kniazevich Kalashov , conocido en el mundo criminal exsoviético como Shakro, volvió a la actualidad esta semana porque según el magistrado del juzgado de instrucción número 1 de Barcelona en febrero de 2020 se reunió con el jefe de la oficina de Puigdemont en Moscú y Gonzalo Boyé para influir de alguna manera en el proceso independentista catalán. Esto en concreto sería bastante extraño porque Kalashov se encontraba en una cárcel de máxima seguridad de Dvubratsky (Krasnodar) por esa época, no así otro capo que se menciona en el auto judicial. Pero aquí vamos a centrarnos en quien es realmente este Don, que como cualquier capo mafioso que se precie tuvo su paso por la Costa del Sol.
Kalashov es un Vor v zakone, lo que viene a significar que ejerce de líder de una organización criminal rusa o de un área de su influencia. Nació en Tbilisi (Georgia) en el año 1953 en una familia yazadí y se convirtió en uno de los capos más importantes de la mafia rusa en los 90 tras ser coronado como Vor en una cárcel georgiana desde 1970 porque cometió un robo con violencia.
Ahora a pesar de estar en prisión sigue ejerciendo como CEO, aunque con menos poder. En el mundo criminal ruso, el paso por la cárcel se toma como algo natural. Nadie se convierte en jefe sin haber permanecido en la trena, puede que sea la profesión donde más meritocracia hay que ejercer para llegar a lo más alto. Nadie te enchufa, si te conviertes en un Vory es porque todos los demás te respetan. Y a Kalashov le respetaban muchos otros capos, él tenía el poder en Georgia.
Pero su mando llegaba a Rusia, Kazajstán, Uzbekistán y Kirguistán. Ahora todo ha cambiado. Ya no está en la cumbre. Cuando llegó a España lo hizo a lo grande en los años 90, ya era una autoridad criminal. Viajaba constantemente a Madrid, Alicante, Marbella e incluso a la provincia de Almería donde construyó un palacio para su hija.
La mayor parte de los miembros de su organización criminal en territorio peninsular vivían en Torremolinos, Marbella y Málaga. Él pasó mucho tiempo en España porque en Rusia lo habían intentado asesinar 9 veces, gajes del oficio. Y se hizo mediático a nivel nacional cuando en 2008 Lukoil, la gran petrolera rusa, intentó comprar el 30% de Repsol y aquello no llegó a buen puerto por distintos escándalos.
Este tipo de asuntillos se acrecentaron para la petrolera tras el comienzo de la invasión a Ucrania, al presidente de su Junta Directiva el señor Ravil Maganov lo suicidaron desde la sexta planta del hospital clínico de Moscú. Profesiones de riesgo.
Volviendo al hampa. Kalaskhov poseía unos 300 millones de euros en acciones de la petrolera según la fiscalía suiza e incluso llegó a aparecer en la web de la empresa como parte del organigrama. Los suizos indagaron en alguna cuenta suya en el Credit Suisse de una sociedad que había creado para recibir fondos desde un banco letón y otro desde Vanuatu, un paraíso fiscal de Oceania.
La fortuna de Kalashov provenía del narcotráfico, tráfico de armas, extorsión, prostitución, y del blanqueo de sus empresas legalizadas como 3 casinos que poseía en Moscú, y por tanto necesitaba darle a salida a tanto activo.
Su problema en España fue mezclarse mediáticamente con Lukoil, porque hizo saltar la liebre y acabó en un proceso penal donde se probó que lavó en España 7,5 millones de euros de sus actividades delictivas y que los invirtió en el mercado inmobiliario español.
Aquello se inició en una operación de 2005, y en el que Kalashov fue detenido en Dubai en 2006 por orden de la Audiencia Nacional. En el periodo de espera del juicio estando en libertad provisional fue detenido mientras paseaba tranquilamente por las calles de Marbella en 2010, unos de sus lugares favoritos.
