Málaga

Cuando José Lebrero (Barcelona, 1954) aterrizó como director artístico en el Museo Picasso hace 12 años, Málaga no tenía puesta la coletilla de 'ciudad de los museos' y su actividad cultural no aparecía reseñadas en importantes cabeceras internacionales. El espacio en calle San Agustín ha sido un actor fundamental en esta evolución mientras la ciudad crecía a ritmo desaforado.

Desde su llegada, el exdirector del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo ha vivido momentos gratificantes como batir récord de visitas y llegar a ver expuestas 1.500 obras del pintor en sus paredes. También experiencias mucho más terroríficas como la pandemia, que les ha afectado enormemente, o su posible destitución cuando lo pidió Christine Ruiz-Picasso a causa de la "oportunista" exposición Viñetas en el frente.

El Museo Picasso soplará las velas de su 18 cumpleaños este miércoles. El balance de estas casi dos décadas de trabajo, según Lebrero, es "bueno". "Se puede hablar de buenos resultados", reconoce durante una entrevista con EL ESPAÑOL de Málaga. El lugar, un espacio vivo a día de hoy que ha llegado a colaborar con el MoMA, ofrece al público interesantes exposiciones y un catálogo inmenso de actividades.  

Una imagen del Museo Picasso de Málaga en su interior. Álex Zea / Europa Press

"El Museo Picasso no debe dedicarse a celebrar y y elevar la figura de Picasso. Nuestra misión es tutelar el patrimonio del pintor. Estaría muy bien innovar la manera de ver el aporte que hizo y los valores que están en su obra", reflexiona el director del museo, cuyo crecimiento ha ido de la mano del de la ciudad, que ha sufrido a causa de la turistificación y el mercadeo en torno a la figura del genio malagueño.  

En 2023, además del 50 aniversario de la muerte del artista, se celebrará el vigésimo cumpleaños del Museo Picasso de Málaga y el sexagésimo del de Barcelona. El Gobierno francés y el español han formado una comisión para celebrar como se merece la efeméride. Este país tendrá "una gran oportunidad para afirmar esa asunción de que Picasso era también español". "Pueden pasar grandes cosas", afirma.

Este miércoles cumplen la mayoría de edad. ¿Cuál es el balance de estos 18 años de actividad?

El balance es positivo. El proyecto nació por la voluntad compartida de la familia de Picasso y la Junta de Andalucía. Entonces era difícil saber qué, 18 años después, se convertiría en una referencia cultural en Málaga y más allá. El espacio se encarrila hacia sus 20 años de edad. Cuantitativamente, las cifras hasta que llegó la pandemia eran muy buenas. Y cualitativamente se han llegado a mostrar 1.500 obras de Pablo Picasso. El museo ha ido desarrollando programas culturales y educativos. Es un lugar de encuentro cultural en la ciudad. Queda trabajo por hacer y muchos retos por delante. Se puede hablar de buenos resultados.

Ha hablado del virus. ¿Qué impacto ha tenido a nivel económico y de público en el museo?

Ha habido sectores a los que les ha afectado mucho la pandemina en España y fuera de ella: el turístico y el cultural. El primero ha sido dañado al detenerse la movilidad. Sólo en los últimos meses estamos viendo un mayor flujo de personas que vienen a Málaga. Eso ha afectado muchísimo. Un museo sin público no es museo, es un mausoleo. El sector cultural se ha visto gravemente perjudicado. Todo aquello que tiene que ver con la cultura y no puede ser recibido, consumido, en un espacio familiar que depende de personas que cuentan a otras y producen cosas pues también. Nosotros formamos parte de ese tejido cultural y turístico. Ha sido muy fuerte el impacto, tanto en lo económico como en el aplazamiento de exposiciones y programas. Dos años después, parece que hay posibilidades de ir recuperando el ritmo pensando programas más ambiciosos. Lo peor habría pasado.

Se ha curtido trabajando en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA). ¿Cree que Málaga debería mirarse en el espejo de una ciudad devorada por su modelo turístico?

