La Marbella tecnológica también está de moda. Según recoge StartupBlink, la base de datos de ecosistemas tecnológicos más completa del mundo, se trata de la ciudad española que más ha mejorado en el último año como sede para startups: ha subido 190 puestos a nivel internacional y ya es el 21º mejor lugar para emprender en tecnología de España.
Entre Málaga, la ciudad en la que muchos proyecto el nuevo gran hub tecnológico del sur de Europa, y Marbella, el municipio que más rápidamente crece en esa misma dirección, apenas hay una hora en coche. Pero es un viaje "con barrera". La idiomática, la de los precios del alojamiento, la del transporte... pero también la histórica entre dos urbes con personalidades totalmente distintas, ¿y complementarias?
EL ESPAÑOL de Málaga entrevista a los principales responsables de dos de las instituciones más importantes de uno y otro ecosistema, que salieron de la trinchera con un acuerdo de colaboración para potenciar ese eje tecnológico provincial. Después de todo, ¿están la Málaga y la Marbella tecnológica destinadas a encontrarse?
Uno de los actores de la Málaga tecnológica que más inciden en la necesidad de conexión con toda la provincia es el director general del parque tecnológico, Felipe Romera. Su apuesta pasa por dejar de entender el PTA como solamente un espacio físico, sino que este extienda sus tentáculos por todo el ecosistema. Ya han abierto dos enclaves en el Centro de la ciudad en colaboración con el Puerto y con la Fundación Unicaja. Su próximo objetivo es hacer la propia en Fuengirola, Antequera... y Marbella, claro.
"Marbella está tan cerca, pero tan lejos... Es otro mundo que no tiene nada que ver con Málaga", reflexiona Romera en conversación con este periódico: "Allí están los inversores y muchas empresas innovadoras, pero no tienen visibilidad y no vienen a Málaga; así que tendrá que ir Málaga a Marbella".
Desde su perspectiva, es algo que trasciende la mera separación geográfica: "Entre Málaga y Marbella hay cuarenta minutos... pero con barrera. Es una barrera histórica, y tenemos que romperla mediante lazos. Si no hay roce, no hay cariño". Y claro que la falta de en un tren que vaya desde la capital provincial hasta la mayor ciudad de España sin conexión ferroviaria no ayuda: "Yo ya no aspiro a tener un mejor transporte público, porque no hay dinero y no se quiere", dice Romera.
De acuerdo con el análisis de Romera, la falta de capital riesgo para invertir en startups es uno de los principales déficits de la capital de la Costa del Sol y la conexión con Marbella puede ayudar. Ya lo ha hecho en el pasado de forma orgánica con la llegada de grandes directivos internacionales que se han planteado crear una sede de su compañía tecnológica en la provincia tras disfrutar de Puerto Banús y demás: "Casi todas las empresas que han venido al parque es porque tienen un jefe con casa en Marbella", sostiene el director general del Málaga TechPark.
Además, conectar con el ecosistema marbellí serviría para terminar de tener una fotografía realista de cómo está el sector tecnológico emprendedor en la provincia. "Queremos agruparlo todo en un foro de startups. Cada una de las aceleradoras ahora mismo no tienen relación, son reinos de taifas encerrados unos en otros, y nadie sabe por ejemplo cuál fue la mejor startup de Málaga del año pasado", plantea el director general del parque tecnológico.
"Si somos capaces de unirlos, tendremos una única visión. Somos un ecosistema pequeño comparado con Madrid y Barcelona. Pero también es verdad que un ecosistema pequeño, pero organizado, vale mucho", incide Romera: "Muchas veces esa organización no se ve porque cada uno va a su lugar. Si somos capaces de vertebrarnos entre todos, valemos bastante".
The Pool
Para avanzar en esa vertebración, el Málaga TechPark firmó en junio del pasado año una colaboración con The Pool. Este espacio de coworking con vocación internacional, situado en El Corte Inglés El Capricho, se ha convertido en apenas un año desde su inauguración en quizás el punto de referencia del ecosistema tecnológico marbellí.
