Casi todos conocen a Carmen Laforet como la autora de Nada. El Instituto Cervantes acaba de inaugurar una muestra en su sede madrileña donde la descubre como una escritora transgresora, feminista y sobre todo muy libre. La hispanista malagueña Ana Cabello está detrás de la primera gran exposición monográfica sobre ella junto al profesor José Teruel, enmarcada dentro del centenario de su nacimiento.
El público experimentará un viaje a las entrañas de la escritora más allá del éxito de Nada al ver Próximo destino: Carmen Laforet. "Ella estaría muy contenta. Nuestra principal misión ha sido descubrir que su obra es muy grande y muy rica", señala Cabello durante una entrevista con EL ESPAÑOL de Málaga donde afirma que Laforet "estaba determinada por sus propias ansias de libertad".
"Se encontrarán con una autora que tuvo una producción sostenida en el tiempo; escribió otras cuatro novelas, además de numerosas obras cortas y artículos de opinión", asegura la gerente de la Fundación Pérez Estrada. También descubrirán que Nada, su debut literario reconocido con el Premio Nadal, se ha convertido en la obra más traducida del español a otros idiomas después de El Quijote.
La joya de la exposición
Los asistentes podrán ver "documentos únicos" de su archivo personal como el manuscrito original de Nada. La joya de la exposición, por tanto, la forman las siete primeras páginas de esta obra premiada con el Nadal. Las siete cuartillas con su letra a mano y sus tachaduras se exhiben por primera vez, al igual que el comienzo del mecanoscrito que ella presentó a dicho galardón.
La muestra no hubiera sido posible sin la ayuda incondicional de la familia Cerezales Laforet. "Ha puesto a disposición casi todo el material. Hay 117 documentos originales, de los cuales un 80% los ha prestado ella", explica Cabello mientras destaca que la Biblioteca Nacional de España ha proporcionado originales, así como la biblioteca de Castilla y León el manuscrito de Entre visillos de Carmen Martín Gaite.
Entre los documentos más curiosos están los dos informes de la censura de 1945 que valoraban si permitían la publicación de su primera novela donde la definen como "insulsa, sin estilo ni valor literario alguno", y obra "morbosa" que atentaba "contra el dogma o la moral". "Se reduce a describir cómo pasó un año en Barcelona en casa de sus tíos una chica universitaria. Sin peripecias de relieve. No hay inconveniente en su autorización", señalaban.
"Los censores no entendieron nada"
Entre las cartas cruzadas con amistades como Josefina Carabias, Carmen Conde y Elena Fortún hay una misiva fundamental expuesta: la que le escribe Juan Ramón Jiménez elogiando a aquella "mujer joven, desconocida y nueva" cuando recibe su primera novela, que comienza precisamente con unos versos suyos.
"Fue el espaldarazo definitivo porque ponía de acuerdo a la sociedad literaria española de la época y a los grandes escritores que estaban en el exilio. Se trataba de una novela escrita en la posguerra y durante la dictadura que abría ventanas y trazaba puentes con el exilio", subraya Cabello. La carta se publicó en la revista Ínsula y en la exposición se puede ver la original que recibió Carmen.
El recorrido, muy didáctico y ameno, se organiza en varias etapas. La primera, Una habitación propia, recupera sus primeros escritos, dibujos, máquina de escribir, lecturas, fotografías de sus abuelos paternos, dos cuadros y otros objetos personales.
Continúa con Un destino de escritora (un guiño al nombre de la editorial que creó el Premio Nadal y en la que ella publicó), que comienza con Nada y recorre las diversas etapas de su vida y sus demás obras.
La muestra refleja su labor como articulista, que comenzó en la revista Destino, en la que publicó semanalmente desde noviembre de 1948 a febrero de 1953, y creó ex profeso para ella la sección Puntos de vista de una mujer.
"Es una mujer muy transgresora dentro de lo que se puede ser en esa época. Ella deja muy claro en su primer artículo, La fiesta de la moda, que no va a hacer una columna sobre recetas culinarias o sobre corte y confección, que ella quiere apartarse de esas obligaciones que tienen las mujeres cuando escribe, y que no se va a dedicar a escribir temas cual ángel del hogar", zanja la filóloga.
Laforet, sostiene Cabello, era "una mujer muy avanzada a su tiempo, y no sólo lo demostró en su escritura, sino también en su forma de vivir". "Ella, muy apegada a la libertad, si se tenía que ir de viaje a Estados Unidos, dejaba sus hijos con cuidadoras. Hablamos de tener niños pequeños en la España de los años 40 y 50", hace hincapié.
En otro artículo, Mapa íntimo, reclama eso que decía Virginia Woolf de "rellenar los extraños espacios de silencios que hay en la historia literaria sin nombres de mujeres". Laforet no sólo recomendará lecturas de escritores en sus columnas, sino que completará ese canon con recomendaciones de autoras como Elena Quiroga o Ana María Matute. La sororidad entre mujeres se podrá ver en fotos, cartas y dedicatorias a lo largo de la muestra.
Traducción al ucraniano
Los comisarios han reproducido algunas de las traducciones de sus obras en un panel de cuatro metros de altura, y han dejado a propósito algunos cuadros en blanco. "Agustín Cerezales, su hijo, recibió tres días antes de inaugurar las pruebas de maquetación de la traducción al ucraniano. Ahora está parada por la guerra. La portada se había hecho en un sótano de Kiev. Agustín se emocionó al saber que se ha tenido que postergar por la tremenda situación", cuenta la hispanista mientras señala que "no debemos olvidar que Nada tiene como contexto la posguerra y el mensaje principal es la esperanza en la juventud y en la reconstrucción de un país; todo esto se enlaza con lo ocurrido en Ucrania".
La exposición fue inaugurada el viernes pasada tras muchos meses de duro trabajo. "Había que adaptar la exposición al espacio del Instituto Cervantes, un hall de entrada donde se organizan muestras. Hay que acondicionarlo y era muy complicado. Después de tres intensos días de montaje me emocioné al verla. Lo corroboré cuando Marta Cerezales Laforet, hija mayor de Carmen, se me acercó con los ojos llenos de lágrimas y súper emocionada", relata orgullosa.
El público encontrará en la muestra el universo personal de Carmen Laforet concentrado (desde las galeradas corregidas de Al volver la esquina como su máquina de escribir, una Olivetti azulísima). "No le gustaba la parafernalia del mundillo y lo que implicaba ser escritora. En esa época era una autora al estilo de Rafael Chirbes, que vivía totalmente alejado del foco mediático, dedicado a escribir y sin querer saber nada más del mundo. Así era Laforet", defiende Cabello. Una escritora, alejada de los saraos y las pompas de la fama, a la que le gustaba sobre todo su libertad.