Erica, la promesa malagueña del patinaje artístico que combate la diabetes con una "dulce" sonrisa
La joven, que tiene 15 años, se acaba de proclamar subcampeona del mundo en la modalidad de cuarteto junior junto a sus compañeras Yasmina, Carla, Susana y Lola.
14 noviembre, 2023 05:00Noticias relacionadas
A sus 15 años, Erica ya puede decir que es subcampeona del mundo de patinaje artístico junto a sus compañeras Yasmina, Carla, Lola y Susana. Juntas entrenan en el Club El Tejar, de Fuengirola, y el pasado mes de octubre lograron consolidarse en la élite del patinaje artístico en la categoría de show cuarteto junior del mundial de Colombia.
Un deporte como el patinaje artístico requiere muchísimo sacrificio. Las jóvenes dedican horas y horas de entrenamiento a la semana para cumplir sus objetivos, pero Erica en especial tiene que hacer un esfuerzo extra respecto a sus compañeras. Desde 2021, cuando tuvo su debut diabético, ha tenido que aprender a convivir con la enfermedad en el ámbito deportivo, una tarea nada sencilla.
Recuerda a la perfección el día en el que la diabetes llegó a su vida. Fue el 15 de abril de 2021. "De hecho, su debut diabético muy probablemente esté motivado por haber pasado el COVID, está científicamente comprobado que eso puede ocurrir", explica su padre, José Luis Vidrie, a EL ESPAÑOL de Málaga. Su hija añade que "tenía un gen que tenía que desarrollarse y como se me bajaron las defensas con el Covid… pues debuté, debió ser algo así”.
La persona que se dio cuenta de lo que le estaba ocurriendo a Erica fue su pediatra. "Tuvo un oído clínico de oro. Ni siquiera un ojo, ¡un oído! La madre de Erica y yo fuimos al médico con su hermano y le comentamos por casualidad que la niña nos había dicho que hacía mucho pis y que bebía muchísima agua. Nosotros lo achacábamos al deporte, pero quisimos preguntárselo", recuerda su padre.
La pediatra, lejos de obviar la pregunta, les pidió que trajeran de inmediato a Erica a la consulta. La niña estaba estudiando música en el conservatorio en ese momento y, tras la petición de la sanitaria, fueron a recogerla para volver rápido al centro de salud. "La esperaba con un glucómetro. Dio cuatrocientos y pico. Le hizo la prueba a la madre y a ella misma… Y vio que estaba bien lo que marcaba el aparato. Nos dijo que nos fuésemos con una bolsa al hospital”, recuerda José Luis, al que se le entrecorta un poco la voz recordando aquellos momentos.
Erica permaneció ingresada en el hospital durante una semana. Según relata, ella se encontraba bien físicamente por fuera, "pero no por dentro". "Los médicos me preguntaban si estaba bien porque no tenía ningún mal aspecto. La gente suele llegar muy mala debutando con diabetes y yo llegué perfectamente. Yo estaba asustada porque no entendía qué me pasaba, pero no estaba mala”, dice, con mucha madurez.
Tenía diabetes de tipo 1. José Luis reivindica que la diabetes es una enfermedad muy común, pero poco conocida y nada visibilizada: "La de tipo 2, la de los mayores, por así decirlo, la tiene casi el 9,5% de la población. Es mucho y no se habla de ello", dice. A la par insiste en los síntomas de la tipo 1, la de Erica: "mucho pis, mucha sed y mucha hambre". "Si alguien detecta en un niño algo así, o incluso en un adulto, que vaya a que le hagan una prueba, pues es probable que esté debutando como diabético”, concreta.
Pasión por el patinaje
En la semana que pasó ingresada en el hospital, Erica se encontraba relativamente bien, según apunta, aunque perdió mucho peso al eliminar el azúcar de sus comidas. "Pero a mí todo eso me daba igual. Lo primero que hice al salir fue ir al pabellón para saber si podía entrenar; para mí lo peor de aquellos siete días fue no poder patinar", cuenta con emoción.
Esa misma pregunta hicieron en el hospital sus padres. Sabían que en mayo Erica solía participar en el campeonato andaluz para sacar una plaza en el nacional. Conocían que a Erica siempre le hacía mucha ilusión estar ahí. "Recuerdo cuando le preguntamos a la doctora que cuándo podría volver a patinar. Nos miró como diciéndonos que no sabíamos la que nos había caído encima. Eso era un viernes. Nos dijo que volviéramos el lunes, creo que para ver si se nos olvidaba lo del patinaje, pero no fue así", explica entre risas José Luis.
Si hiciésemos un análisis de cuántas horas de su vida ha pasado Erica encima de unos patines, sorprenderían las estadísticas, pues lleva ligada al deporte desde los cinco años, aunque no empezó a practicarlo de manera más profesional hasta los seis.
En el mismo pabellón donde ahora entrena, probó con apenas cinco años la gimnasia rítmica. No le gustó nada, asegura: "Ese día estaban entrenando las de patinaje en la otra mitad de la pista y decidí que quería probar tiempo después… Y así llevo desde los seis años, que me he quedado ahí”.
