Málaga

Miquel Ramos (Valencia, 1979) jamás olvidará aquel primer día tras las fiestas de Pascua de 1993. Un profesor suyo explicó en clase que había matado a un chico de 18 años "por odio y por ser anfifascista". Se trataba de Guillem Agulló, un joven asesinado de una puñalada en el corazón por un grupo de neonazis (de cuyo caso se ha hecho una película, La mort de Guillem).

El periodista, impactado por el asesinado de Agulló, empezó a investigar los movimientos fascistas y a recopilar recortes de prensa con información sobre ellos. Aquella herida, abierta el día que supo de la muerte del activista valenciano, ha quedado reflejado en un ensayo Antifascistas (Capitán Swing) donde repasa las luchas contra la extrema derecha desde la Transición hasta la España de Vox.

Tras la muerte de Franco, la extrema derecha española empezó a parecerse más a la europea. Pronto llegaron las bandas de skinheads neonazis, los ultras del fútbol y, poco a poco, las nuevas formaciones de ultraderecha y los movimientos sociales neofascistas. 

Otra foto del periodista especializado en extrema derecha y movimientos sociales. Cristina Candel

El periodista traza la evolución de esta nueva extrema derecha, que ejercía una violencia brutal contra diferentes colectivos (y que intentó hacerse un hueco en las instituciones) y de cómo se la combatió desde distintos frentes. En el libro con el epílogo de Betlem Agulló, hermana del joven antifascista, el colaborador de La Marea recuerda muchos de los impactantes casos, entre ellos el de la transexual Sonia Rescalvo, asesinada por unos neonazis a patadas. 

"Los discursos de odio son la chispa que prende la mecha. El holocausto no empezó con las cámaras de gas, sino con un discurso de odio contra los judíos. La historia nos ha enseñaron que los discursos de odio, el menú diario de la extrema derecha, son la base de la destrucción de la convivencia, la democracia y los derechos humanos. Apelaría a la responsabilidad de los que apoyan estos discursos. Están echando gasolina al fuego", advierte el periodista antes de la presentación del libro este miércoles en el centro social La Nave, en Málaga.

¿Cuánto ha cambiado el modo de operar de los grupos nazis y fascistas en España? ¿Ahora son menos pero más discretos que entonces?

La extrema derecha se ha ido adaptando poco a poco a los tiempos. Empiezo hablando de los últimos años de la Transición y principios de los 90 en un contexto muy peculiar. Este país estaba pasando de la noche a la mañana de un régimen a otro. Sin olvidar lo que se vivía en el resto de Europa. Hablo de la explosión de los movimientos skin y los ultras del fútbol. Eso duró hasta hace 10 o 15 años más o menos. La extrema derecha ha intentado quitarse el estigma de encima. Hubo mucha violencia durante los 90 y mucha rémora del pasado, del Franquismo. Entonces se empiezan a reconvertir en partidos y organizaciones más legales, con discursos más light. El mensaje es el mismo, pero lo adornan mejor. Los grupos violentos siguen existiendo. Aunque no tienen la capacidad ni la incidencia de antes. Es gracias en gran parte a gente que se organizó para plantarles cara. Se trata de los protagonistas de mi libro.

Habla de ciudadanos de a pie, organizaciones sociales y periodistas. 

Sí. Las instituciones miraban hacia otro lado. Lo concebían como asuntos de orden público, violencia juvenil y tribus urbanas. No iban al fondo de la cuestión. No se hablaba del trasfondo ideológico de estas bandas violentas. Ni tampoco de los entramados empresariales y políticos que había detrás. Se quedaban con la caricatura del ultra del fútbol que la liaba o del nazi borracho. Sin embargo, detrás había mucho más. Numerosos exmiembros de la SS vivieron en Andalucía durante el Franquismo y los primeros años de la democracia. Ellos estaban en contacto con estos grupos nazis.

En la Costa del Sol residieron muchos exmiembros de la SS. Usted cuenta que en Torremolinos tuvo lugar el primer concierto neonazi en España.

La Costa del Sol y la de Valencia acogieron a muchos refugiados nazis de la Segunda Guerra Mundial. Está súper documentado y se ha investigado mucho. Han vivido tranquilamente aquí e incluso sus descendientes han hecho muchísimos negocios y una buena fortuna, sobre a raíz del boom del turismo en los años 60 y los 70. Había territorios donde se contemplaban núcleos muy activos de extrema derecha. En Andalucía el sitio donde más actividad ha habido siempre ha sido en Málaga. Es la excepción en toda Andalucía.

Usted habla muy claro sobre la convivencia del estado español y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado con la extrema derecha. ¿Sigue el estado viendo a la extrema derecha como un ente colaborador?

Al estado no le preocupa la extrema derecha, ni tampoco a los poderes fácticos. La extrema derecha no es ninguna amenaza para el statu quo, el sistema económico, y el orden político y social. Hay muchas políticas actuales en materia de inmigración que la extrema derecha firmaría. La extrema derecha no molesta. Esa corrección política es hacia abajo y los colectivos vulnerables. Siempre ha habido mucha permisividad hacia movimientos de extrema derecha dentro del propio estado español por cuestiones históricas y estructurales. Hablo de la adjudicatura, las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, y las fuerzas armadas. Mira lo del chat de los militares donde hablaban de fusilar a media España...

Me horroriza que se habla de fusilar a media España en un chat de militares...

Yo tampoco entiendo que haya policías que almuercen de uniforme en un bar lleno de banderas franquistas con el retrato de Franco debajo. No es normal que haya funcionarios demócratas que no tengan ningún tipo de problema a la hora de exhibir su simpatía hacia un régimen dictatorial.

