Stefan Zweig, el intelectual que se suicidó por amor a Europa, revive en Málaga 'su mundo de hoy'

¿Por qué el nombre de Stefan Zweig sigue latiendo con vida propia 80 años después de su muerte? La respuesta, igual que en el teatro, se da en tres actos: por su certeza, sus persistencia y su presencia. Este intelectual judío, vienés adinerado y figura clave en la historia cultural de la Europa del siglo XX, representa el espíritu laberíntico necesario en un contexto destinado a repetirse.

En palabras del escritor y gestor cultural, Alfredo Taján, es el momento de recordar una obra y un personaje que "marcó una historia". Ese es el objetivo que persiguen las jornadas culturales Stefan Zweig en el mundo de hoy, un monográfico que acoge el Centro Cultural La Malagueta hasta el próximo viernes.

Durante la celebración de la sesión inaugural, Taján resaltó las dos efemérides que vuelven a poner al autor de Momentos estelares de la humanidad en el punto de mira. Por un lado, el centenario de la publicación de su obra más popular: Carta de una desconocida. Pese a que inicialmente no fue uno de los títulos más vendidos, su traslado a la gran pantalla en 1948 (dirigida por Max Ophüls y con una actuación prodigiosa de Joan Fontaine) permitió situar en el mapa a una creación indispensable de Zweig. 

El otro gran hito que se conmemora se corresponde con su suicidio en Petrópolis (Brasil) en 1948, junto a su segunda esposa, Lotte. La noche del 20 al 21 de febrero pusieron fin a sus vidas en la villa de Pedro II, último monarca del Imperio brasileño. La escena fue captada al día siguiente por las cámaras y la fotografía de los dos cadáveres abrazos llegó a ser portada en todo el mundo. Incluso en los rotativos de una Alemania nazi que repudiaba al intelectual austriaco. 

Junto a los cuerpos y los restos de veronal, una nota manuscrita que rezaba: "Mando saludos a todos mis amigos. Ojalá vivan para ver el amanecer tras esta larga noche. Yo, que soy muy impaciente, me voy antes que ellos". ¿El motivo? Zweig no soportaba ver una Europa que "se destruía a sí misma".

Stefan y Lotte yacen en la cama tras haberse suicidado.

"Estas coincidencias nos han bastado para volver a él, activista de paz en una sociedad que se desagarraba ante el triunfo de la sinrazón", subrayó Taján, haciendo hincapié en la influencia de su literatura y correspondencia con escritores y políticos de la época. 

Biógrafo por excelencia (un género en el que era "un maestro que añadió psicología a la historia), Stefan desarrolló su faceta multidisciplinar entre la novela (prolijo, exacto e inmediato), las nouvelles (obras breves), poesía, dramaturgia, ensayo, memoria...

[Stefan Zweig, una historia de Europa total: reúnen todas sus biografías de personajes históricos]

Taján definió a Zweig como un polémico pacifista, hombre atormentado que no soportaba el fanatismo y la ignorancia. Sus lectores "lo amaban tanto como lo detestaban" por su carácter huraño y su soledad; sus silencios que lo decían todo: "Con su suicidio, a la Gestapo se les escapó un hombre nítido. Él lo hizo (el trabajo) por ellos".

Del mismo modo, sostiene que su éxito comercial gravita en la versatilidad de los temas que toca y su erudición, siendo especialmente brillante su producción biográfica (Emile Verhaeren; Fouché, el genio tenebroso, Maria Antonieta, Erasmo de Rotterdam, Romain Rolland o Balzac: la novela de una vida).

"Me pregunto si se hubiera vuelto a suicidar en estos momentos nada estelares", comentó en voz alta. Una pregunta viciada por en un mundo en el que la existencia se vende, la salud "se resquebraja" y las democracias sufren "tantísimos agravios": "Europa sigue estando atacada por los flancos". 

Sin fronteras

Pese a que no pudo estar presente por motivos de salud, Mauricio Wiesenthal (escritor de culto y autor de obras como Libro de réquiems o El esnobismo de las golondrinas) envió un texto en el que recordaba hasta qué punto Zweig marcó su juventud: "Me he identificado tanto que le he seguido por las ciudades que fueron suyas y ahora he hecho mías". 

Viena, Londres, París, Bath, Nueva York, Buenos Aires, Río de Janeiro y Petrópolis. "En todas me ha saludado su fantasma, quitándose el bombín mientras me hacía una genuflexión. Mis amigos no me creen, pero lo he visto paseando en el Café Central o en su elegante palacete de Salzburgo, oyendo a Mozart y tarareando las operetas de Strauss". 

Como colofón, Wiesenthal advirtió a los presentes de que, si en algún momento se encuentra con un señor con un bigote demodé, estén atentos: "Ese es Stefan. Saludadlo y decidle que me enseñó a viajar sin fronteras, ni ideologías totalitarias e identitarias que pusieran freno a conocer otras culturas. Sin temer a las razas del mundo. Al contrario, intentando comprenderlas todas. No hay que temer a la mezcla, sino incorporarlas al bagaje de cada uno. Se llama don de gentes".

Programación

Miércoles 6 de octubre. A las 18:00, Zweig en el cine, por Vicente Molina Foix, con la proyección posterior de Carta de una desconocida (1948).

Jueves 6 de octubre. A las 18:00, La biografía: arte de la memoria, por Eva Díaz Pérez y proyección posterior de La nuit de Varennes (1982).

Viernes 7 de octubre. A las 18:00, La aventura editorial de Zweig, con Sandra Ollo (Acantilado) y Javier Jiménez (Fórcola). A las 19:00, conversación Razones para un suicidio, con Ignacio Garmendia y Mercedes Monmany. Posteriormente, proyección de un fragmento de Adiós a Europa (2016).