“No se normalizan las historias de protagonistas homosexuales”. Aunque cada vez sea más cuestionada esta afirmación, los personajes LGBTI casi nunca son los principales en los relatos de fantasía. Esta declaración la hace el escritor granadino/malagueño JJ. Arevi. Él lo tiene claro: “Juego de Tronos no hubiera tenido la misma repercusión si sus protagonistas hubieran sido dos hombres o dos mujeres”.
Las temáticas LGBTI están mucho más ligadas al drama (o al humor), como en el caso de 20.000 especies de abejas, película que arrasó el pasado año en el Festival de Málaga. Este filme es un retrato de la transexualidad y de la vida misma, una historia realista a más no poder. Pero, ¿por qué cuando imaginamos un mundo mágico no hay esa misma diversidad? La fantasía evoca la libertad pero, en cuanto a las tramas amorosas, cuesta desvincularse de la normatividad.
Arevi es un amante de las letras que trabaja como farmacéutico especialista en un hospital de Málaga. Compaginando su profesión con la escritura, creó un mundo imaginario llamado Allegaïa; donde tendrán lugar las aventuras de dos hombres que intentan salvar el mundo, mientras se enamoran. Su trilogía de fantasía épica se titula «Los doce hijos», cuyas obras son: La casa de Albián (2020), Sombra de una estrella oscura (2022) y La corona del verdadero hijo (2024).
¿Tiene formación académica tanto de ciencias como de letras?
Estudié Farmacia. En cuanto a las letras, mi aprendizaje ha sido leer, muchísima ficción sobre todo.
¿Qué obras le han inspirado?
La saga de Harry Potter, especialmente por el carácter de los personajes y la construcción de la historia. También destaco la saga Añoranza y Pesares. Y los videojuegos como Final Fantasy me encantan, estos influyeron en la base de mis historias.
¿Qué vino antes, su pasión por la escritura o por la biología y la farmacia?
Más que por la escritura, mi pasión inicial fue por la lectura desde pequeño. Siempre fui un lector ávido. Aunque estudié farmacia por la seguridad económica, siempre tuve un interés latente por las letras y las ciencias.
¿Cómo compagina la escritura con su trabajo?
Fue complicado al principio, pero al no tener hijos ni grandes responsabilidades fuera del trabajo, dedico todo mi tiempo libre a escribir. Muchas tardes, sábados y domingos los paso escribiendo, es un compromiso que asumo con gusto.
En sus historias de fantasía el romance es un componente importante.
Sí, muy importante, lo es todo. Al principio, cuando planteé el primer libro, pensé que iba a ser una novela coral, porque hay muchos personajes. Pero al final fue el amor ese hilo que me ayudó a conducir la trilogía. Aunque pasan muchas cosas, el mundo se va a acabar y hay que salvarlo. Pero al final, para mí, esa historia de amor es lo que lo unifica todo, de principio a fin.
Inventó un mundo imaginario que se llama Allegaïa. ¿Qué cosas de su entorno o recuerdos se reflejan en ese universo?
Un montón. Hay una ciudad que me evoca mucho a la Alhambra. Soy de Granada y mi ciudad es la más bonita del mundo -risas-. Luego, me han inspirado mucho los viajes; visité Toulouse, utilicé la estética de los edificios de ladrillo; el Mont-saint-michel es un sitio espectacular que siempre me ha fascinado desde chico, lo describí para varias escenas. Y luego, por ejemplo, mucha trama se desarrolla en un desierto que viene a partir de mi estancia en Chile, estuve en Atacama y todas las sensaciones físicas que tuve allí, las plasmé en mi obra.
Escribir ayuda a escapar de la realidad. ¿Diría que construir estas historias le ha ayudado a afrontar mejor su día a día? ¿Escribir sirve como terapia?
Sí. Sobre todo cuando era más pequeño. No es ya tanto el hecho de escribirlo, si no de imaginar mi propio mundo. Soy homosexual y el momento en el que me enfrenté al armario, hace 20 años, fue muy complicado; me ayudó tener un universo imaginario en mi cabeza donde todo pudiera ser fácil y posible. Me sentía mejor dentro de mis pensamientos.
¿A qué edad creó este mundo?
Con 11 ó 12.
Muy pequeño.
Sí. Obviamente ha ido cambiando. Pero a esa edad tenía mapas dibujados y muchos de los nombres de las ciudades ya pensados.
Compara su obra con Juego de Tronos. ¿Cree que a los fans de Juego de Tronos podría gustarle su trilogía?
Yo creo que sí. Lo que pasa es que yo la comparo con Juego de Tronos porque es el paradigma de la novela de fantasía épica comercial. Pero me pregunto si la saga hubiera tenido éxito si se hubiera planteado que la pareja principal de Jon Nieve y Daenerys Targaryen hubieran sido dos chicos o dos chicas. Yo creo que no.
¿Por qué cree que no hay personajes LGBTI en historias de fantasía?
Ya empieza a haber. Sobre todo porque los creadores de fantasía, la gran mayoría, son LGBTI. Pero siempre crean personajes secundarios o historias que pasan muy desapercibidas. Yo pienso también que siempre el público ha sido destinado a hombres heterosexuales.
También habría que tener en cuenta que Juego de Tronos es una obra mundial. Entonces, para conectar con otros países, igual sí es más complicado que sea LGBTI.
Totalmente. No sería comercial en otro sitio que no fuera Occidente, o muy cerca de Occidente.
Volviendo a su trilogía, ¿qué personaje diría que se parece más a usted?
Cada personaje tiene un poquito de mí, de alguna parte de mí o de alguna vivencia. Todo el mundo me dice que el protagonista soy yo. Gael tiene gran parte de mi personalidad. Luego, hay características suyas en las que no me veo identificado, y que potenciado por explorar nuevas sensaciones. Me gusta que el libro tenga una carga emocional importante.