Rockberto, una vida de película: de cantar rumba en Países Bajos a salir de gira con Camarón de la Isla
Paco Roji publica la biografía más completa del carismático líder de Tabletom acompañada de fotografías, letras de canciones y cartas inéditas.
2 agosto, 2022 05:00Noticias relacionadas
Roberto González Vázquez (Málaga, 1951-2011), más conocido como Rockberto, llevó una vida de película. Fue músico callejero en Países Bajos. Tuvo un grupo de rumba antes de fundar Tabletom y convertirse en su carismático líder. Viajó a lomos de una furgoneta Volkswagen junto a Camarón de la Isla, Pata Negra y Silvio en defensa de la autonomía andaluza.
El artista también coqueteó con las drogas, defendió a ultranza la legalización de la marihuana y montó una comuna en su casa familiar de Campanillas. Trabajó en una sucursal de Banesto de Torremolinos al menos un año. Su canción Me estoy quitando inspiró a Extremoduro una famosísima versión. Y sobre todo vivió libérrimo y a su manera, ajeno a este sistema (sus disgusto le costó).
Paco Roji ha escrito una monumental biografía titulada Rockberto. El chavea del Guadalmedina (UMA Editorial). El volumen de 600 páginas reúne cartas, letras de canciones y fotografías inéditas fruto de una larga investigación. "He estado 15 años liado recopilando documentos y cosas. No sólo hablo de su vida, sino de todo lo que le rodeaba como amistades, locales y grupos de música de la época", destaca el gestor cultural, amigo íntimo del artista durante dos décadas.
Hijo de madre soltera
Su vocación musical, algo común entre los niños de la época en plena explosión de la fiebre Beatle, parte de una aptitud innata. Este hijo único de madre soltera, nacido en el castizo barrio de la Trinidad, recordaba con cariño cómo su padre adoptivo lo sentaba en la rodilla, le cantaba por malagueñas y se le ponían los pelos de punta. Cuentan que su padre biológico también interpretaba muy bien las coplas.
"Lo de componer y lo de cantar es algo innato en él. Una persona tan especial lleva algo consigo dentro. En su familia no hay nadie así. Eran trabajadores de tiendas de comestibles y de panaderías. Tiene un primo aficionado al flamenco y a los verdiales", cuenta Roji. A los 13 años le diagnostican una grave enfermedad en la espalda que lo deja postrado en la cama varios meses. Aquello, señala Roji, lo traumatizaría "mucho".
Un adolescente con guitarra y armónica
Sus padres deciden comprarle una guitarra y una armónica. Enseguida se pone a componer inspirado por el genio de Bob Dylan. Firma entonces su primera canción donde cuenta su experiencia aislado en casa donde dice: "Nadie me quiere, nadie me puede soportar, todos me miran, y todos me quieren hacer mal". Siendo un adolescente viaja a Francia (allí tiene familia) y alucina con las tiendas de música.
Sus primeros acordes de guitarra los toca junto a su amigo José Víctor Otero. "Los dos ensayábamos en la habitación de la casa de su madre, en la pensión del Pasillo de Atocha. Loli estaba todo el día escuchándonos mientras aprendíamos a tocar. Recuerdo que íbamos a la playa, pero como ya tenía lo de la espalda, no le gustaba bañarse, y se cortaba, y yo lo animaba. Llevaba un corsé para corregirlo", recuerda el propio Otero, en una declaración recogida por Roji en el libro.
El libro muestra la primera entrevista en prensa de un grupo donde está Roberto (Roji dio con el recorte buceando en la Biblioteca Municipal). Se trata de los Jones. El periodista les pregunta quién compone las letras. "Uno de ellos era Roberto. Estamos hablando del año 1968, ocho años antes de que empiece sus andanzas con Tabletom", precisa este apasionado del flamenco. A sus 18 años, el malagueño ya había pasado por tres bandas.
Después crea un grupo llamado Los Cúcanos. También pasa por Royal Groul y Fresa y Nata. "Él quería componer, hacer cosas y de dar rienda suelta a su creatividad. No sólo cantaba y componía, también tocaba la guitarra y el bajo. Hay fotos de él con un acordeón o el teclado. Esa inquietud se fue apagando. Al final de su carrera sólo componía y cantaba, y respecto a cantar hacía lo justo porque sabía que la gente coreaba las canciones", reconoce.
Feo pero con un gran carisma
El volumen está lleno de testimonios de amigos de Rockberto y músicos de la época, además de incontables anécdotas. Alfonso Bueno Avilés, guitarrista en The Royal Group (1967) y Yunque, ganador en el Festival de Benidorm de 1978, lo recuerda como alguien "diferente, inteligente, acomplejado, osado y con mucho carisma". "Se dio cuenta de que el carisma se hace y se construyó a sí mismo. Feo, horroroso, pero con un gran carisma. Tenía el poder de la persuasión. Te convencía, te entusiasmaba. Era un placer hablar con él", recoge Roji.
