No hace falta que los grandes manifiestos de la historia se encuentren recogidos en interminables textos. A veces, basta una simple frase para concentrar toda la fuerza de una idea: "A vista de este ejemplo, ciudadanos, antes morir que consentir tiranos". La cita corona el monumento en homenaje a José María Torrijos, militar liberal que encabezó un pronunciamiento contra Fernando VII y su poder absoluto.
Ejecutado en 1831 junto a otras cincuenta personas, la escena fue plasmada en 1888 por el pintor Antonio Gisbert en su obra Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga. Aunque actualmente se encuentra expuesta en el museo del Prado, no siempre ha sido así. En 1931, durante unos pocos meses, la obra viajó a Málaga. ¿Cómo se gestionó y qué pasó en aquella visita fugaz?
Esther Cruces Blanco y Fernando Orellana Ramos publicaron en 2020 una semblanza sobre Ricardo de Orueta (director general de Bellas Artes durante la República) y su dedicación al patrimonio histórico español. En esta defensa de la recuperación del nombre y memoria del crítico, explicaban que el Museo de Málaga era "deudor del celo y del trabajo" de Orueta.
No solo por su papel decisivo en asuntos relativos al funcionamiento de la institución (algo que permitió modificar el rango administrativo, dotándolo de un patronato y favoreciéndolo en diversas ocasiones); sino que realizó una apuesta clara por el aumento de los fondos.
Orueta desarrolló un trabajo clave para conseguir que el Prado o el Museo de Arte Moderno prestaran algunas de las piezas, y es aquí donde entra en juego el cuadro de Antonio Gisbert.
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Gracias a su actuación, el Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga se pudo contemplar en el lugar de los hechos. Durante unos meses de 1931 estuvo expuesto en la capital de la Costa del Sol.
Cuenta el historiador Miguel Cabañas Bravo que el 24 de abril de ese mismo año, el gobernador Civil de Málaga solicitó a Orueta la renovación del préstamo para que pudiera continuar en la ciudad durante todo el 31, algo que se consideraría una "prenda de honor". No fue el único, ya que González Anaya (poeta, novelista y autor de títulos como Las vestiduras recamadas) realizó la misma petición.
A final de año, el 30 de diciembre de 1931, Orueta dio la respuesta anunciando el triste final: "No he podido conseguir que quede en Málaga el Fusilamiento de Torrijos; sólo he logrado que permanezca allí durante todo el mes de enero. Ha sido un acuerdo del Patronato del Museo de Arte Moderno y, como ya le he expuesto en otras ocasiones, tanto el ministro como yo tenemos el criterio de respetar sus decisiones".
"La correspondencia administrativa y privada entre Ricardo de Orueta e instituciones y amigos malagueños muestra el interés permanente que tuvo por los asuntos de la ciudad de Málaga y de su provincia en relación con la protección y defensa del patrimonio histórico, pero también por esas instituciones que permitían la conservación del mismo, el uso y la investigación", afirman Orellana y Cruces sobre el legado de Orueta.
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En defensa de la libertad
En defensa de la libertad del hombre aplastada por el autoritarismo. Con esas palabras definen, desde el Museo del Prado, el cuadro del Fusilamiento. Se trata de uno de los pocos casos en los que su "claro mensaje propagandístico" fue inspirado directamente por la oficialidad gubernamental.
Según explican, el cuadro no ingresó en el Prado tras su paso por las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, como era habitual, sino que fue encargado directamente para el museo durante la regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena por el gobierno liberal de Práxedes Mateo Sagasta (1825-1903) al alicantino Antonio Gisbert, ya entonces consagrado como artista abanderado de este partido desde que pintara muchos años antes su cuadro de Los Comuneros.
Volver, a tus brazos otra vez
A raíz de la reciente conmemoración de su fusilamiento, el nombre de Torrijos ha vuelto a despertar el interés de varios malagueños, entre ellos el de la periodista Esther Luque, quien preguntaba por la posibilidad de que la obra de Gisbert volviera a Málaga.
En este sentido, la concejala de Cultura en el Ayuntamiento de la capital, Noelia Losada, ha explicado que desde el grupo municipal de Ciudadanos han presentado varias mociones instando al Ministerio de Cultura a que tanto la Lex Flavia Malacitana como el cuadro se pudieran ver temporalmente en Málaga.
Los técnicos del Museo Arqueológico Nacional desaconsejaron el préstamo de la primera pieza, alegando el estado de conservación así como "su indisoluble unión" con el planteamiento del discurso museográfico del museo: "Es preciso recordar que los bronces son muy sensibles a los cambios de condiciones ambientales, especialmente a las fluctuaciones de humedad relativa", explicaban, entre otras cuestiones.
Sin embargo, en el caso del cuadro del Fusilamiento, se limitaron a dar traslado al Museo del Prado. La respuesta está fechada a 29 de diciembre de 2021. Un año después, la posibilidad de que la obra de Gisbert y el espíritu liberal de Torrijos vuelva a Málaga sigue viva.