Otra imagen de promo. Cristina Candel

El año pasado sin ir más lejos pillaron a Pablo Casado en una misa en honor a Franco en Granada y dijo que había sido una equivocación.

El Partido Popular ha sido la casa común de todas las derechas, desde el centro a la extrema derecha, durante muchos años. Al PP se le escapa la extrema derecha más militante desde hace 10 años. A Rajoy le exigen que deroguen las leyes del PSOE y no lo hacen. Ahí se produce la división. El PP tiene un componente que está vinculado con el régimen. El partido fue fundado por ministros de Franco. Esta actitud en materia de memoria histórica es absolutamente revisionista e incluso negacionista de las atrocidades de la dictadura. 

Vox podría doblar sus votos en las próximas elecciones andaluzas. ¿Qué opina?

No vivo en Andalucía, y tampoco quiero ser atrevido. Vox ha sabido estimular y tocar determinadas teclas. De hecho, han logrado que personas de clase trabajadora que viven del campo o que están en una situación precaria voten a un partido que va en contra de sus intereses de clase. Hace nada decían que había que acabar con la sanidad pública. La gente no sabe bien lo que está votando. Vox ha apelado al hombre español heterosexual frente a la dictadura progre, al feminismo que condena a los hombres y al lobby gay. Incluso llevan en el programa de Andalucía cosas que tienen que ver con Cataluña. Vox apela a determinados instintos básicos del votante para enmascarar su programa económico, que no beneficia para nada a la clase trabajadora. 

La izquierda tampoco ayuda diciendo que los que ganan 900 euros y votan a la derecha no les parecen Einstein... No deberían infravalorar a sus potenciales votantes.

La izquierda institucional tiene un problema de credibilidad. No deberían tratar como tontos a los votantes del partido que sea. Entiendo que los valores que distinguen a la izquierda de alguna manera tratan de desactivar esos instintos básicos a los que apela la derecha. Pero tú no puedes tratar de invertir al electorado. Tiene sus motivos para votar. Lo que se debería exigirse a la izquierda es que apelara a determinados asuntos que nos atraviesen realmente. El votante de izquierda es más exigente. Deberían intentar rebatir los discursos fáciles a problemas complejos de la extrema derecha. 

¿Cómo se combate la ultraderecha hoy día?

Hablamos de una extrema derecha que ya no es exactamente igual a las de los 90, que era semiclandestina e iba pegando palizas. Aunque sigue existiendo gentuza de este tipo. La extrema derecha viste ahora de traje y está perfectamente normalizada dentro de las instituciones y el sistema democrático. Están todos los días en los medios de comunicación. Su objetivo es apelar al sentido común para darle la vuelta a ese sentido común. Cualquiera que se considere demócrata o que crea que los derechos humanos deben regir cualquier democracia deben combatir en este terreno de la batalla cultural, de tratar de que no se den pasos en materia de derechos y libertades. La derecha criminaliza el feminismo y ataca a los más vulnerables. Ese es el terreno de batalla. Necesitamos que haya gente implicada en todos los ámbitos: en las calles, en los colegios, en institutos, en universidades, en las instituciones. A los políticos se les exigen es que hagan políticas que solucionen los problemas materiales de la gente. Si tú eres de izquierdas, estás gobernando y no solucionas esos problemas, estás abriendo una puerta a la extrema derecha. Ellos se aprovechan de la ansiedad, la precariedad y la decepción de la gente. Son muy importantes los movimientos sociales. Estos crean comunidad en los barrios y en las ciudades. Tejen alianzas vecinales y superan los estigmas que alimenta la extrema derecha. Cuando paras un desahucio no te piden el DNI. Ayudas y punto. Las redes vecinales, ese trabajo comunitario de movimientos sociales de base, son el mejor antídoto contra la extrema derecha hoy día. 

¿Hemos frivolizado en exceso el fenómeno de Vox?

La extrema derecha es lo suficientemente leída e inteligente para insertar tu mensaje en los medios y en la gente. La caricatura del votante de extrema derecha como un ignorante o el político de extrema derecha como un tonto no es real. Es gente muy preparada y curtida. Saben perfectamente cómo comunicar. Otra cosa es que haya discursos que a cualquier persona le apelen contra el sentido común. Plantear determinadas regresiones en materia de derechos humanos a muchos de nosotros nos sacude. El discurso de la extrema derecha criminaliza constantemente a los pobres. Los atacan en vez de promover políticas sociales que acaben con la pobreza estructural. 

¿Qué papel han jugado los colectivos feministas y LGTBi+ en la lucha contra el fascismo?

Imprescindible. El feminismo es actualmente el principal dique de contención contra la extrema derecha. Por eso son tan agresivos con las feministas y el colectivo LIGTBi. la extrema derecha ha planteado una ofensiva por tierra, mar y aire contra los derechos de las mujeres. Apela a la otra mitad de la población. Ha encontrado un muro en su batalla de las ideas porque ha chocado contra uno de los movimientos sociales más importantes y potentes de los últimos años.

También habla de la "infección neonazi en las grandes de los campos de fútbol". Uno de los casos más famosos es el de los Ultras Sur. 

Ha cambiado. Ya no es tan descarado la permisividad con los grupos ultras. Aunque siguen existiendo grupos ultras de marcado carácter neonazi que utilizan las gradas para captar nuevos adeptos. El problema es que no tienen capacidad para frenar esto. Pienso mucho en el crimen de Aitor Zabaleta. No se reaccionó. Los grupos se mantuvieron activos. Existe una connivencia muy grande desde los propios clubs y la sociedad. Se excusan diciendo que animan mucho durante los partidos y que atraen a más seguidores. Luego campen a sus anchas. No sólo se trata de las gradas, sino de las inmediaciones y todo lo que hay alrededor de estos grupos. 

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