En Países Bajos los ataques con explosivos contra negocios o viviendas de personas con relación con organizaciones criminales suceden a diario. Las localidades donde suelen ocurrir hechos como estos son Rotterdam, Utrecht, Oss, La Haya o Ámsterdam. En estos ataques las mafias no tienen reparos en utilizar a menores para que cometan los hechos. Los clanes criminales que cometen estos atentados suelen estar vinculados a la Mocro Maffia, pero también decenas de ellos son provocados por bandas moteras como Satudarah, Bandidos o Hell Angels y por clanes de narcotráfico históricos de Países Bajos.
Todas estas mafias internacionales tienen tentáculos en España, aquí intentan mostrar su lado menos violento de forma pública, pero en ciertas ocasiones nos recuerdan su presencia a su manera. Algo que sucedió el pasado miércoles 28 de agosto en la Carihuela (Torremolinos, Málaga). Un desconocido se introdujo, rozando las 7 de la mañana, en el restaurante neerlandés Kippenhuis situado en la calle Decano Higueras del Castillo en plena Carihuela. Allí cogió botellas de alcohol y luego las esparció por la terraza del establecimiento para posteriormente provocar un incendio en el exterior y huir en una moto. El local está situado en la planta baja de la urbanización Sotomar, y este atentado por suerte sólo provocó daños materiales. Gracias a que el fuego no abordó a las viviendas que se encuentran en la planta superior, podría haber sido una catástrofe, pero gracias a la rápida intervención de los bomberos todo quedó en un susto.
Con respecto al siniestro, algunos vecinos ya se percataron que en los días anteriores al ataque directo contra el restaurante, los toldos del establecimiento amanecieron rajados. Fue el primer aviso. En la Costa del Sol de vez en cuando pasan estas cosas, que quedan rápidamente en el olvido colectivo. Como los disparos directos contra el restaurante La Sala en Marbella, o con dos incendios provocados a finales de 2023 en un restaurante colombiano en pleno Puerto Banús, y otro contra un local cercano al Marbella Arena.
Tanto en Suecia, Países Bajos y en Italia están más acostumbrados a estas circunstancias, en las que el germen siempre es el mismo. Ajuste de cuentas, o intentos de extorsión. En España, como no son tan habituales, se suele pensar que un incendio inesperado es para estafar al seguro. Pero la cruda realidad es así, también lo piensan los investigadores de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Policía Nacional que el último suceso de Torremolinos tiene un trasfondo de ajustes de cuentas.
En Países Bajos, por poner en contexto de lo que el crimen organizado provoca en el país, sólo el jueves acabaron heridas de bala dos personas en Rotterdam, asesinaron a balazos a otra en Vlissingen, en Groningen dispararon contra un coche en movimiento, y en Siebengewald detonaron una granada de mano en un vehículo. El martes, un centro de correos en Holtum tuvo que ser evacuado porque encontraron un paquete bomba, ese mismo día detonaron una bomba en una vivienda en Vianen, en la Haya atentaron con explosivos contra un edificio, y en Haarlem dispararon contra una vivienda. Esto lo que ha trascendido públicamente, ahora piensen en los secuestros, y amenazas internas que han ocurrido en la sombra de la violencia que se genera en la criminalidad organizada. Porque evidentemente los narcos no van a acudir a la policía a delatarse a sí mismos. Lo más preocupante es la deslocalización de los hechos, suceden en muchísimas localidades. Esa es la peor señal de todas, y la Costa del Sol no está ajena a todos esos conflictos.