Escurridizos, gamberros, impulsivos y con mucha personalidad. No es una fachada. No es el marketing de una serie adolescente de la MTV ni la pose de unos niños que pretenden ser malos. Lo que ves en su Instagram es lo que hay. Ellos son Laguna Goons, una banda malagueña con un universo propio tan vibrante que te atrapará rápido en su órbita. Tiago, Pablo, David y Wouters podrían ser los protagonistas de un video de skate de Thrasher Magazine que tu primo te enseñaba cuando eras pequeño. Sin embargo, los jóvenes músicos nunca buscaron ser eso, simplemente dejaron que su vida y su música se empaparan de su devoción.
Después de sobrevivir juntos a un accidente de tráfico que dejó en el hospital y cerca de la tetraplejia a uno de sus integrantes, Laguna Goons vieron que nada en la vida era tan importante y decidieron hacer una apuesta total por la música. Supervivientes de la monotonía, los malagueños no se toman nada demasiado en serio. Ni siquiera el incidente que tanto los unió parece ser algo invulnerable a los chistes. Aunque pensándolo bien, mejor tomárselo así.
En 2021 se mudaron a Getxo, Bilbao, buscando una infraestructura y escena que se adecuara más al punk que ellos hacían. Desde entonces, los cuatro viven juntos en un piso del centro de la ciudad en una especie de Friends con cerveza barata y guitarras por todas las esquinas. Salvaron a tiempo la bala de quedarse atrapados en una Málaga difícil para los jóvenes y ahora viven la vida que habían proyectado. En la costa, tirando día a día, y sin más pretensiones que hacer algo con lo que disfrutar los años venideros.
¿En qué momento decidisteis iros a Bilbao?
Tiago: En 2021. Primero nos fuimos a Castro, a casa de un colega que ya vivía allí. Él se fue a Corea tres meses por temas universitarios y nos dejó su piso para estar mientras tanto. Aquello nos gustó bastante, y cuando él volvió, decidimos quedarnos. El primer piso asequible que nos salió fue en Getxo y ya nos movimos definitivamente para allá.
¿Os fuisteis los cuatro de una vez?
T: En un principio fuimos Pablo, David y yo. Wouter estaba viviendo en Holanda, pero vino de visita una semana a Castro y dijo, 'ni de coña vuelvo, aquí se está superbién y encima me han dado las notas y lo he suspendido todo' (risas).
¿Fue más una motivación por marcharos de Málaga o por ir a Bilbao? ¿Qué os movió a hacerlo?
Pablo: Un poco de ambos. Nos queríamos ir de Málaga y casualmente visitamos Bilbao y nos flipó el rollo que había aquí. La música obviamente influyó mucho. Había un montón de bandas nuevas que habían salido durante la pandemia y se creó una escena superguapa.
T: Encima en Málaga sí había movida, pero nosotros estábamos muy desentendidos de todo encerrados en Cártama. No sabíamos que existían ni The Loud Residents, ni La Trinidad, etc. Airbag sí, pero tampoco era algo tan novedoso. Entonces llegamos a Bilbao y descubrimos que esta ciudad escuchaba muy buena música y tenía una programación de conciertos muy amplia. Estaba Nize por ejemplo que son un grupazo que nos encanta.
¿La motivación fue entonces buscar esa escena que os faltaba en Málaga?
T: Sí, pero también por la facilidad que nos dio el que nuestro colega ya viviera en Bilbao. Si él hubiera vivido en Estepona puede hubiéramos acabado allí (risas). Pero bueno sí, en Málaga hay poca cosa, la verdad. Faltan muchas salas. Está la Velvet que es muy referente, pero es pequeñita.
Hablando de esto, todavía se sigue hablando en la ciudad de cuando ‘’los Laguna Goons llenaron la Velvet dos veces la misma noche haciendo dos pases'. ¿Cómo fue eso?
T: Tremendo. La gente que se quedó esperó y entraron una hora después. El hecho de que no vivimos ya en Málaga hizo que dijeran, 'vamos a ir porque a lo mejor no bajan hasta dentro de mucho'. De hecho, llevamos un tiempo sin tocar allí porque ya solo el problema logístico que es el venir de Bilbao, complica mucho las cosas. Además de eso, no hay muchos espacios buenos. La última vez que tocamos fuimos a The Hall y nos dieron un trato malísimo. La sala está bien porque es grande, pero el personal es horrible. No pensamos volver por allí.
Se rumorea también que os subisteis al escenario con Skegss, grupo australiano referente del garaje, en un Canela Party hace unos años. ¿Es esto cierto?
T: Si, fuimos nosotros (risas). Vaya no estaba pactado ni los conocíamos obviamente. Nos subimos al escenario así de locura y los chavales se prestaron a ese rollo. Al segurata que estaba en el escenario no le hizo mucha gracia y nos insinuó que nos fuéramos, pero guay. Después los Skeggs se vinieron al parking a echarse un petardo con nosotros.
Por lo que tengo entendido, sois unos buscavidas. ¿Qué hacéis para ganaros el sueldo ahora?
Tiago: Sí la que verdad que sí (risas). Wouters, David y yo damos clase de inglés entre semana. Se pagan bien y nos da para costearnos la vida aquí. A veces también hacemos cosas esporádicas como currar en garitos. Wouters está ahora en un bar del muelle los findes. No se gana una locura, pero vamos tirando. El alquiler que tenemos es muy barato.
Pablo: Yo ahora estudio una FP superior de programación.
