El pasado 25 de febrero la murga de 'Los Muariscos', un clásico de Manu Robles y Alberto Zumaquero, cerraba un concurso apoteósico para ellos por todo lo alto, con el primer premio en la modalidad de murgas. Así, el 2022 ya era muy especial de por sí, puesto que volvían a las tablas tras tres carnavales de silencio.
El final de popurrí, donde le cantaban al Cervantes que le darían en un año todo lo que no le dieron en tres (eso ya era un espóiler en preliminares), fue emoción pura para el grupo. Muchos acabaron llorando en una noche que definen como una montaña rusa. Dedicaron el premio a su compañero Javi, que no pudo cantar con ellos, y Alberto Zumaquero se colocó la guitarra para animarse a cantar en el último momento.
"Alberto estaba previsto que cantara y estaba apuntado como un integrante más, lo que no me esperaba era lo de la guitarra, que ni me di cuenta en el momento, aunque no me cuadraba ver al Chinobi dando palmas", declara Manu Robles a este periódico.
Fueron todo un éxito con un concepto nunca antes visto en el concurso de murgas: hacer tres repertorios y tres tipos diferentes en un mismo año. Dentro del marco de 'De bar en peor', en preliminares hicieron de un hombre que acude al bar después de que su mujer le deje, en semifinales fueron Eugenio Antonio, el señor que aguanta al otro hombre cada noche, y en la gran final fueron el pianista del local, que tiene que poner la nota musical todos los días mientras que le pagan tres euros y un Bitter Kas por cada hora de trabajo.
Además de cantar bien, algo común en esta agrupación, estuvieron muy originales y el jurado valoró este gran esfuerzo en un año tan complicado para ensayar como este. "La idea surgió en julio y hubo un momento, cuando vimos que la sexta ola llegaba, que nos arrepentimos de haber tomado esta decisión, pero al final nos liamos la manta a la cabeza con el riesgo que conllevaba y salió", manifiesta Robles.
La idea de llevar al teatro tres tipos diferentes llevaba en las mentes de Robles y los suyos varios años, que llegaron a replantearse hace más de una década sacar 'Voy pa'rriba', con diferentes personajes como un alpinista o un botones de un hotel.
"El comienzo del pase de semifinales debió ser chocante para muchos, que no entendían porque ahora estábamos de espaldas y cantaban los camareros. Sin duda en semifinales fue cuando muchos se llevaron la sorpresa y además son bastantes los que coinciden en que su personaje favorito es Eugenio Antonio. Yo soy más del pianista", confiesa Manu, aún ronco tras haberlo dado todo en la calle.
Se muestran satisfechos y felices con los tres repertorios, "no creemos que sean tres repertorios hechos por hacer, cada uno tiene su identidad y su gracia", expresan. Además, no es nada sencillo de hacer algo que ellos llevaron a rajatabla, enlazar todos los personajes.
Tras ir escribiendo las letras se daban cuenta de que había cosas que no podían ponerse porque no cuadraban con lo que anteriormente había dicho el otro personaje. Algo que sufren novelistas al escribir las tramas de sus obras. "Ha habido mucho trabajo para mantener la coherencia de la historia", matiza.
Por ejemplo, en la presentación de preliminares pelean con el pianista, también presente en el escenario, aunque al fondo, que no le van a subir el sueldo y que deje de quejarse. En la tercera fase cuentan su verdad y su sueldo. Todo estaba milimétricamente cuadrado.
Ha sido muy divertido para ellos el momento de irse llevando a casa los complementos del tipo. Muchos, encima, guardaban el secreto de los tres repertorios hasta a sus parejas. "Muchas se quedaban pilladas cuando veían que llegábamos con una chaqueta roja, otra azul, un reloj dorado y varias pelucas", cuenta Manu entre risas.
Robles reconoce que algo que temía en la final fue que pudieran decepcionar al público después de tantas teorías que se crearon sobre ese tercer personaje. "La mayoría creía que llevaríamos una conversación entre ambos personajes o a la exmujer, pero creo que tampoco se le podía dar mucha vuelta ni es el tipo que esta murga, como saben los que nos conocen, hubiera llevado. No somos de vestirnos de mujer", justifica. Sobre las teorías, recibieron algunas como que irían de taburete, de bayeta o de botella de ginebra, también que ambos personajes acabarían enamorados. Imaginación no le falta al mundo del carnaval, no.
Pero ¿cómo se memorizan tres presentaciones, seis pasodobles, seis cuplés y veinticuatro cuartetas? Manu Robles y sus compañeros creen sin duda que eso ha sido lo más complicado, especialmente, porque las letras iban llegando poco a poco y salteadas.
"No cerrábamos un personaje y nos poníamos con el siguiente, iban llegando cada una en un momento. Un día dijimos de cambiarle dos palabras a una pieza y decidimos que mejor no, porque si no iba a ser muy complicado interiorizarlo", explica. Una vez que estaban todos los repertorios cerrados fue más sencillo, especialmente cuando los presentaban en el teatro. Tenían la misma sensación que cuando de pequeño ibas a un examen a eliminar temas para el examen final.
Ahora se encuentran en pleno disfrute de la calle, lo más bonito para ellos en carnaval. "Estoy ya hasta sin voz, no nos apuntamos al concurso de Alhaurín por no perdernos parte de la calle si pasábamos a la final. Lo preferimos, nos aporta mucho y lo estamos pasando en grande pese a todo y llegamos reventados a casa", zanja Robles.