Málaga

Todos nacemos con un lápiz debajo del brazo. Algunas como María Hesse (Sevilla, 1982) no lo sueltan nunca. La dibujante andaluza ha ilustrado las biografías de iconos del siglo XX como Marilyn Monroe, David Bowie y Frida Kahlo. Su cómic más personal y divulgativo hablaba sin reparo sobre el placer femenino a través de su propio despertar sexual y referentes como Safo, Simone de Beauvoir o Anne Sexton.

La artista ha vuelto a las estanterías hace unas semanas con una novela gráfica, llena de humor e inteligencia, sobre la historia de las mujeres que han encarnado el mal a lo largo de la historia. Desde Madame Bovary a Sarah Connor, Juana la Loca, Yoko Ono, Helena de Troya, Monica Lewinsky, Medusa o Nevenka. Hesse da una vuelta de tuerca a esas princesas pasivas, brujas perversas, malas madres y femmes fatales.

La autora dialogará con el ilustrador Miguel Brieva el próximo 23 de febrero en el centro cultural La Malagueta. Ambos son referentes gráficos en nuestro país y además han ilustrado clásicos como La Odisea u Orgullo y Prejuicio. El público verá en este encuentro las diferencias entre crear un mundo propio desde cero a tener que traducir gráficamente la voz de autores que ya forman parte del imaginario universal.

Ha tenido la oportunidad de ilustrar las biografías de grandes mujeres aunque injustamente maltratadas como Marilyn Monroe y Frida Kahlo. ¿Qué ha aprendido de ellas?

Frida en concreto creo que ha sido de las mejores paradas. Ella tenía un magnetismo arrollador y todo el mundo a su alrededor quedaba enganchado. Pero Marilyn sí que tuvo una vida muy triste y un sistema que la acabó aplastando. Para mi es difícil cuantificar lo que aprendo de cada una, es algo casi imperceptible, pero que está ahí. 

Muchos tienen una visión de la actriz de Con faldas y a lo loco muy superficial, aunque era muy leída y culta. ¿A qué obstáculos debió enfrentarse en su época?

A todos desde la infancia cómo niña abandonada en una época de crisis social y económica. De adulta luchó hasta el final por conseguir su sueño y que se la considerara como ella quería. Pero era un tipo de mujer peligrosa para ser referente y se la maquilló de tonta e ingenua, y se le hizo creer a ella misma que era así. Hubo demasiadas personas a su alrededor que se aprovecharon de ella. Una lástima.

También ha dado vida con su arte a Gloria Steinem, Emilia Pardo Bazán y Maruja Mallo. ¿Cuáles son sus referentes artísticos y vitales?

Las referencias están por todas partes. Sí te digo la verdad ahora a quienes más admiro están cerca de mí. A mis amigas, a mi madre... En cuanto a la parte artística, me ocurre lo mismo, me nutre más observar todo lo que me rodea y partir de lo cotidiano.

¿Se ha sentido infravalorada o cuestionada a lo largo de su carrera por el hecho de ser mujer?

Me he sentido etiquetada y encasillada. Siempre con ese empeño de meter mi trabajo en la cajita de lo femenino, y respondiendo a preguntas que se me hacen sobre mi condición de mujer cuando lo que quiero es hablar de mi trabajo.

¿Qué lugar cree que ocupa el movimiento feminista en España hoy día?

No soy socióloga, y politóloga ni filósofa, así que es difícil responder a esa pregunta. Sé el lugar que ocupa en mi vida.

¿Siente que Paula Bonet, Flavita Banana y usted están rompiendo techos de cristal en su oficio; o siente que a día de hoy en el mundo de la ilustración y el dibujo no hay tanta discriminación de género como en otros sectores?

La discriminación sigue existiendo. Se nos sigue encasillando dentro de lo femenino, y siempre tenemos que estar justificando nuestro trabajo. En el caso de Flavia, ha conseguido estar en un medio donde las mujeres apenas tenemos hueco y eso desde luego es para celebrar. Desde luego se merece muchísimo estar ahí. Sus viñetas tienen un humor muy inteligente. Ella es muy grande.

Ha ilustrado una semblanza de David Bowie, un artista tremendamente transgresor. ¿No le da la sensación de que vivimos hoy día en la era del copy paste, el refrito y el collage?

Precisamente de eso le acusaban a él (ríe). Yo creo que en todas las épocas nos planteamos esas cuestiones. Ahora tenemos acceso fácil e inmediato a muchas referencias y es difícil que el contexto no influya, pero creo que al final hay personas tiene su propia mirada. Lo demás me da un poco igual.

Su proyecto más personal habla del placer femenino. ¿Cuál es el tabú que más le cabrea respecto a los orgasmos femeninos?

El placer individual de la mujer, más allá del orgasmo, concede emancipación. Ese punto es el que siempre asusta.

El libro está atravesado por la culpa, la vergüenza y el desconocimiento. ¿Debería haber una asignatura de educación sexual en el colegio?

No sé sí exactamente una asignatura como tal, pero la educación afectiva sexual debería estar presente, desde luego.

¿Desde luego que si la hubiera a lo mejor no se producirían tantas violaciones y evitaríamos caer en tantas frustraciones, no?

Es una responsabilidad colectiva, que debe estar presente en las familias, los centros educativos y la propia ficción que se construye.

Dedica un libro a las malas mujeres: desde Medusa a Madame Bovary, Sarah Connor, Juana la Loca, Yoko Ono, Helena de Troya, Monica Lewinsky. ¿Cuándo dejarán de llamarnos putas, malas madres, locas y frustradas?

¡Ojalá lo supiera! Creo que nos queda mucho camino, pero para empezar me conformo con que no nos sintamos con esa carga de encajar y que esos insultos nos empiecen a dar igual. Qué nos llamen lo que les dé la gana, es hora de resignificar y adueñarnos de nuestra vida.

También menciona a Nevenka, acosada sexualmente, en el libro. ¿Qué opina sobre los que quieren separar al personaje de la persona? Pongo un ejemplo: Polanski o Woody Allen.

Pues esto es muy difícil. Yo no soy capaz de hacerlo. Creo que por un lado es interesante saber de dónde venimos, pero no entiendo que se le siga produciendo películas a Woody Allen.

Usted se gana la vida como artista, formando así parte de la minoría. ¿La mayoría de las personas dedicadas a este oficio vive en la precariedad?

Desde luego. No se nos educa para valorar la cultura y saber el trabajo que tiene. No existe un convenio regulador con unas tarifas mínimas. Así es muy difícil luchar por que se nos pague y trate justamente. Hay que ser un poquito masoquista para dedicarse a esto.

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