Son cuatro, son veinteañeros, son músicos y están inevitablemente abocados a la incertidumbre que supone ser joven. Los integrantes del grupo Lord Malvo (Adriá Gámez, Julio García, Mario Muñoz y Adrián Romero) vienen de haber actuado en el festival Cala Mijas junto a nombres ilustres como Arcade Fire, the Strokes, Florence and The Machine o The Blaze.
Ahora, se preparan para el lanzamiento de su primer disco, Carrera de obstáculos, que verá la luz en octubre tras un año de trabajo en silencio. Es la cara C de los vinilos, la desconocida, la que nadie ve.
EL ESPAÑOL de Málaga se reúne con dos de sus miembros (Gámiz y García) en el barrio de Teatinos. La primera pregunta surge antes de que comience la entrevista. ¿Qué foto se le puede hacer a un grupo indie en el que cada cual "viste peor que el otro" (sic) y que confiesa estar abierto a cualquier propuesta?
La idea de coger unos palos de golf y caminar por los jardines que hay junto a la facultad de Derecho como Alex DeLarge y sus drugos en La Naranja Mecánica se convierte en una realidad.
Todo ello como antesala a una conversación vertebrada por el temor al futuro, el pesimismo ante el abandono político de la "única esperanza" y el amor, que a fin de cuentas es lo único capaz de "englobarlo todo". Y en el aire, la gran cuestión: ¿tienen vida las camisas estampadas de manga corta más allá del indie?
¿Cómo responde el público festivalero ante los carteles de novilleros? De algún modo, los grandes atractivos siempre son los grandes espada.
Adrián: Yo lo vi guay, la verdad. Hay que tener en cuenta que era a las 12 de la mañana, por lo que hay que tener un par de cojones para estar ahí.
Julio: Había muchos guiris y lo fliparon casi más que los nuestros. De hecho, estaban ahí en pie animando al resto.
Esta cita ha sido el paso previo a la publicación de vuestro primer disco, que llegará el próximo octubre. ¿Qué hay del proceso?
J: Honestamente, el camino de sacar un disco tiene mucho trabajo. Lo bueno viene una vez que ya ha salido. Date cuenta que hemos tenido que hacer videoclip, publicidad, ruedas de prensa…
A: Justo hoy (por el jueves) han llegado los vinilos a la discográfica. Lo grabamos en octubre del año pasado y sale ahora, en 2023, por lo que se trata de una carrera de muy largo fondo. Para nosotros es la cosa más importante que vamos a hacer.
Habéis vivido las oposiciones y ahora toca disfrutar de la plaza.
A: Exacto. Vamos a empezar a recibir el sueldo vitalicio con todas las pagas (ríe).
¿Y la hoja de ruta?
J: Este mes tocamos en Antojo. El primer fin de semana de noviembre en Madrid y Barcelona, vamos a la Marmota en Sevilla y el más importante que tenemos es en la Cochera Cabaret, aunque todavía no hay fecha.
A: Es la presentación del disco en nuestra ciudad.
Quizá es más sencillo apostar por una línea argumental en otro tipo de piezas creativas como el cine o la literatura. ¿Cómo se plantea la idea principal de un disco?
A: Lleva por nombre Carrera de obstáculos. Cuando llegó el momento de bautizarlo, hicimos un proceso de reflexión. A Mario, nuestro bajista, se le ocurrió la idea de analizar las canciones y estudiar de forma consciente de qué trataban los temas. Nos dimos cuenta de que todas tienen un elemento en común, y es que nos pilla en un momento similar de nuestras vidas: nos mudamos con nuestras novias, pugnamos por trabajos que no nos gustan, tenemos que pagar hipotecas… En definitiva, lidiar con la vida adulta; o lo que es lo mismo, una carrera repleta de obstáculos que hay que esquivar continuamente.
Precisamente, en el tema Carrera de obstáculos se hace un lamento al fin de la juventud. Tiene un claro tinte pesimista, de que esto se acaba y toca adentrarse en un mundo más complejo.
J: La vida es como correr, pero más difícil.
Ese momento en el que uno cruza el umbral de la juventud para adentrarse en la vida adulta supone un cambio importante.
A: Este es mi último año en la carrera de Periodismo y es difícil. Da mucho miedo. Tú lo sabrás, que has estado en la misma situación. Mientras estás en la Universidad, sabes que tienes un futuro seguro durante los años que dure. Pero cuando se acabe, llega el momento de adentrarse al mercado laboral, por lo que cada paso que demos está marcando de algún modo nuestro futuro.
