El artista toledano Rafael Canogar, uno de los representantes de la pintura informalista y abstracta de España, miembro del grupo vanguardista de posguerra El Paso, trae al Museo Carmen Thyssen Málaga diez de sus obras en una exposición temporal en la Sala Noble que recibe el nombre de ‘Rafael Canogar. De architectura. Colección del artista (1993-2009)’.
La tarea se ha complicado al tener que escoger diez entre más de sus 6.000 obras que “siendo una gota de agua pudieran explicar el océano que es la producción de Rafael Canogar”, como afirmó la directora artística del museo, Lourdes Moreno.
La presencia de la obra de Rafael Canogar sigue siendo hoy reclamada en museos del mundo. Ahora mismo hay obras suyas en una exposición del Museo Norton Simon de Pasadena, en Estados Unidos, y también en Berlín. Sin embargo, no siempre fue así, ya que el mismo artista consideraba que su obra “no iba a poder venderse nunca”.
A sus 13 años, él ya sabía que quería dedicarse al arte y se convirtió en alumno del pintor Daniel Vázquez Díaz con compañeros como Agustín Ibarrola y Cristino de Vera. El arte de Canogar siempre ha buscado cambio y creación. El que se recoge en la exposición está trabajado en masa de papel mezclada con distintas materias, pintada a mano, encolada y adherida a la tabla.
“Mis padres pensaban que me iba a morir de hambre si me dedicaba a pintar y que lo ideal sería que estudiase una carrera y en los tiempos libres pintara. Como es evidente, a mis 14 años poco me interesaba mi porvenir económico”, ha relatado el artista.
Como ha contado el toledano, los años 40 fueron una época dura para el arte contemporáneo, había muy pocos, por no decir ningún museo de arte contemporáneo. Era un arte difícil cada vez que se exponía, con muy poco público.
Desde 1957 fue miembro del grupo de arte vanguardista El Paso, el que fue el grupo de artistas de vanguardia con mayor importancia de la posguerra. Se reunían todos los días para charlar de su pasión y pasar la tarde en cafeterías.
En aquellos momentos la abstracción, la vanguardia y el informalismo no era tomada a bien, él mismo recuerda cómo en una exposición en el Ateneo de Murcia hubo que llamar a la policía porque la gente pensaba que las obras del grupo eran una tomadura de pelo. Ciertos espectadores se consideraban timados y quisieron destruir las obras.
Fue el MOMA de Nueva York el que abrió el interés por la vanguardia, el informalismo y la abstracción en España. A partir de ese momento, comenzó a haber una gran demanda. A un punto en el que incluso llegó a haber competencia entre distintos museos. “De no vender nada, comencé a venderlo todo”, cuenta Rafael.
“Yo me siento un artista muy afortunado, he hecho siempre lo que he querido y he cambiado cuando lo he necesitado. Incluso cuando me advertían que si cambiaba mi arte iba a dejar de gustarle a mis seguidores”, afirma el toledano.
A sus 89 años, su producción sigue activa tras setenta años de creación. “Mi vida ha sido dedicarme a algo que me ha apasionado y me ilusiona ahora mismo después de tantos años seguir pintando cada día desde mi estudio”, añade.
Rafael Canogar ha sido considerado un pintor con alma de arquitecto, por su afán de querer construir constantemente, con referencias a mundos antiguos, a la arqueología. Así lo sugieren las obras que podrán ser visitadas hasta el 10 de diciembre en el Museo Thyssen de Málaga.
Se tratan de elaboraciones tridimensionales de gran tamaño, realizadas con collages de papel pintado. Realizadas con superposición de materiales fingen ser muros, trozos de pared, elementos arquitectónicos. Formas escuetas y sencillas. Colores planos. La geometría y la textura son lo que llama la atención. Todo ello podrá ser visitado en la Sala Noble del Palacio de Villalón.