¿Qué tiene la tauromaquia que aquel que se aficiona no puede conformarse con estar en el tendido? Quizá sea la pregunta que se hicieron, en algún momento de sus vidas, personalidades como Federico García Lorca, Manuel Chaves Nogales, José Bergamín... Nombres propios que sintieron la necesidad de contribuir a la cultura a través de sus reflexiones y que evidencian la consolidación literaria del toreo. Testigos directos de un tiempo que quedó grabado en las páginas de sus libros. Pero la trascendencia de este espectáculo va más allá de lo territorial.
Lejos del tópico fiesta nacional, hablar del arte de Cúchares es hablar de un fenómeno que no entiende de fronteras. Atraído por el exotismo de las costumbres, Hemingway edificó un mito en torno a los Sanfermines, Ronda, Ordóñez y Dominguín. Fiesta, Un verano peligroso, Muerte en la tarde. La trilogía taurómaca del Premio Nobel estadounidense que viajó de España al planeta, abriendo los caminos de un mundo por descubrir.
Cuenta la tradición que estando Rafael Guerra en una tertulia celebrada en el club homónimo, le preguntaron que, después de él, quién había sido el mejor torero de la historia. A lo que el matador, gallardo y bravo en su respuesta, afirmó: "Después de mí, naide, y después de naide, Fuentes". Con todo el permiso y el debido respeto, la frase podría tener su consiguiente símil dentro del contexto cultural americano: "Después de Hemingway, naide; y después de naide, Sandro Miller".
Este fotógrafo de Illinois quedó atrapado en las páginas de Ernest (en las que hablaba de Málaga) y las ilustraciones de Vandel y Rodero, quienes capturaron las faenas de Juan Belmonte y Joselito en 1930. Ahora, cinco años después de su última exposición en La Térmica, Miller, galardonado con la medalla de Honor de la ciudad de Chicago por su carrera, vuelve a la capital de la Costa del Sol. Y lo hace con una muestra que lleva por nombre El Matador.
Esta selección de 101 fotografías pretende recrear el verano taurino de 1997 en el que acompañó a José Miguel Arroyo Joselito (diestro que tomó la alternativa en La Malagueta once años antes) por las principales plazas de España y Francia. 30 días y 9.000 kilómetros que sirvieron para entender cómo se ve el miedo desde el otro lado de la barrera: "Al principio el maestro dudaba si darle la oportunidad, porque no sabía cómo iba a tratar el momento. Le expliqué que no venía a juzgar, sino a aprender", cuenta Sandro.
No es un monográfico del torero Joselito, sino una consagración del áurea de misticismo que envuelve a los matadores y a sus cuadrillas antes de pisar el albero. Momentos en los que la intimidad queda suspendida en el humo del cigarro. La soledad del hotel, la aspereza de las banderillas, las tablas astilladas, la última persignación antes de formar a filas... Sensaciones capturadas en blanco y negro y plasmadas en papel de algodón.
Un cuarto de siglo después, la velocidad del lance vuelve a recuperar el ritmo cadencioso del capote. Miller cuenta que, desde su perspectiva, esta obra supone el culmen de un interés que le permitió acercarse y entender el toreo, igual que aquel norteamericano que se adentró en el ritual previo al festejo.
Fue la manera que tuvo de entender y acercarse al toreo, como norteamericano que se adentra en el ritual del festejo: "Los taurinos debemos estar muy agradecidos a Sandro Miller porque después de que Hemingway, de la mano de los Ordóñez conociera el mundo del toro, hacía falta que un estadounidense volviera a hacerle caso a la tauromaquia", comenta Miguel Massotti, periodista taurino.
El Matador
El Matador refleja este intimismo principalmente en compañía de José Miguel Arroyo Delgado Joselito (o "el Michael Jordan del toreo”, como le apodó Miller), además de poder presenciar a matadores de la talla de José Tomás, Francisco Rivera Ordóñez, Enrique Ponce o Juan Antonio Ruiz Espartaco, entre otros.
El Matador no es un monográfico de José Miguel Arroyo Delgado ‘Joselito’ en el albero. Sandro Miller trata a lo largo del centenar de fotografías de su colección todo lo que envuelve al toreo. Además de la imagen fija, el retrato y la composición planteada, Miller plasma la velocidad del lance en numerosas instantáneas que parecen moverse 25 años después de su captura.
La muestra ha sido comisariada por Anne Morin, directora de DiChroma Photography, y producida por el laboratorio fotográfico LaChrome, empresa de referencia en la producción de exposiciones tanto a nivel nacional como internacional, con sedes en Madrid y Chicago.
Sandro Miller
Con apenas 16 años y tras ver el trabajo de Irving Penn, Sandro Miller supo que quería ser fotógrafo. Autodidacta, se basó en los libros de grandes autores de la historia de la imagen. A través de sus capturas aprendió el arte de la composición, la iluminación o el retrato. Treinta años más tarde, con clientes como Forbes, GQ, Esquire, American Express, Coca-Cola o BMW, Miller se ha consolidado como uno de los grandes fotógrafos publicitarios a nivel internacional. Su relación con el gigante Nikon le ha permitido introducir la última tecnología en sus trabajos.
Su éxito comercial le ha servido para abordar proyectos más personales, como sus trabajos en Cuba, las fotografías de músicos de blues o de diversas compañías de danza, así como diversos proyectos con su amigo y colaborador John Malkovich. Cabe destacar su participación en numerosas campañas con el fin de recaudar fondos para causas sociales. En su extensa carrera ha sido galardonado con numerosos premios, destacando el International Photographer of the Year que le fue otorgado dos años consecutivos por la Lucie Foundation, y la Medalla al Honor de la ciudad de Chicago, que recibió este 2022.
Horario de visita
El Matador estará disponible hasta el 16 de octubre de 2022 en el espacio expositivo del Centro Cultural La Malagueta, con acceso por la Puerta 9 de la plaza de toros. Con entrada libre, la exposición podrá visitarse de martes a domingo de 11.00 a 14.00 horas, y de 17.00 a 20.00 horas.