J: Desde que tenía 17 o 18 años he estado compaginando trabajos como conserje, tatuador o diseñador, que es lo que hago ahora mismo, pero son funciones que no se corresponden con mi profesión. El vértigo llega cuando tienes que decidir qué vas a hacer el resto de tu vida.
Esta situación de vulnerabilidad que reflejáis me lleva a la siguiente cuestión. ¿Uno puede acceder a la música desde una situación privilegiada y cómoda?
J: La música es un 10% talento, un 20% esfuerzo y un 70% contactos. Esa capacidad tiene que estar ahí; pero la manteca, también.
A: Se habla mucho de la cuestión del dinero. El otro día le comentaba a mis padres que los miembros de The Strokes proceden de una familia con pasta. Albert Hammond, Julian Casablanca… Pero una cosa no quita la otra. Si no hicieran la música que hacen, no serían The Strokes.
¿Y cómo influyen esos antecedentes en las letras? Partiendo de esa premisa, resulta complejo escuchar a grupos criticar al sistema si son grandes privilegiados.
J: Hay muchos grupos que hacen eso, pero necesitas el bagaje necesario para que haya una coherencia. Nosotros escribimos de lo que nos pasa. Love of Lesbian, y lo pongo de ejemplo porque Santi Balmes lo ha dicho en alguna ocasión, tiene letras como Incendios de nieve que son pura ficción. No es una historia que le haya pasado al autor.
A: De hecho, todos conocemos a gente que no es consecuente con lo que escribe.
La cuestión autobiográfica como eje de la narrativa.
J: Yo no puedo escuchar a un grupo que va de punki si su padre luego tiene un piso en calle Génova. Porque no. No debería ser así, pero lo pienso.
En vuestro tema Socialdemocracia cantáis una serie de versos que quiero poner sobre la mesa: “Errejón es Mufasa/ Siempre ganan el Numancia/ Cien puntos la acrobacia”. ¿Os reís de la socialdemocracia porque creéis que la socialdemocracia se ha reído de vosotros?
A: Efectivamente. Es justamente así. Cualquiera que vea el título desde fuera puede pensar que nos vamos a tirar al barro y mojarnos a muerte. Pero la realidad es distinta; es la parodia de la parodia, que a la postre es lo es la socialdemocracia.
¿Una parodia de base o de materialización?
A: Un poco de todo. Esa canción salió de nuestro bajista, Mario, quien planteaba que ese término se había convertido en un arma arrojadiza. Está tan prostituido que hemos decidido prostituirlo nosotros más diciendo tonterías sobre ella.
¿Pero hasta Errejón os ha traicionado?
A: ¡Claro que sí! ¡Por supuesto!
¿Por qué?
A: Eso se lo tendrás que preguntar a Mario.
¿Qué os queda entonces si vuestra única esperanza política también os ha abandonado?
J: Es que le pegamos a eso porque ya no nos queda nada. Era nuestra única esperanza.
A: No estamos tan disgustados realmente; de hecho, creemos en ella, pero queríamos hacer un poco de reivindicación. Esta canción surgió a raíz de unos amigos nuestros, La Trinidad. Este grupo de Málaga saca muchas canciones políticas, por lo que nosotros queríamos hacer algo hablando de política pero sin mojarnos, justo al contrario de lo que ellos hacen, que tiene toda nuestra admiración.
Quizá lo de La Trinidad tiene que ver con que son más mayores…
J: No, justo son de la misma edad. Lo que pasa es que tienen más talento.
Lo reformulo. Quizá es que están en un momento diferente de la vida y eso les hace ver lo difícil del mercado laboral. Al final, tienen letras que dicen que una hora de su vida no vale 6,30. Esa crítica surge una vez que empiezan a sufrir en sus carnes la precariedad.
A: No es la edad, es también la cultura política.
J: A mí me gusta más esta vertiente, de hecho. Mi padre ha sido coordinador de IU y yo estoy afiliado desde los 16 años, por lo que me encanta ese enfoque. Eso no quita que seamos conscientes del arma de doble filo que supone meterse en política.
A: Es que nosotros no somos un grupo politizado. Si lo hiciéramos, estaríamos faltando a lo que realmente somos.
J: Y ahí Lord Malvo no se disfrutaría tanto porque conlleva una responsabilidad importante. Podemos decir tonterías porque son cosas nuestras, pero si nos metemos en profundidad con ello, requiere un trato algo más serio.
