Lolo y su compañera Irene son monitores de actividades náuticas en Medusa ADN, una empresa dedicada a los deportes acuáticos, y, por ello, se adentran a diario en el mar. Sin embargo, pese a la rutina, la mañana del pasado jueves no la van a olvidar en la vida. Sobre las 10.50 horas, ambos se encontraban en las aguas que bañan la playa de Torremuelle. Como hacía un día magnífico, decidieron irse de travesía con sus alumnos para bucear en una zona donde se ubica un barco hundido. Lo que no se esperaban es que, de un momento a otro, un coche iba a caer, dando vueltas de campana, por una zona de acantilados cercana al punto donde se encontraban.

A bordo del coche iba Sergio, un ciudadano español que circulaba a bordo de su Ford K por la avenida del Sol de Benalmádena por error. Al parecer, el GPS le redireccionó por aquella zona. La casualidad quiso que en la misma vía, un BMW de una conocida empresa de VTC impactara contra él destrozando la valle de seguridad y haciéndole caer al mar de golpe.

Lolo escuchó un fuerte golpe procedente de esta zona rocosa. "Giré la cabeza y vimos literalmente a un coche dando vueltas de campana. Fueron tres segundos, pero como he estado vinculado mucho con accidentes, porque he colaborado en salvamento, reaccioné muy rápido", explica a EL ESPAÑOL de Málaga Lolo.

Unas imágenes tras el suceso.

Pese a que su compañera, de inicio, se quedó en shock, pronto se unió a él para montarse en una zodiac y acercarse hasta el vehículo para tratar de ayudar al conductor. "Pensábamos que el hombre estaría inconsciente después de la cantidad de vueltas que había dado, pero no. Creíamos que podría tener algo muy gordo, por mucho cinturón que lleve, se llevó muchos golpes", comenta el instructor.

Sin embargo, el hombre estaba aparentemente ileso, salvo unos rasguños y heridas superficiales. También se quejaba de que le dolía una pierna. "El hombre sale por su propio pie milagrosamente. Se tiró en la zona de las rocas de inicio y luego se incorporó mientras le ayudaba. Mi compañera se quedó grabando en la embarcación. Comprobamos que respiraba, que estaba bien, que no tenía lesiones graves. Le hicimos unas preguntas y nos sorprendió por lo bien que respondía", insiste Lolo.

Al parecer, Sergio se mostraba preocupado por el coche con el que había impactado, entonces Lolo, que estaba en el mar, comenzó a entender lo que había pasado. "Levanté la cabeza y vimos la valla rota y un par de policías asomados, les expliqué que íbamos a llevarnos al señor a la playa más cercana y que lo íbamos a inmovilizar, creo que ambos estaban de paso, no pudieron llegar tan rápido", relata.

Así hicieron. "Llamé al gerente de socorrismo y le expliqué la situación, llegamos a la arena y aparecieron bomberos, policía, sanitarios... Y ya estabilizaron al hombre con un collarín, también le pusieron una vía", cuenta el monitor, aún un poco sorprendido ante la experiencia que le tocó vivir.

La víctima estaba pálida, pero no la veían tan bloqueada mentalmente como esperaban en un principio pese a haber caído por un desnivel de más de treinta metros. "Lamentó que se le había roto el teléfono. Yo recuperé del coche su riñonera, pero se puso triste con el tema del móvil, decía que ahí tenía toda su vida, su trabajo. No quiso llamar a nadie porque decía que tenía a su madre con cáncer y a su padre algo mayor, no quería darles disgustos", declara.

Además, el conductor les contó que permaneció consciente en todo momento. Durante la caída, veía el agua cada vez más cerca. Le quedó una pequeña balsa de aire que le permitió escapar aprentando el botón del cinturón de seguridad. Lo pudo contar de milagro.

Lolo e Irene le demostraron que lo material se recuperaba fácil. Se empeñaron en hacerle ver que había sobrevivido a una caída que parecía mortal y de la que había salido prácticamente ileso. "Le dijimos que apuntara la fecha porque había vuelto a nacer", zanja.

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