El Supremo en 2011 le condenó a 9 años y medio por la creación de empresas inmobiliarias ficticias a través de testaferros de confianza para adquirir lo numerosos bienes que poseía en nuestro país y sin ninguna actividad laboral. Y mientras, Georgia le reclamaba judicialmente por una condena pendiente de 18 años por el asesinato de un empresario estadounidense que era propietario de un casino en Moscú, del que luego casualmente se apropió Kalashov.
Siempre trató de no regresar a Georgia, primero porque tenía allí enemigos y segundo porque su influencia política es menor que en Rusia. Así que finalmente acabó extraditado desde España a Rusia en 2014, donde sigue.
Desde 2013 a Kalashov se le consideraba el mayor criminal de la mafia rusa tras el asesinato de Aslan Ussoyan, conocido como el Abuelo Hassan. Fue su mentor en la mafia, y también era georgiano como él.
Al Padrino le disparó un francotirador mientras entraba con su escolta a uno de sus restaurantes favoritos en la calle Povarskaya de Moscú, es una vía en la que hay bastantes embajadas y se encuentra a un kilómetro y medio del Kremlin. Esa zona frecuentaba Aslan.
La vuelta a sus orígenes
Cuando regresó a Rusia en 2014 lo primero que hicieron las autoridades fue llevarle al Ministerio del Interior, donde se fraguó un pacto. Al parecer al Kremlin le interesaba hacer fuerte de nuevo a Kalashov si conseguía controlar las luchas internas que tenían los clanes de la mafia rusa. Pero su error fue volver a ejercer de capo como se hacía en los años 90, de gatillo fácil. Y la discreción no es la principal virtud de Shakro.
El 14 de diciembre de 2015 protagonizó un gran escándalo con un tiroteo a plena luz del día que involucró a dos sicarios de su clan, y a exagentes del FSB (Servicio federal de seguridad de Rusia, antiguo KGB). Ese día frente al restaurante Elements de la calle Rochdelskaya en Moscú murieron dos personas acribilladas a tiros, y 7 más acabaron heridas de bala.
Shakro exigía al propietario de ese restaurante 100.000 euros como pago de extorsión tras no haber salsado una deuda con una diseñadora que conocía a Kalashov, pero la propiedad tenía como escoltas a Kim Budantsev (el exagente del FSB).
Dos miembros del clan de Kalashov murieron en los hechos, y finalmente fue detenido en julio de 2016. Por esta causa le cayeron 9 años y 10 años en Rusia en una prisión de máxima seguridad, un triste final para un capo de prestigio.
También consiguió sobornar con más de 500.000 euros a tres altos cargos de investigación para que liberaran a un miembro de su clan que él mandó a reclamar el dinero, pero les pillaron.
A día de hoy se espera que salga en breve de la cárcel, ya que ayudó al reclutamiento de presos para el ejército ruso. Consiguió el beneplácito de los demás líderes criminales que se encuentran en prisión, y así el grupo paramilitar Wagner reclutara a presos para la guerra de Ucrania.
Se habla en medios rusos especializados que Kalashov tuvo acceso a conversar con Prighozin. Quien fue líder del Grupo Wagner y al que tras el intento de golpe de estado del pasado verano fue asesinado con un misil mientras volaba en su jet.
Cuando salga de la cárcel con 71 años, a Kalashov le quedará menos influencia que cuando entró. Aún así tendrá capacidad para reclamar lo que el entienda como suyo, ya que incluso desde prisión ha visto como uno de sus principales enemigos fue liquidado.
Se trató del capo azerí Nadir Salifov, al que ejecutó su propio guardaespaldas en Estambul tras recibir 20 millones de dólares en 2020. Grabó el asesinato para ofrecerle pruebas a sus pagadores, porque había mucho en juego.
En 2016 en su última detención el FSB irrumpió en su mansión de Moscú. En el vídeo que difundió el Ministerio del Interior ruso de la operación a Shakro se le ve tenso al percatarse que le están grabando. “¿Por qué hay una cámara? ¡No hay necesidad de que montéis un espectáculo! Esta es la vida de Zakhary Kniazevich Kalashov 'Shakro' que podría protagonizar una ficción, otro que echará de menos la Costa del Sol.