Fue la única mujer que estuvo sentada en la mesa de protocolo durante la presentación de la muestra Picasso escultor. Materia y cuerpo, este lunes en Málaga. En la foto de familia (que podría recordar a la mítica imagen del gabinete de Margaret Thatcher por la casi omnipresencia masculina) aparecen personalidades de la política, la banca, la cultura, la empresa e incluso familiares directos del insigne artista malagueño.
Sin embargo, la gran protagonista de la cita fue ella: Carmen Giménez (Casablanca, 1943), primera directora del Museo Picasso y comisaria de la exposición conmemorativa en el 50º aniversario del fallecimiento del creador.
El director artístico de este espacio de referencia en la ciudad, José Lebrero, se refirió a ella como un "puntal del feliz triunvirato" que hace dos décadas trabajó para que el MPM pudiera ver la luz. Aquel equipo, en el que también estaban Carmen Calvo y Christine Ruiz-Picasso, sembró la semilla para que en la Costa del Sol pudiera volver a florecer el alma del "genio más universal".
El currículum de esta experta en el pintor y escultor malagueño está avalado por sus labores como consejera del Ministerio de Cultura y en el Museo Guggenheim de Nueva York, entre la larga ristra. Uno oye hablar de estos lugares y podría pensar en salones, oficinas, despachos, trajes y formalismos propios de la gestión. Esta imagen se difumina rápidamente al ver a Giménez deslizándose entre las más de 60 obras que conforman la exposición.
Danza entre ellas, se mimetiza con los cementos, bronces y maderas y se convierte en el foco de atracción de la visita guiada. El consejero de Turismo, Arturo Bernal y el presidente de la Fundación Bancaria Unicaja, José Manuel Domínguez, abandonan momentáneamente sus cargos para convertirse en oyentes: todos quieren ser alumnos privilegiados de la comisaria.
La patria sin país
Nacida en Casablanca e hija de republicanos exiliados (su padre fue presidente del Centro Republicano en el exilio) empezó a estudiar Ciencias Políticas, condicionada por la situación que vivía España. Sin embargo, su pasión por el arte hizo que pasara a la École du Louvre: "Cuando vine a España, me di cuenta de que no teníamos nada de españoles", confesaba hace unos meses en una entrevista con María Marañón en EL ESPAÑOL.
Giménez lleva un vestido de flores y un acento francés intrínseco a los conocimientos adquiridos durante décadas sobre arte contemporáneo. La explicación de este fenómeno se debe a su educación en la escuela pública gala. Relata que la superioridad y el desprecio ejercido por los franceses la obligaron a mimetizarse en todo; hasta en el idioma.
Sin embargo, la melodía y fusión de las palabras dota de musicalidad el relato de historias apasionantes detrás de las forjas. Así, habla de Cabeza de muerto, realizada en 1943, el mismo año de su nacimiento, durante la Segunda Guerra Mundial. Condicionado por la presencia del Reich, Picasso desoyó la prohibición de fundir (todo se destinaba a la fabricación de armamento) y siguió los consejos de su secretario, pasando de yeso a bronce gran cantidad de obras para evitar que se perdiera por la fragilidad del material.
"Es muy bonita". "Es realmente bella". "Es tremendamente hermoso". Todas estas citas se corresponden con algunos de los comentarios que va dejando mientras enseña las piezas de la exposición. Picasso escultor. Materia y cuerpo es la culminación de un proyecto "muy emotivo" y alejado de tensiones, como cuenta en conversación con EL ESPAÑOL de Málaga: "Le he puesto mucho cariño y mucho entusiasmo al reto que recibí", apunta.
Un proyecto de ciudad
Cuando se puso en marcha el MPM, el objetivo no era únicamente crear un lugar en el que habitaran las creaciones de Picasso. La ambición era mucho mayor: transformar el continente para dotar a la ciudad de contenido. De esta manera, el trabajo del arquitecto Richard Gluckman (quien fue mencionado en varias ocasiones en la presentación de la muestra) y la paisajista María Medina resultaron clave para la reforma del antiguo Palacio de Buenavista, en la calle San Agustín de Málaga.
Después de que el Museo viera la luz en octubre de 2003, la echaron, según ha afirmado Giménez en varias ocasiones: "Soy una superviviente", ha puntualizado en esos momentos.
En su haber cuenta con ser la organizadora de la exposición Picasso clásico, celebrada en el Palacio Episcopal en 1992. Dos años antes, José Guirao (ministro de Cultura del primer Ejecutivo de Pedro Sánchez y uno de los máximos exponentes de la gestión cultural de nuestro país) fue a buscarla a Estados Unidos para poner en marcha aquel proyecto.
Precisamente, el recordado político (fallecido en julio del año pasado a causa del cáncer) ha sido el alma mater de la conmemoración del 50º aniversario de Picasso, señalándose su amplitud y su equilibrio a la hora de idear este homenaje.
La escultura, la otra cara de Picasso
Los cuadros forman parte de la conceptualización social de la obra de Picasso, pero en la escultura reside un mundo por descubrir (la proporción catalogada es de 4.500 frente a 700): "Cuando murió, todas estas obras estaban con el ya que no quería venderlas; rechazaron su obra y se sintió herido", relata.
Hoy, medio siglo después, los bronces y los yesos han salido de las esquelas, de los museos y hasta de las manos de la familia (destaca la colaboración de su nieto Bernard Ruiz Picasso) para que los malagueños puedan encontrarse con la creación del artista eterno.