Hemos visto que Málaga, y la zona de costa de donde venís, se ha puesto imposible por los precios del alquiler y la vida en general. ¿Cómo está en Getxo la cosa?
P: Bueno, Getxo es básicamente la zona pija de Bilbao (risas). Lo que pasa que el piso que encontramos en su día estaba en la ruina y nos salió tirado de precio.
T: Horrible, era de moqueta de esta puerca. De hecho, hemos tenido que apañar un cuarto, ya que somos 4, en mitad del salón. Lo que pasa que aquí si hay un montón de ayudas. Por ejemplo, la ayuda de alquiler que lleva un par de años en Málaga, en Bilbao llevaba ya muchísimo tiempo.
¿Cómo se lleva el tema de tener un grupo, ser amigos fuera y, además, vivir en el mismo piso los cuatro? Lo lleváis todo al extremo.
T: Se lleva bien. Siempre hay roces, pero es que no somos rencorosos. Al final es aprender a llevarlo y todos hemos buscado una vida fuera de nuestro círculo de Laguna Goons. Novias, otros amigos, etc.
Vuestra estética y estilo de vida parece sacada de Thraser Magazine, de hecho, siempre he pensado que Laguna Goons suena y se ve como un capítulo de King Of The Road. ¿Qué comparte Laguna Goons con estos valores del skate?
T: Sí, esa filosofía de pasarlo bien, estar con amigos, ya sabes. Pero bueno, creo que cualquier chaval de 24 años la tiene en realidad, no es tanto por el mundo skate. Llega el viernes y hay que destruirse. Ya no tanto porque tengo novia y quedo más con ella, pero algún viernes tontorrón sí que cae (risas).
P: Realmente lo que compartimos son los círculos. Siempre nos hemos juntado con gente en los skateparks. Pero vaya, tampoco pretendemos que nuestra música sea un himno skater ni surfero.
En 2020 tuvisteis un accidente de coche que casi le cuesta la vida a Pablo. Contadme como fue aquello, ¿a dónde ibais?
P: Fue justo antes de empezar con el grupo. Estábamos por Alhaurín de la Torre camino a Sierra Nevada. Íbamos por una carretera secundaria de estas chungas y nos chocamos de frente con un camión. Fue una locura, se tuvieron que llevar a Alex, nuestro colega que conducía, en helicóptero y todo.
¿Ibais los cuatro en el coche?
P: Solo Tiago y yo. Wouters iba justo en el coche de atrás y no le pilló. De hecho, íbamos camino al piso de David, el cuarto Laguna, que vivía en Granada. Nos quedábamos ese finde en su piso.
Vi el post que Pablo subió Instagram donde aparecía en una camilla encorsetado y con una traqueotomía después del accidente. Hablabas en él de lo rápido que puede cambiar la vida y de lo breve que es para estar haciendo cosas que no te gustan. ¿Aquí cambió un poco todo?
P: Totalmente. Fue el punto de inflexión y el pistoletazo de salida para lanzarnos en serio con el grupo. El accidente nos unió mucho porque todos estuvimos involucrados.
T: También fue un disparate porque justo fue el momento en el que entramos en la cuarentena y Pablo estaba en el hospital. Le dijeron que se tenía que quedar más tiempo. Sin poder andar todavía bien, cogió y se fue por su cuenta de allí. Y ahí estaba los siguientes días con nosotros, componiendo los primeros temas y fumándose un cigarro cuando todavía le sangraban los pulmones (risas).
Están ahora en auge las historias de autosuperación con los accidentes. ¿Habéis visto el caso de Supersubmarina no?
T: Sí, claro. Además, conocimos hace unos años al Chino -cantante de Supersubmarina- en Úbeda. Tocamos allí y a través de unos colegas estuvimos intercambiando unas palabras. Fue muy majo la verdad. El pobre ha acabado mal, es una pena. Pablo podría haber acabado así, pero tuvo suerte. Está flexi.
¿Cómo veis la supuesta vuelta de Supersubmarina?
T: No creo la verdad. Como no sea por IA o un holograma lo veo chungo.
La mayoría de vuestra discografía está en inglés, sin embargo, 4 Perros Locos es la canción más exitosa y de las pocas que tenéis en español, ¿qué os dice eso?
T: Obviamente, el mercado español se va a tragar mucho más las canciones en castellano, eso es así. Pero nuestro objetivo no se limita solo a que nuestra música se extienda por Getxo. Ambicionamos a que salga fuera, por eso cuando las letras salen en inglés, que es la mayoría de las veces, tiramos para adelante.
¿Está el sueño de la música lejos aún?
P: El sueño se ha ido transformando con el tiempo. A principio era vivir de la música y ser una rockstar, pero hoy en día eso ya no existe.
T: Al final, el sueño de vivir de la música no necesariamente tiene que ser tocando. Puedes tener un sello, dedicarte a producir, etc. También lo de vivir de tocar es una paliza. Por supuesto podríamos ir tocando por todos los bares de España por 300 pavos y conseguir un salario mínimo para subsistir, pero sería una destrucción. Estar todo el día cargando equipo, comiendo carretera y cada día en una ciudad es un ritmo que no siempre va a apetecer.
P: La pretensión es seguir tocando mientras queden ganas y decir que sí a todo. En breve tocamos en la despedida de la jubilación de un exprofesor nuestro que es superpunki y fan del grupo. Imagínate.
Recomendadnos un sitio para comer en Málaga o en la provincia
P: El Burger King de Churriana.
T: El Taco Nacho de Fuengirola.