Campanas de boda
Entre las vivencias contadas en el libro hay una muy singular y desconocida: se casa con la holandesa Hedzerika Bakker el 3 de febrero de 1973. Roberto estaba a punto de cumplir 22 años y Hedzerika 26. Los padrinos fueron su madre y Enrique García, su amigo y compañero del grupo Fresa y Nata, que estaba en la mili. Se casaron en la Iglesia Nuestra Señora de los Dolores, en el Puerto de la Torre.
Ambos deciden mudarse a Buitenpost, una aldea al norte de Países Bajos, en septiembre de ese mismo año. "Según las cartas que escribe Roberto, estuvo tocando y cantando por la calle y diferentes espacios, acompañado de un amigo español. Sobre todo interpretaba canciones por rumba", relata Roji. Años después montaría junto a un percusionista, un violinista y un cantante otro grupo rumbero.
En una misiva enviada a su amigo Enrique García desde Buitenpost, el 30 de octubre de 1973, le cuenta lo siguiente: "Querido y amado Enrique; no te he escrito antes por no saber tu dirección, pero todavía no lo sé seguro, o sea, que no sé si te llegará esta carta, por eso no te escribiré mucho pero si te llega la carta me escribes rápido, con la dirección buena porque tengo muchísimas cosas que contarte muy interesantes para los dos. Por aquí hay muchas vacas y mucha leche y gente en bicicleta y hasta molinos de viento, y algún que otro queso".
El laboratorio de ácido
El cantante duró allí menos de un año. Al volver, contactó con un grupo de "llanitos" (propios de Gibraltar) a través de un anuncio donde buscaba cantante para actuar en un camping de Estepona. Ahí conoció a los hermanos Pepillo y Perico Ramírez, miembros fundadores de Tabletom. No tardaron mucho en dejar el conjunto y mudarse a una casa, propiedad de la familia de Roberto, en el campo y situada en Campanillas. Aquello se convirtió en una comuna y vio nacer a Tabletom en 1976. Las autoridades llegarían a confundirla con un "laboratorio de ácido".
"Estábamos allí tiraíllos en la huerta cuando nos encontramos una pipa en la cabeza y unos tíos gritando. Se había corrido tanto la voz de los colocones que nos cogíamos, que los tíos se creían que teníamos allí un imperio de la droga. Nos partimos de risa con la pasma. Un policía le dijo a Roberto: "Ah, con que el grupo se llama Tabletom? Eso tiene que ver con el hachís". Y éste le dice: "No, un momento. Es que está en inglés. Tab let on: Deja la oreja encendida [en realidad tab es lengüeta, pero da lo mismo]". De pronto se dieron cuenta de que allí ni había un duro, ni laboratorio de tripis, y que teníamos una guasa máxima", cuenta Perico en el libro.
La huella de Málaga en sus canciones
Tabletom, todavía en activo, es uno de los grupos más importantes de la ciudad. "Hacen una música muy personal, sin etiquetas. No es rock andaluz. Podría llamarse rock étnico de Málaga. El primer disco es más psicodélico y de rock sinfónico con temas de 8 o 10 minutos. En otros trabajos puedes escuchar funki, blues, jazz, reggae y flamenco. Además, hablaban de costumbres (como el pescaíto frito) y personajes de Málaga. Le dedican un tema al Piyayo", alaba Roji. Sin olvidar las soberbias letras firmadas por el poeta Juan Miguel González.
Ricardo Pachón, ideólogo de discos memorables como La leyenda del tiempo, produjo el "pelotazo" de Mezclalina. Lo recuerda en el divertido prólogo de la biografía donde reconoce que "desde las primeras notas" se dio cuenta de que "iba a escuchar algo nuevo, inquietante, perturbador". "Justo lo que me entusiasmaba".
"Hablamos de grabar su primer disco, y en un par de meses estábamos en Madrid en un hotel de cinco estrellas, el Hotel Cuzco, y grabando en los estudios de la RCA, en la calle Doctor Fleming. La llegada al hotel empezó a darme las primeras pistas. Me invitaron a una reunión en la habitación de Roberto. Sobre la cama había una maleta de considerable tamaño. La abrieron y me mostraron su contenido: estaba llena de cajas de Bustaid, una anfetamina que se anunciaba como producto adelgazante", rememora.