Hablas de turismo y calidad de vida en una ciudad. El retorno de un exceso de turistas está evidenciando de un modo muy tangible algunos efectos negativos que ha tenido en la ciudad. Se puede recurrir a un término que está muy en boga: la sostenibilidad. ¿Cómo no vamos a felicitarnos de que vengan personas a conocer esta ciudad, quieran disfrutar de lo que tiene y que aporten riqueza económica e incluso cultural? Otra cuestión es cómo modular el flujo de visitantes, cómo contener el exceso de especulación inmobiliaria y cómo regular el uso de los espacios públicos. No parece de momento que se esté aprendiendo bien lo que la pandemia dejó ver. Hay una serie de asuntos que piden urgentemente solución. Hay una exposición en Madrid en torno al videojuego en la que se puede disfrutar de una experiencia que puso en marcha el Ayuntamiento de Estocolmo. En esta se propone a la ciudadanía que jugara para dar soluciones y opciones alternativas a cómo mejorar la ciudad. Algunas de ellas se pusieron en marcha. ¿No sería interesante buscar modelos más participativos de la ciudadanía para saber mejor que ciudad queremos y se puede hacer? Esa es una enseñanza que la pandemia nos ha traído. Voluntad me consta que la hay. Pero sólo con voluntad no se cambian cosas. Las administraciones tienen que buscar soluciones para un problema que ya estaba aquí y que de nuevo sigue estando aquí. 

El Ayuntamiento barcelonés ha decidido bajarse del tren del Hermitage, entre otras cosas, por la concentración turística. ¿Qué opina del posible desembarco del museo? ¿Sería competencia para ustedes?

En Normandía hubo un desembarco muy famoso en la historia del siglo XX para liberar a Francia de una invasión extranjera. El desembarco fue estratégicamente muy importante para cambiar el rumbo de la Segunda Guerra Mundial, pero causó muchas víctimas. Es una metáfora para cuestionar la idea de los desembarcos. Lo que es deseable y prioritario en estos momentos, en los que en algunas ciudades del mundo hay personas que quieren venir buenos museos a Málaga, es mejorar las condiciones de las instituciones que funcionan bien. No todas funcionan bien. Vanagloriarse de tener las puertas abiertas de muchos museos no es garantía de que lo que se hace tiene la calidad necesaria. Aquellos que funcionan bien piden más y necesitan todo el apoyo posible. Sobre todo cuando estamos saliendo de la pandemia. En el tema que tú mencionas, ¿quién son los propietarios del museo? ¿Por qué alguien quiere que eso suceda? Es una buena pregunta que los medios deben hacerse.

Imagino que ni el Museo Picasso ni los demás espacios culturales quieren una ciudad turistificada, llena de pisos turísticos, franquicias y pocos vecinos en el centro...

El hecho de que una ciudad sea atractiva porque tiene una oferta cultural, museística en este caso, es muy de agradecer. Más si se ofrecieran otras menos constructivas. El Museo Picasso Málaga tiene que hacerlo bien en la esfera de lo que le corresponde. Ser más sostenible, buscar modelos participativos y aspirar a una calidad y una excelencia tanto en lo que ofrece como en el servicio que da. Los museos no tienen porque que tener la responsabilidad del descalabro urbanístico o de la especulación financiera respecto a lo que son los bienes que ofrece una ciudad.

La marca Málaga, ciudad de los museos, se ha asentado en los últimos cinco años. ¿Cree que la apertura de tantos espacios ha tenido alguna repercusión en su museo? 

Por razones de trabajo, acabo de regresar de Inglaterra. Visitando la Tate de Liverpool escuché a una pareja. Ella le decía a él: "Tenemos que ir a Málaga porque hay museos muy bonitos". Eso es maravilloso. En ciudades del mundo hay personas que visitan museos y les interesa la cultura que han tomado Málaga como un destino de turismo cultural. Hay que ofrecer buenos museos y requiere de la financiación adecuada, promocionarlos donde corresponda de un modo inteligente, exigirle a los museos que sean sensibles a las problemáticas de la contemporaneidad y equipos profesionales que los puedan liderar. Hay que añadir a ese distintivo ciudad de los buenos museos. 

Recuerdo un titular de 2015: "Trabajar en el Pompidou y en el Museo Ruso por cinco euros la hora". Esa marca debe acompañarse de una inyección económica, pero también de unas buenas condiciones laborales.

No sé cómo está la situación actual. Claro, trabajar en unas condiciones precarias sin considerar que hoy en día muchas ocupaciones precisan de una formación permanente no es lo mismo que trabajar en una organización que pretende ser sólida, y que goza de un apoyo simbólico y financiero por parte de la administración pública y la sociedad civil. Si de lo que estamos hablando es considerar la cultura no sólo como un negocio, que también que sucede en esta ciudad, sino como un servicio público y un derecho de la ciudadanía. 

Lleva ya 12 años al frente del museo. ¿Cuáles son sus demandas en materia de presupuesto?