Su CEO es Christian Rasmusson y señala en una conversación con EL ESPAÑOL que una de sus mayores obsesiones es "unir lo que hay en Málaga con lo que hay en Marbella, que es muy diferente entre un sitio y otro". Para él, se puede establecer una simbiosis similar a la que hay en el Silicon Valley estadounidense entre San Francisco y Palo Alto.
"Antes Marbella era un destino para jubilarse, jugar al golf y quedarse en hoteles de lujo", analiza Rasmusson: "Ahora el que viene aquí es un perfil de entre 40 y 60 años muy activo; que ha tenido un perfil tecnológico, es nómada digital o ha tenido una venta empresarial importante". Para ellos nació The Pool hace cuatro años como una idea entre cuatro fundadores suecos y unos franceses con vocación tech que se conocieron jugando al pádel. Hoy ya es una realidad asentada.
Rasmusson reconoce que a él le costó "entender lo de crear un hub tecnológico en Marbella"; pero luego vio clara la necesidad: ¿dónde se juntaba la gente de su perfil, más allá del pádel? Salió adelante el proyecto con ese enfoque: el de la colaboración entre personas con perfil y mentalidad afines. Comenzaron a crear comunidad a través de encuentros en cafeterías como los Marbella Tech Meetup, a los que acudían en torno a un centenar de personas.
Se dieron cuenta de que "había un mercado para el concepto" y han terminado contando entre sus inversores a nombres clave del ecosistema como el inversor en serie Andreas Mihalovits o el CEO del unicornio Jobandtalent, Juan Urdiales. En los primeros 45 días abiertos ya consiguieron llenar la parte de oficinas privadas y actualmente cuentan con más de 300 miembros: "Vamos muy bien", resume Rasmusson.
"Vimos que aquí había una pool de talento esparcido. Nuestro lema es crear impacto positivo en Marbella. Queremos devolver a la comunidad creando eventos, verticales por industrias como Blockchain, agrotech o proptech...", explica el CEO de The Pool: "El perfil normalmente es gente emprendedora, tenemos pocas empresas grandes con sus empleados aquí".
En lugar de al trabajador de a pie, en Marbella muchas veces se encuentran al directivo o al inversor. La falta de alojamiento a un precio decente tampoco ayuda, apunta Rasmusson. El perfil del alojado en The Pool es de entre treinta y cincuenta y tantos años; con casi la mitad procedentes de Suecia pero también gran presencia finlandesa, británica, alemana o ucraniana.
"Antes me preguntaba por restaurantes y discotecas en Marbella, ahora por colegios y cosas de vivir. A mí me encanta", resume el CEO de The Pool: "Las dos últimas oficinas que hemos alquilado es a canadienses, así que está pegando fuerte incluso en Norteamérica".
Para él, eso supone "un caldo de experiencias, oportunidades y talento" que están tratando de afianzar primero en Marbella: "Como llevamos tan poco tiempo, lo primero que estamos haciendo es establecernos nosotros. Estamos intentando unir un poco todo esto y luego ver cómo podemos tener más impacto en más sitios", resume. Es ahí donde entra la colaboración con el Málaga TechPark.
"El éxodo de startups a Madrid es muy común y Felipe Romera leía en nosotros esa herramienta que quizás falta", valora Rasmusson: "Lo que nosotros queremos hacer es crear un club de inversores y luego ver qué tipo de operaciones quiere acometer cada uno".
"Hay startups en condiciones y queremos crear ese puente aéreo entre Málagga y Marbella. Pero también es verdad que nosotros hacemos todos en inglés y te encuentras muchas startups que no pueden defender un pitch...", lamenta el CEO de The Pool: "Falta aunar, contar con Marbella, saber que tenemos en Málaga un motor brutal pero hay que buscar la fórmula para hacer esa conexión".
Para él, aún hay problemas para lograrlo como el idioma o la falta de alojamiento, además del "problema de tráfico" entre una ciudad y la otra. Pero confía en que la conexión tecnológica malagueño-marbellí caerá por su propio peso. Para ello, harán falta muchas más iniciativas como las del Málaga TechPark y The Pool.
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