Si necesitas reír y emocionarte a la vez durante dos horas y media de musical, La jaula de las locas es tu obra. Eso sí, si eres homófobo ahórrate el mal rato y el precio de la entrada. Como consejo, para que no sufras. Àngel Llàcer explicó en una entrevista en este periódico que "aquel votante de derechas que no fuera defensor del matrimonio homosexual" no fuese. Las declaraciones generaron comentarios de todo tipo en redes y, ahora, tras verlo, desde el periódico podemos corroborarlo. Si piensas así, no es tu obra.
Dicho esto, La jaula de las locas es alegría, color y amor sin límites. Estará en cartel en el Teatro Cervantes de Málaga hasta el 31 de julio. En el espectáculo se ven cuerpos de todo tipo rodeados de brillantina y plumas que aportan la sensualidad que La cage aux folles merece. La obra de Jean Poiret es el origen del musical que con el mismo título se estrenó en agosto de 1983 en Broadway bajo la autoría de Jerry Herman y Harvey Fierstein. Justo antes, en 1978 se estrenó la película que cuenta la historia de una pareja homosexual de lo más peculiar: Albin, el protagonista (Àngel Llàcer / Iván Labanda) y Georges (Armando Pita).
Ambos regentan el club de cabaré La cage aux folles (La jaula de las locas). Albin cría durante quince años junto a Georges al hijo del segundo, Jean-Michel. Con el paso del tiempo va creciendo hasta el punto en que les transmite a sus padres que va a casarse, pero no con cualquiera, sino con la hija de un diputado francés de un partido 'ficticio' con una ideología ultraconservadora -que está caracterizado para recordar mucho a un político de nuestro país más que conocido-.
El musical versa sobre el momento en el que los consuegros se conocen, en casa de la pareja homosexual. Toda una odisea desternillante que hace que el espectador no sea capaz de guardar la carcajada durante todo el musical.
Los detalles
Una de las aristas más destacadas del musical es su vestuario, sencillamente espectacular, y la pericia de los actores para cambiarse hasta en 140 ocasiones durante las dos horas y media de obra. Estos cambios provocan en el espectador una sensación de que haya al menos cincuenta artistas en escena, cuando solo superan ligeramente la veintena. Además, nunca termina de ser consciente de cuándo ocurren estos cambios por la velocidad que lleva el reparto entre bambalinas.
A los cambios de vestuario se suma un gran dinamismo en lo que a escenografía se refiere. Visitamos la casa de Georges y Albin, el restaurante del barrio, el escenario del club La cage aux folles e incluso las bambalinas en cuestión de minutos.
Respecto a las coreografías, quizá sean lo más 'flojo' del musical, pero está muy cuidada la sensualidad sin caer en lo hortera u ordinario. Además, es digno de aplauso la variedad de cuerpos en los bailarines, cada uno de diferente altura y peso. Una joya absoluta son los músicos, situados en la parte alta del escenario. Son solo ocho, pero hacen como veinte, totalmente coordinados con los actores, que en ocasiones improvisaban cambiando los tiempos de la obra.
El reparto es brillante. Pita borda el papel de Georges con una voz magistral y una técnica que deja clara la larga trayectoria que tiene en el mundo del musical, pero es cierto que la obra hace que no seas capaz de quitarle los ojos de encima a Albin, que el día que tuvimos la suerte de disfrutar del musical estaba encarnado por el camaleónico Àngel Llàcer.
Ángel consigue hacer de Zaza -así se llama Albin dentro de La cage aux folles- un personaje frágil con el que consigues empatizar en canciones como Soy lo que soy, donde se abre en canal y te cuenta lo que siente desde lo más profundo de su corazón. Sin embargo, lo mejor de Llàcer en escena llega con los puntos de humor de su personaje. Con la obra te emocionas, pero también ríes mucho, en parte gracias a él y su personaje, que no deja de interactuar con el público en determinadas partes del musical.
En conclusión, si te preguntas si merece la pena ver este musical, la respuesta es que sí. Sales del Cervantes con una sonrisa y con la mente un poquito más abierta respecto al colectivo LGTBI. Es un musical de los de toda la vida, orgánico. De los que dan pie al actor a pedir un aplauso en el caso de que vea que el público no responde lo suficiente.
Visita la jaula, no te arrepentirás.