Entre los hitos de la banda malagueña, recuerda Pachón en su texto, está la Gira Histórica en defensa de la autonomía andaluza: "Para motivar a los paisanos en el referéndum del artículo 151 formamos una caravana que amenizaba la presencia del presidente Rafael Escuredo. Durante un par de semanas viajamos juntos un grupo de músicos algo asilvestrados: Camarón, Pata Negra, Silvio y Luzbel, Alameda, María Jiménez y Tabletom".
Amistad con Camarón
"Aunque había un gran autobús para los artistas yo llevé mi furgoneta Volkswagen en la que se ubicaron Camarón, Rockberto, Kiko Veneno, Tomatito y Raimundo Amador. Allí nació la amistad y la mutua admiración entre Camarón y Rockberto. Amistad y admiración que se prolongó en el tiempo hasta el punto que Camarón dirigía algunas de sus misteriosas escapadas a los Montes de Málaga para reunirse con los Tabletom", continúa el productor. El propio Pachón ha hecho referencia alguna vez a las tan surrealistas como tiernas conversaciones entre esos dos artistas tan inmensos como inclasificables como Silvio y Rockberto.
Extremoduro
El conjunto malagueño remontó el vuelo en los años 90 gracias a un empujón de Extremoduro. La banda liderada por Robe Iniesta grabó una versión de Me estoy quitando (en referencia a unas declaraciones de Camarón, buen amigo de la trinidad fundacional de Tabletom, con respecto a su adicción a la heroína: "me estoy quitando, me estoy quitando, sólo me meto de vez en cuando"), en su disco Agila. Entonces, "el público del rock fuera de Málaga y Andalucía comenzó a tener noticias de aquel grupo liderado por un cantante tan caótico como genial". "Fue un éxito moderado", reconoce Roji.
Rockberto seguía sin querer estar en primera línea de la industria. Sólo quería cantar y tocar. Hay una anécdota del libro que ilustra bastante bien su idiosincrasia: "Acabamos el concierto en la sala Suristán y entre el público estaba Antonio Carmona. Quedó alucinado. Total, que la gente no paraba de pedir un nuevo bis. Allí estaban también Wyoming y Santiago Segura, que tenían un sello. Roberto no quería cantar más. A eso que entra Antonio y nos dice: "Tenéis que salir otra vez, que esto no lo hace nadie en Madrid". Y escucho a Roberto decir: "Nada, que por cojones tenemos que ser famoso". Allí me di cuenta de que él era feliz con la dinámica que llevaba el grupo. Se conformaba con tocar poquito".
Material inédito
Al libro le acompañan 30 misivas firmadas por Rockberto con una letra "impresionantemente bella". "Estuvo a punto de sacarse el bachiller. Aparte de contarte todo lo que veía y donde estaba, en la mayoría dibujaba. Escribía: 'Sigo contando' y el contando te lo separaba y en la parte de 'ando' te dibujaba un zapato; o en otra pone: "Por aquí me llaman el hombre oreja porque siempre estoy escuchando el Let it be de los Beatles" y dibujaba una cara de perfil con una oreja, una nariz y una boca", recalca el gestor cultural.
Entre los tesoros de Rockberto. El chavea del Guadalmedina hay un código QR impreso que conduce al lector a una grabación desconocida de 1975. Se escucha al artista cantando en inglés clásicos del rock en un local de ensayo por la zona del Hospital Civil. Tabletom aún no había nacido. "Se trata de un grupo al que se acopló después de venir de Países Bajos: Malaka. Tenían un magnetófono bueno. Grabaron ocho o nueve pistas. También había improvisaciones. Las limpiamos. Es una joya", asegura.
Una posible exposición
Una de las ilusiones de Roji, enciclopedia musical andante, es montar una exposición con todo el material del libro (fotografías, carteles originales, cartas). "Tengo mucho material inédito que me gustaría que se viese. La titularía En casa de Rockberto. Rockberto no ha tenido casa más allá de la de su madre. Ni después se ha preocupado por tener una casa física. Tenía dinero para comprársela. Me gustaría darle vida a ese proyecto", propone.
El artista murió a los 60 años el 12 de junio de 2011. Dejaba atrás una vida de excesos y aventurillas, de incoherencias y sabias reflexiones. Más de 200 personas lo despidieron en el cementerio de Parcemasa. Entre ellos Kiko Veneno, Juan Miguel González y los componentes de Tabletom, Danza Invisible y Los Perillos. Pusieron sobre el cristal que protegía su féretro una foto de un Roberto juvenil y aún sin cicatrices e interpretaron el tema Málaga. Y es como cantó un día Rockberto: "dios no sólo es la espiga ni el minuto, / ni la azarosa historia y sus abismos. / Dios es la copa, el chute y el canuto. / Es la parte chunga de nosotros mismos".