No conozco a ningún responsable de un museo que esté satisfecho del presupuesto del que dispone. Este tipo de instituciones si son ambiciosas quieren crecer y desarrollar mejores programas. La pandemia ha traído un encarecimiento no sólo de los productos en los supermercados, sino también de la logística de producción de este tipo de instituciones. Cada vez es más caro, complejo y difícil poder reunir obras de arte significativas porque hay que transportarlas, llevarlas en buenas condiciones, etc. Hay otra cuestión relacionada con la transformación digital. Eso requiere perfiles profesionales que no tenemos todavía. Estamos en este sector, como en otros de la cultura y en el vuestro, viviendo un periodo de cambio que requiere de una mejora en la financiación y en la sofisticación de los equipos técnicos. Hay retos y objetivos a cumplir que requieren nuevos conocimientos y nuevas formaciones para los profesionales. Podríamos hacer más cosas y mejor. 

Forma parte de la Comisión Nacional por el 50 aniversario de la muerte del pintor, que se ha reunido esta semana. ¿Qué se sabe por ahora? 

Se ha creado una alianza entre el Gobierno francés y el español para conmemorar los 50 años del fallecimiento de Picasso. Hay casi 50 museos que van a participar. Tiene todos los puntos esta comisión para aportar algo relevante. Hay una voluntad del Gobierno de facilitar la producción de los proyectos que se están desarrollando. Vamos a crear programas culturales. Uno de los objetivos es vincular de un modo constructivo e imaginativo la figura del pintor a España. Se trata de potenciar el hecho indiscutible de que Picasso no sólo nació en Málaga y era español, sino que la manera de pensar y de crear artísticamente hablando no es del todo francesa. Tiene un sesgo cultural que lo vincula a España por la manera en la que plantea algunas cuestiones estéticas o por como resuelve formalmente otras. 

Velázquez, Goya y El Greco están presentes en su obra...

No hay que sorprenderse de algo que es obvio en el cine español. Algunos directores muy significativos del pasado han influido en directores más jóvenes. También sucede en la literatura o en la música en España. ¿Por qué no va a suceder en el arte español y por qué no con Picasso? Su figura es tan grande que transciende, por suerte, lo nacional. Ese factor vernacular que se puede detectar en una parte de su obra. Actualmente hay una exposición en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, con quienes hemos colaborado en la producción, en el que se crean diálogos entre pintores del Barroco sevillano y Picasso. Es una gran oportunidad para afirmar esa asunción de que Picasso era también español. 

Hay suvenires, bares y hasta inmobiliarias que aluden al artista malagueño; y hasta perfumes y coches con su nombre. ¿Tenemos una imagen de Picasso demasiado complaciente?

Depende. La tendencia generalizada de asumir los hitos culturales es quedarse con lo más superficial. Aquello que crea más ruido no siempre es lo más importante. Si andas por la ciudad y preguntas a personas que conocen de Picasso, más allá de cuatro obviedades no se sabe tanto. En una sociedad donde siempre hay alguien que quiere sacar beneficio de cualquier cosa, la marca Picasso está recalentada. Es una marca recalentada como la de París y la de Lourdes. Son manifestaciones del tipo de sociedad consumista y capitalista en la que vivimos. 

Quizá la pregunta era si había mucho mercadeo con la marca Picasso en la ciudad...

Si lo hay. Como lo hay en otras ciudades con otras cuestiones. En todo caso lo que hay que preguntarse es si sólo hay mercadeo o proyectos, lecturas e interpretaciones de calidad. Vivimos en el siglo XX y Picasso nació en el siglo XIX. Es una de las problemáticas que tocan los museos. Vivimos un mundo donde la innovación, lo nuevo, es lo que despierta un gran interés en la sociedad. Un museo monográfico como el Museo Picasso Málaga no debe dedicarse a vanagloriar, celebrar y y elevar la figura de Picasso. Nuestra misión es tutelar el patrimonio del pintor. Estaría muy bien innovar la manera de ver el aporte que hizo y los valores que están en su obra. En Inglaterra lo están haciendo. Buscan, estudian e investigan modos de contar esas historias relacionadas con Picasso y que puedan interesar a las nuevas generaciones. Ser un artista para la generación de Picasso era desafiar el orden cultural, burgués y las normativas de aquel momento. Hoy la cultura se desarrolla de otra manera. 

¿Hay que recurrir a youtubers y streamers para llegar al público joven en los museos?

Ya lo hemos hecho. Si resulta que hay un youtuber que llega a 100.000 personas y cuenta algo que está bien. La idea de limitarse a trabajar con los medios de comunicación tradicionales ha quedado obsoleto. ¿Por qué no trabajar con youtubers o influencers? Hay cosas del pasado que no tienen ningún interés. No podemos meter con calzador a Picasso en todos los zapatos. Las nuevas interpretaciones pertenecen a las nuevas generaciones. Un museo del siglo XXI que no sea consciente de esto está fallando. Otra cosa es que tenga la habilidad para asumirlo e integrarlo. 

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