"Se acabó / porque yo me lo propuse y sufrí / como nadie había sufrido [...] y después / de luchar contra la muerte, empecé / a recuperarme un poco y olvidé / todo lo que te quería". María Jiménez se atrevió a reivindicar el derecho de la mujer a abandonar un hombre cuando la hiciera sufrir cuando aún vivíamos en una España en blanco y negro. La cantante sevillana entonó este rompedor y valiente himno en 1978, tres años antes de la aprobación de la ley del divorcio en nuestro país.
Lo cuenta Deborah González Jurado, profesora de la Universidad de Málaga, en su libro El feminismo natural. Humor y extravagancia en María Jiménez, Brigitte Fontaine y otras divas (1960-2020) donde plantea un feminismo natural, inclusivo e irreverente. La investigación, publicada en la editorial de la Universidad de Málaga, tiene como protagonista a cantantes francesas y españolas que desafiaron al patriarcado entre risas, cortes de mangas y poderío.
El estudio, según la hispanista Isabelle Touton en el prólogo, desvela "cómo se expresa desde la segunda mitad del siglo XX este feminismo popular en Francia y España (en particular en Andalucía), atravesado por las luchas de la vida cotidiana, a veces por la propia supervivencia, de unas mujeres a menudo sostén de familia, de cómo este feminismo conjuga fuerza, desparpajo, una gran libertad de tono y la asunción de una sexualidad libre".
En él, la investigadora malagueña "rescata la vida y obra de algunas cantantes populares en España y Francia (como Anne Sylvestre, Olvido Gara, Ana Torroja o Rosalía), tomándolas en serio como trovadoras modernas y como espejos en los que mirarnos". Al centrarse en divas con dilatadas carreras, explica Tout, "aporta su grano de arena a una reflexión hoy acuciante sobre cómo queremos pensar la vejez y la sexualidad en edades avanzadas desde el feminismo".
González define el feminismo natural como un feminismo "espontáneo o salvavidas". "En todas ellas había algo que era común y que surgía de forma espontánea. Es un feminismo que surge de manera natural ante las afrentas que sufrimos a diario. Se trata de una forma de supervivencia, una rebelión natural. Surge cuando empezamos a sentir desde niñas esa opresión. Hay que especificar que no estoy hablando de feminismo biológico", explica la investigadora.
Ese feminismo natural se pone en práctica cuando una se hace la loca o se rebela mediante el humor ante micromachismos. "Hay ciertas habilidades que tienen algunas mujeres para rodear los obstáculos y darles la vuelta", señala. La profesora habla en su libro de cómo "mediante la naturalidad, el humor y tomando posturas extravagantes hay una especie de lucha individual inconsciente, y que no está medido por los dogmas del feminismo" para luchar contra el patriarcado.
El libro surgió durante una estancia en la Universidad Bordeaux-Montaigne. "El equipo de investigación escogió el tema feminismos y humor. Hay muy pocos análisis sobre ello. Quise hacer una comparativa entre las cantantes femeninas españolas y francesas que trabajaban en clave de humor", cuenta sobre este estudio donde analiza pequeñas ofensas o discriminaciones hacia las féminas y arquetipos asociados al sexo femenino como el de la madre soltera, la mujer fatal o la divorciada.
Jiménez y Fontaine, dos divas de armas tomar
González centra el grueso de sus investigaciones en las figuras de María Jiménez y Brigitte Fontaine. "Ambas cumplen las mismas funciones en la sociedad: rompen con los estereotipos machistas. Actúan de igual modo: 'ahora me levanto y me voy', 'ahora te hago un corte de mangas'. En un feminismo que no tiene dogmas y que ha existido siempre", subraya.
La sevillana encarna a la madre soltera y a la medusa mientras que la francesa es capaz de hablar de una "maternidad monstruosa". "Fontaine es una heroína. Ha adaptado en sí misma unos arquetipos dificilísimos. Siendo tan mayor ha roto muchísimos preceptos mentales y muestra esa maternidad monstruosa. Sufrió cuatro abortos y habla a veces de sus hijos nonatos en sus canciones. Es un tema tabú. No se escucha en los medios. Son cosas que nos ocurren a las mujeres", recalca.
La investigadora analiza canciones de Jiménez y de Fontaine a lo largo de su libro. "Jiménez ha sido la primera feminista de este país. Nadie la entendía desde la academia. Yo la entiendo. Defiende un feminismo natural y espontáneo. Ella se ha tenido que defender sola con pequeños gestos e improperios. Ella no tenía una formación escolar ni académica. ¿Cómo podía sobrevivir en un barrio pobre de Sevilla? Echándole fuerza. Si tenía que mirar atravesado al censor para que se pudiera poner una falda con una raja, lo hacía", sostiene González.