Subcampeona del mundo
Tan en serio se ha tomado este deporte, que el pasado mes de septiembre se alzó como subcampeona del mundo en la modalidad de grupo show cuarteto junior con una brillante actuación dedicada a la Coca-Cola. "Aquello fue muy especial para nosotras, pero también duro. Tuvimos que recaudar dinero montando un bar en competiciones que se celebraban en Fuengirola, e incluso vender papeletas. El patinaje es un deporte sin apoyo. Solo recogimos 250 euros cada una. ¿Para qué llega eso? Pudimos ir gracias al esfuerzo de nuestras familias", se pregunta.
Y no le falta razón a la joven. 250 euros dan para poco, pues el mundial se celebraba en Colombia. Volaron el 23 de septiembre. En su grupo también están Lola, Susana, Yasmina y Carla. Todas venían de modalidades individuales y apenas llevan un año trabajando juntas como cuarteto, pero parece que se han entendido a la perfección para alzarse con la plata. Se nota también la mano de sus entrenadoras Angélica Morales, Alina Sabaté y Natalia Baldizzone. Erica es consciente de que no todo el mundo puede tener de entrenadora a una campeona del mundo.
Aunque el cuarteto lo conforman cuatro patinadoras, ellas cuentan con una suplente. "Lo digo porque es algo curioso. No todo el mundo tiene suplente y para mí, por ejemplo, con la diabetes, con mi situación más complicadilla, es primordial tenerla", relata Erica. Padre e hija aseguran que por normativa, todos los grupos han de tener suplente, aunque en el último campeonato descubrieron que esto no suele ocurrir en la práctica.
Deporte y diabetes
José Luis asegura que en casa llevan la enfermedad bien después de unos años conviviendo con ella, aunque desde su debut “se duerme un poquito menos”. Las 24 horas posteriores a un entrenamiento, Erica tiene posibilidad de desarrollar una hipoglucemia. La bomba de insulina le avisa con un pitido, pero ella “que duerme como un lirón”, no suele enterarse. “Ella dice que para eso estamos nosotros, para enterarnos”, confiesa, mirando a su hija con una sonrisa.
Para los que dicen que la diabetes al final se controla, subraya que no es cierto. “Se puede llevar mejor o peor, pero es incontrolable. Y menos en una mujer, con las hormonas. Aunque haga lo mismo todos los días, las curvas de glucosa pueden ser totalmente diferentes”, declara Vidrie, que asegura que ya es un experto en reglas de tres y medir las cantidades de lo que debe comer la deportista. “Parece muy sencillo, pero hay que cogerle el truco”, añade.
Su hija, por su parte, sostiene que, en realidad, como diabética, no come lo que tampoco deberían comer sus amigas que no la padecen. “Si yo me como un paquete de galletas, es malo, me sube el azúcar. Yo tengo un aparato que me lo dice y donde se refleja, pero mi amiga se lo come y le pasa lo mismo, aunque no lo vea”, cuenta como ejemplo. Su padre le da la razón: “Ellos tienen que hacer lo que debe hacer cualquiera, tener una vida sana y saludable, pero con más razón”.
Compaginar la enfermedad y el deporte ha sido una ecuación que han tenido que ir resolviendo con paciencia con el paso de los meses. Los entrenamientos de cuarteto, según Erica, son muy duros, pues cuentan con muchas repeticiones. “En cuestión de diez minutos me puede dar una bajada de repente. Tenemos que estar muy pendientes. Mi móvil está siempre encendido midiendo la glucosa. Tengo mucha ayuda con mi sistema de asa cerrada control iQ para la gestión de la diabetes. Mi entrenadora ha aprendido también y en el momento en el que me baja, paro y me tomo algo”, relata.
Antes de empezar a patinar, tiene que prepararse y “cargarse la glucosa” para poder comenzar el entrenamiento. “Tiene que jugar con no irse muy alta porque, si se va alta, ella no se siente bien… le dan calambres en las piernas, puede tener problemas de visión, que alguna vez ha tenido…”, expresa su padre.
“Al principio era un caos”, recuerda Erica. Su entrenadora ahora tiene la medicación en el bolsillo y ambas conocen ya cómo suele reaccionar su cuerpo y, en función de ello, cómo responder. Esa coordinación es fundamental en su día a día y aún más en momentos importantes. Cuando cae enferma de gastroenteritis, o un simple constipado, sus padres también suelen asesorarla en los entrenamientos. Al no asimilar bien los nutrientes, sufre altibajos de glucosa que hay que saber controlar, pues pueden ser muy peligrosos.
Respecto al futuro, Erica lamenta no verse en el mundo del patinaje, pues no está “tan valorado como el fútbol, ni nos tienen mucho en cuenta”. “Ni a nivel económico ni a nivel de visibilidad. No salimos en ningún lado normalmente, aún habiendo conseguido cosas importantes. Mi plan B es seguir estudiando mientras entreno, hasta que pueda y no me falten horas en el día --me da miedo Bachillerato-- y tirar por el camino de la medicina o los laboratorios”, dice. Su padre, orgulloso, sostiene que haber pasado por esta experiencia vital le ha despertado el interés de poder sumar un granito de arena a la investigación contra la diabetes. Hoy, 14 de noviembre, se celebra el Día Mundial de la Diabetes.
La curva de incidencia de la diabetes va cada vez más hacia arriba. Cada año en Málaga se diagnostican 25 casos nuevos por cada 100.000 habitantes. Especialmente llamativas son las cifras de diabetes infantil. El año pasado, en Málaga se diagnosticó diabetes del tipo 1 a casi medio centenar de niños.