Llegan los estrenos, las presentaciones de carteles y marchas, los conciertos de relaciones musicales que parecen indisolubles que se acaban rompiendo pocos días después de la Semana Santa y los ensayos. Pero esta Cuaresma caduca, repleta de citas volátiles, también cuenta con fechas perennes fijadas en el calendario. Así, el Cristo de Medinaceli de la iglesia de Santiago y el primer viernes de marzo conforman un binomio imprescindible para entender la religiosidad popular en Málaga.
En las manos de cada uno de estos devotos que aguardan la cola están sostenidas las plegarias de todo un año. Peticiones mantenidas en el tiempo que se materializan en forma de tres monedas iguales con un destinatario común. Una costumbre que tiene su origen en el propio devenir de los acontecimientos pasados.
Isidoro Rodríguez, presidente del grupo parroquial Jesús de Medinaceli, explica que la historia que trasciende a esta devoción internacional tiene su origen en Madrid. La imagen, realizada en el siglo XVII, fue trasportada al norte de Marruecos, que por aquel entonces era colonia española, para ser custodiada por los soldados allí residentes: "La talla cayó en manos del ejército musulmán y fue maltratada. Se llega a hablar incluso de que la arrastraban por el suelo, ultrajándola", apunta.
La orden de los Trinitarios emprende entonces una "operación" de rescate. Para ello, pactan con el rey la liberación de la talla pagando el equivalente al peso de la escultura en monedas de oro: "Es aquí cuando la historia da paso a la leyenda. Se dice que la balanza se equilibró con solo treinta monedas de oro, algo milagroso ya que el Señor pesa mucho más. La tradición ha concretado que el donativo ofrecido sea el diezmo de esas treinta monedas, es decir, tres. El valor, el que se quiera, pero tienen que ser iguales", afirma Isidoro.
Una vez que el Cristo cae en manos españolas, la imagen es trasladada a Ceuta y Sevilla antes de llegar a Madrid: "Allí se establece su sede, gracias al ducado de Medinaceli que se convierte en benefactor de la imagen, dotándola de un espacio para el culto; prueba de ello es la capilla que le construyen antes de la desamortización de Mendizábal. Como fruto de este vínculo nace la advocación que todos conocemos".
Al respecto de la talla malagueña que se venera en la iglesia de Santiago, Isidoro Rodríguez asegura que existe poca documentación sobre su pasado: "Sabemos que viene de Antequera, que data del siglo XIX y que formaba parte de la cofradía de la Humildad. Los tres titulares de la corporación eran el Señor de la Humildad, Jesús Preso (Medinaceli actual) y la Virgen de los Desamparados, que a día de hoy es la Soledad de Mena", expone.
Cuando estalla la Guerra Civil, la cofradía se desarma y el obispado decide que el Señor de la Humildad se traslade a la basílica de la Cofradía de Abajo y que tanto la Virgen como Jesús Preso vengan a Málaga. Cuando llega a la iglesia de Santiago, el Cristo aparece con un escudo trinitario: "Su fisonomía represente a un Cautivo, pero debido a este símbolo que portaba se acaba convirtiendo en el Medinaceli. Todo esto sucede en 1939, pero al año siguiente ya había colas para su veneración. A partir de ahí, la devoción empieza a extenderse".
El fenómeno devocional de esta imagen adquiere tal dimensión que, pese a que la hermandad primigenia está en Madrid, cuenta con filiales por toda España, como ocurre con el Rocío o la Cabeza: "Incluso traspasa fronteras y llega a muchos lugares de Sudamérica". El caso de Málaga es distinto: "Durante mucho tiempo, el culto al Medinaceli se organizaba de a través de la parroquia y estaba enfocado especialmente a su festividad. Desde hace unos años nos organizamos como grupo y, además de colaborar con la iglesia, nos encargamos de preparar sus cultos, el triduo que tuvo lugar la semana pasada, un vía-crucis claustral, vigilia de oración delante del Señor... Este último acto tuvo una acogida muy buena", relata Rodríguez.
Esta vida interna ha permitido dotar de profundidad religiosa una festividad que antaño quedaba reducida al primer viernes de cuaresma: "No se puede perder lo que forma parte de la tradición, pero tenemos que ir más allá", argumenta. Por eso, durante todo el día, desde las 8:00 a las 23:00 (de manera ininterrumpida) tendrá lugar a veneración a Jesús de Medinaceli, cumpliendo un año más con la tradición.
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