"Ve más allá / toma la copa / y brinda por vivir / no es poca cosa". Francisco Cumpián (Antequera, 1951) ha vuelto a las estanterías con un libro bello y sencillo, lleno de íntimas reflexiones y un mensaje muy luminoso a pesar de estos dos años de pandemia. El escritor malagueño reflexiona sobre el paso del tiempo, la huella de los viajes, la muerte y el milagro de la vida en Confín (Letraversal, 2022) donde reúne poemas escritos en los últimos cuatro años.
María Eloy-García define al poeta en la contraportada del libro como un "adiestrador de versos al ritmo de las cebras en su paso". "En Confín hace una mezcla muy eficiente: sostiene en una mano la tradición y en la otra la vida que pugna con su ritmo frenético. Todo le sucede al hombre que sabe detenerse: el absurdo, la contemplación", destaca la escritora.
El autor, afincado desde hace un tiempo en Chauen (Marruecos), ha tenido "la suerte de no haber cogido el coronavirus ni ninguna de sus variantes hasta ahora", cuenta al ESPAÑOL de Málaga vía WhatsApp. Para él, "el coñazo ha sido las restricciones a veces absurdas de los gobiernos, el cierre de fronteras, la obligatoriedad de ponerse vacunas, las mascarillas".
Sus viajes a la India han quedado retratados en algunos de sus nuevas poemas donde recuerda "el Ganges impasible / en la noche de Holi / colares estallando / en las danzas salvajes / de la música bhang". "Quien mira a su pasado / ve al dios de su destierro / y ese dios / nada tiene que ver con el presente. / El eterno retorno / de aquel nunca jamás / que vuelve inalterable / a la orilla del río [...] nada queda / y cambia/ y nada queda", escribe.
A Cumpián le seduce "todo" del país en el que ha estado cuatro veces. "No podría explicártelo en pocas palabras. Si no estuviera tan lejos estaría viviendo allí y no en Chauen, concretamente en Benarés", afirma. Sobre su retiro a la ciudad marroquí, señala que se trata de "una etapa nueva, más bien la última etapa". "Quería un lugar donde no me conociera nadie", se sincera.
El autor también dedica versos al paso del tiempo y a la muerte: "Moriré junto a una esquina / con el dolor doblado bajo el brazo / moriré lejano / en un país lejano / donde no me conozcan / en la terraza / estarán floreciendo olvidos / las nubes en el cielo / jugarán con la luz y con la sombra".
Más adelante, en otro poema, dice: "Querido tiempo / mal hecha la pregunta... / Voy a hacerte un regalo / con un reloj de sol / ¿podrás cuidar mi sombra? / Con un reloj de arena / ¿me descifrarás? / No te detengas / querido tiempo / no ceses en tu viaje / no me abandones solo". Cumpián asegura que la poesía "envejece junto a su autor".
Todos los que aman las palabras sienten la literatura como un refugio. Eso se ha demostrado más que nunca durante estos dos últimos años. Sin embargo, el escritor no siente la literatura como "un refugio" ni le ha salvado de "nada". Tampoco cree que "la literatura sea "una varita mágica" capaz de convertir lo cotidiano, lo corriente, en algo extraordinario.
Al autor le encanta viajar. De hecho, cuenta en el documental (A)plomo que cuando no estaba pateándose el mundo, "cuando el ancla estaba echada" hacía "libros bonitos". "No es que lo cure todo, es que es mi condición natural viajar", sostiene. En aquella película también comentaba que le parece "un espanto ser un ser humano". "El ser humano me sigue pareciendo un espanto", defiende sin contemplaciones.
Para el creador del festival Irreconciliables y editor de libros de poesía durante décadas, todos los cambios en la ciudad (incluidos los hoteles, los pisos turísticos o la torre del Puerto que quieren construir) son algo "natural". "Es el mundo que cambia", sostiene.
Este "maestro y hombre sencillo", en palabras de María Eloy-García, concibe la poesía como un artefacto afilado, irreverente, políticamente incorrecto y escatológico. Cualquiera puede percibirlo al leer Confín, en cuya contraportada escribe la autora malagueña lo siguiente: "La serenidad le ha dado el nombre exacto de las cosas".