La Universidad de Málaga tuvo que adaptarse al teletrabajo de manera abrupta en 2020. Cuatro años después, y una vez restablecida la normalidad académica, se ha regulado esta modalidad para el Personal Técnico de Gestión y de Administración y Servicios (PTGAS) tras consensuar el reglamento con sindicatos y plantilla. “Es un documento moderno y pionero en algunas circunstancias, y será una experiencia piloto este próximo curso”, explica a este periódico el delegado del rector en Materia de Personal, Jesús Bonill.
El reglamento fue aprobado hace unos días en el Consejo de Gobierno de la Universidad de Málaga. El Estatuto Básico del Empleado Público, específicamente en su artículo 47, reconoce el derecho a esta modalidad laboral, por lo que se ha trabajado en los últimos años para desarrollar este documento. “En la pandemia nos dimos cuenta que la universidad estaba preparada para poder teletrabajar porque los resultados fueron positivos”, detalla Bonill.
Esta nueva normativa cuenta con varios puntos básicos y esenciales para su correcto funcionamiento. No se impone un límite de días, es totalmente voluntario, y se establece la figura del supervisor, quien gestionará y controlará la actividad a través de un Plan Individual de Teletrabajo.
Este plan englobará toda la información: los días de teletrabajo permitidos, las tareas a realizar y los indicadores de productividad. En total, la UMA cuenta con 1.440 PTGAS, aunque no todos los puestos son compatibles con esta modalidad, tal y como explica el delegado de Personal.
De los 1.440 puestos de trabajo que regula la norma, aproximadamente el 65% son teletrabajables y se recogen en el anexo del documento, según apunta Bonill. Como ejemplos, no será posible establecer el teletrabajo en el caso del personal de atención al usuario (conocido como SICAU) o los técnicos de laboratorio.
Las personas supervisoras serán las responsables de establecer el número de trabajadores que puedan estar teletrabajando a la vez en un mismo servicio o unidad.
La cantidad de autorizaciones para teletrabajo estará limitada por el número de dispositivos disponibles que la Universidad pueda ofrecer, que actualmente está muy por debajo del número de trabajadores a causa de la compleja situación financiera.
Por ello, si el empleado está dispuesto a utilizar sus propios equipos también podrá teletrabajar, siempre y cuando estos sean validados por la Universidad. “En estos momentos no podemos ofrecer los medios para todos los casos, pero esperemos que en un futuro sí, es la intención”, indica Bonill.
En todos los casos, el trabajador será responsable de proporcionar su propia conexión a internet y el teléfono necesario para desviar llamadas durante los periodos de teletrabajo. “El usuario no llama al móvil del teletrabajador, llama al fijo que tenga en el puesto de trabajo y hay un desvío de llamada que se hace a nivel interno, por lo que en ningún momento se usa el número personal”, explica.
Dos convocatorias
La solicitud para teletrabajar se podrá hacer en dos convocatorias anuales: en la primera quincena de octubre y en la primera quincena de febrero, a través del registro de la universidad.
Tras solicitarlo, la UMA autorizará en el plazo de un mes esta nueva modalidad de trabajo para el empleado con su plan individual. Además, el reglamento también incluye una comisión de seguimiento que supervisará todas las funciones y a los empleados, junto a la resolución de reclamaciones.
Así, el principal objetivo es aumentar la motivación y favorecer la conciliación, con una mayor flexibilidad horaria. Otro de los puntos importantes es la reducción de desplazamientos a la universidad, lo que conlleva menos colapso y menos tráfico, según detalla el delegado en Materia de Personal.
En septiembre, a la vuelta de vacaciones, este nuevo proyecto comenzará su andadura con una “píldora informativa” en la que Bonill se reunirá con todos los responsables y supervisores del teletrabajo para explicarles la norma y el procedimiento y así poder planificar la experiencia piloto.
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