El derecho al error
Al inicio del libro, González hace hincapié en el derecho al error como forma de reclamo feminista comparando a Lola Flores con Celia Cruz. "A mi modo de sentir, las dos divas tuvieron la misma intuición reclamando este derecho al error ampliado para sus asuntos personales en público, ante las cámaras, acciones que abrían otra pequeña brecha a la réplica femenina", señala.
"Esto del derecho al error lo he sacado observado a divas. No es una reclamación oficial del feminismo. Parece que las mujeres que no tenemos derecho al error. Una mujer no se puede equivocar. Tenemos poco derecho al error o ninguno a nivel profesional. Esto se dice: "las mujeres tienen que hacerlo todo mejor porque deben demostrar su valía constantemente". A nivel de vida privada igual. Si te equivocas de pareja o cometes un error personal caemos en el estigma. Los hombres si tienen más derecho al error", reprocha.
Rosalía, la mujer empoderada
La autora de El feminismo natural también de Rosalía, sus uñas empoderadoras, su equipo femenino de bailarinas y El Mal Querer. "Ella representa a la mujer empoderada. Sus armas son sus uñas. Se pone en postura de torera que va a matar al toro con sus manos. Es como si ella tuviera dos espadas de matador en la mano. Es la mujer completa que ya usado sus armas de forma legítima. Porque las mujeres siempre hemos estado desarmadas", defiende.
González tampoco de olvida de otras figuras pioneras como Olvido Gara (Alaska), Ana Torroja y Bibiana Fernández. "Estas son las divas intermedias entre esa primera toma de conciencia a mediados de siglo que representa Brigitte Fontaine y María Jiménez y las más jóvenes como Rosalía. Ellas experimentan muchísimo", destaca.
Aquella joven Olvido Gara empieza, según la investigadora, "a meterse en unos mundos que no eran para las mujeres en aquellos tiempos: el terror, lo fantástico, la brujería, la ciencia ficción". "En la España de ese tiempo no se vendían cómics para mujeres. Fue una pionera. A partir de la toma de conciencia del feminismo de la diferencia, las nuevas divas lo que hacen es empezar a experimentar con temáticas que no eran propias de mujeres", explica.
La profesora afirma que "Bibiana Fernández siempre ha abanderado los derechos de las mujeres". "Ella ha hecho un sacrificio. Físicamente hacer ese tipo de cambio es muy duro. Es una de las divas más rompedoras del siglo XX y XXI en España. La he metido a colación de los últimos debates y controversias sobre el colectivo trans. Me parece todo eso fatal. Tenemos que unirnos todas y comprendernos. ¿Las vamos a dejar fuera? Quería plantear un feminismo integrador, ya que no creo en los feminismos excluyentes", reconoce.
A lo largo de su estudio, González habla de arquetipos asociados a la mujer como la buena madre, la madre coraje, la vieja, la divorciada, la femme fatale o la puta. "Entre las divas que estamos examinando en este trabajo, el arquetipo de la madre se puede identificar en un lugar primordial, por ejemplo, en Lola Flores, quien siempre jugó respecto a sus tres hijos el rol de la buena madre madre, sufriendo por ellos cuando eran pequeños y tenía que partir de gira con motivo de su trabajo; o de la madre coraje, cuando su hijo varón cayó en la drogodependencia", se puede leer.
Chanel y su poderío sexual
También defiende el derecho a la sexualidad femenina. "No me refiero al acto sexual en la cama con el hombre, sino a esa Rosalía o esa Chanel como una potencia sexual. No me puedo creer que hayan dicho de Chanel que promueve la prostitución. Ella es capaz de integrar su poderío sexual, erótico, en sus espectáculos. Eso también lo hacía María Jiménez encima de los escenarios", recuerda.
"Esa energía se genera desde el poder sexual. Uno de los principales problemas hoy día es que todavía se empeñan en extirpar el poder sexual de las mujeres. La sexualidad femenina es un tabú aún. Ese poderío es la toma de posesión del espacio y del tiempo, es el poder sexual puesto en el escenario. Ese baile que erotiza. Ese fuerza con que bailaba Jiménez cuando era joven. Eso era rompedor en la España franquista. Se trata del poder de estar en el mundo", deja claro.
Las chonis, primeras feministas naturales
La profesora también visibiliza a las mujeres que han gozado de menores facilidades para su desarrollo intelectual, pero que han sido igual de guerreras en la lucha feminista. "Incluyo a las chonis. Ellas, las mujeres de barrio bajo, son las primeras feministas naturales porque se enfrentan a muchos problemas en el día a día y salen adelante. Por eso se forman esos matriarcados en barrios populares. Hablo de esas comadres que crían a sus niños entre tres o cuatro", destaca.
La autora del libro, publicado por la editorial de la Universidad de Málaga, siente que con esta investigación ha abierto "un pequeño camino hacia un feminismo que abarca a todas y que no es excluyente". "En este mundo hay espacio para la vieja, la divorciada, la casada, la tía guapa, la trans. Se trata de una pista hacia un feminismo que no discrimina a nadie y que no trata de silenciar a los hombres", zanja.