La política, la juventud… Pero lo que hace orbitar todo es el amor, que se aprecia en canciones como La Costa Brava.
J: Sí, el amorío es el vértice de cualquier grupo indie o pop. Es algo de lo que poder hablar cuando montas un grupo.
A: Este disco es todo cotidianidad, nada marciano. Y no hay nada más mundano que el amor, que todos lo sufrimos y todos lo disfrutamos.
J: Es el tema más global y el que más duele.
Hasta la pena por la muerte es una respuesta al amor.
J: El amor lo engloba casi todo.
¿Las camisas de manga corta tienen vida más allá del indie?
A: Ostras, ¡qué buena pregunta!
J: ¿De qué tipo de camisas de manga corta hablamos?
Estampadas de flores. Uniforme de cualquier festival.
A: Los indies cuarentones a los que les gusta Izal, Vetusta Morla y Love of Lesbian la han convertido en su equipación. Son horribles y no pasan de moda.
J: Camisas de flores, pantalones Jack and Jones y New Balance. Ese es el estandarte de ese palo.
Eso habría que haberlo avisado antes. La última vez que fui a un festival llevaba unos pantalones beige y una polera abierta de manga larga. Me di cuenta tarde.
A: Puedes identificar al público de un grupo por cómo va vestido. En el Canela Party por ejemplo no hay camisas de ese tipo.
J: Las únicas que hay son las que compras en el mercadillo del Mosaico al tercer día de rebajas y que ya están a cinco euros, pero no en Pull and Bear o Zara (ríe).
¿El indie también tiene que abrirse estéticamente?
A: Nos dimos cuenta de eso cuando paramos a comer tras haber actuado en el Cala Mijas. Entraron unos chavales que iban vestidos de un modo particular y todos dijimos lo mismo: seguro que tocan en algún grupo.
Pero a su vez es amplio. Los Arctic Monkeys van de traje.
J: O Interpol, que siempre llevan traje negro.
Lo mismo pasa con Luis Miguel.
J: Son sellos distintivos. Lo mismo hace ahora La Trinidad con los monos. Lo gracioso de nosotros es que cada cual viste peor o más raro.
A: Eso no quita que últimamente lo pensemos bastante para poder encontrar ese estilo.
J: De hecho, en el Cala Mijas toqué con una falda de mi novia.
Le habéis cantado al amor, a la juventud, a la geografía española, al Real Madrid… ¿A qué queréis seguir cantándole?
A: La siguiente canción que sacamos saldrá el 14 y habla de los pensamientos turbios y lujuriosos. Más concretamente, habla de la masturbación. Es otra cosa que se nos ha ocurrido, igual que nos queremos meter en el urbanismo con el tema Carretería en obras, una reivindicación a este sector en la ciudad.
Como parte de Málaga, ¿os gusta?
A: No, no me mola.
J: Estuve seis meses en República Checa y echaba de menos esto, pero ahora que llevo un tiempo…
A: Fíjate, creo que se hace muy buena labor con la conservación de pinturas murales del Centro -muy cuidadas- o con las iglesias para embellecer el Centro, pero creo que responde a la lógica maquiavélica del Ayuntamiento, que luego no deja espacio a que los malagueños disfruten del espacio. Los bares de gente local cada vez son menos.
También es verdad que en una ciudad que avanza y crece, es difícil seguir yendo a comer por 10 euros. Especialmente si quieres una propuesta hostelera de calidad.
A: Sube el nivel de vida pero no los sueldos. Y eso claro que no nos gusta. Tampoco me convence lo que hay en el Muelle 1, que solo hay franquicias.
J: Es una atracción de Tívoli.
Pero el Muelle 1 ha sido una de las grandes conquistas urbanas de la ciudad. Era un espacio perdido.
A: ¿Pero por qué no se ha recuperado?
Si se ha ganado.
J: Sí, pero para que los guiris vayan y consuman. El malagueño va una vez y dice, vale. Aquí está.
A: Claro, ¿a mí que me aporta? Es algo común en todas las ciudades.
¿Y algo positivo?
A: A mí me gusta mucho la situación cultural en nuestra ciudad. Están saliendo muchas bandas y hay un sentimiento guay.
J: Cuando hay descontento, la gente lo manifiesta. Y eso es lo bueno: que hay gente saliendo a la calle para decir que su vida no vale 6,30, haciéndolo además con un enfoque cultural muy interesante.
¿Qué melodía tiene el futuro?
Ambos: Sale mal, de Alavedra.
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