En ocasiones, tan solo hace falta que la tierra de una vuelta completa al sol para que volvamos a ser conscientes de todo lo que nos rodea. Ya sabemos que el Domingo de Pasión (AKA domingo de traslados) es una de las jornadas más multitudinarias de la Cuaresma. Eso no quita que cada año nos sorprenda la enorme cantidad de personas que se echan a las calles y nos parece el hito del dosmilloquetoque.
Siguiendo este silogismo, lo vivido ayer, sin ser una novedad, tiene esos tintes novísimos que despiertan unos recuerdos aletargados. La jornada procesionista por antonomasia (sin incluir, por supuesto, en la ecuación a la propia Semana Santa) ofrece algunas claves interesantes dignas de destacar. La primera de ellas reside en la jornada matinal, concentrada en el barrio del Molinillo.
Según marca la tradición, la costumbre y los antecedentes, apenas han pasado pocas horas desde que el pregonero y su círculo cercano se han acostado, por lo que algo de cansancio se intuye en las caritas de los cofrades. Sin embargo, la falta de sueño no resta emoción al día 1 después de la exaltación a Málaga. Y más en este caso, cuando la ciudad continúa viviendo la apoteosis con la que Paquito Jiménez Valverde inundó el Cervantes.
Dicho esto, las dos propuestas cofradieras de la primera mitad (Piedad y Sangre) siguen siendo dos buenos argumentos para despertar el nerviosismo a siete días vista. Eso sí, no se equivoquen: para lo del estreno hay que esperar todavía una semana.
La tarde presenta unos tintes diferentes. Ya está dicho (redicho y requetedicho) el excesivo protagonismo que tienen las características procesionistas en algo que debería ser, como su nombre indica, no más que un traslado. A estas alturas, repetirlo más veces no parece que vaya a cambiar nada, por lo que la opción más inteligente ha de ser la de adaptar los gustos de cada uno a los diferentes cortejos que recorren las calles del Centro.
Del recogimiento del Huerto y las Penas, a las bandas musicales tras Gitanos, Pollinica o Prendimiento (puro Capuchinos esta última, por cierto). Otra opción interesante es la de desplazarse a los otros barrios que también son Málaga. Cruz de Humilladero con Humildad y Paciencia es un ejemplo de ello.
El día finaliza en torno a la dicotomía de las casas hermandad. En el caso de Fusionadas, entendida como una derrota (¡ay, San Juan!); en el caso de Mediadora, como una victoria. Los hermanos de las Delicias continúan en su trayecto imparable hacia la madurez más absoluta. Y eso es motivo de alegría para todos. Entre tanto, solo un apunte más: la Ciudad ya está en su sitio.