Al triatleta malagueño Alberto González o no le salió la táctica o, simplemente, no tuvo piernas, o eso parecía cuando en las imágenes se veía la cámara fija de meta y, tras los primeros atletas, apareció como una exhalación uno vestido de rojo para colarse octavo y ser diploma olímpico en París 2024 en la prueba de triatlón.

Una transición esperanzadora entre la bici (40 kilómetros) y la carrera pie (10 kilómetros), hizo soñar con opciones de algo grande del malagueño, pero el ritmo impuesto por los mejores del mundo fue insostenible y González no pudo aguantar ni en el grupo perseguidor. Hasta el hachazo final recuperando 18 segundos en la última media vuelta.

La prueba, retrasada una día y casi dos horas más tarde de lo que estaba prevista, sólo se rompió en el inicio de carrera, cuando Hyden Wilde, que sufrió en natación y tuvo que remontar con la bicicleta, la reventó para espantar los fantasmas de su gran rival, el británico Álex Yee.

Pero una pájara final del neozelandés, que tenía hecho el oro, hizo que de nuevo su fantasma lo adelantará en la recta final. El francés Leo Bergere completó el podio por detrás de Yee y Wilde.

Alberto González completó el tramo a nado (1.500 metros) en las polémicas aguas del Sena en sexta posición con un tiempo de 20:23”, a trece segundos del italiano Crociani y justo con un numeroso grupo de atletas.

Alberto González, diploma olímpico en triatlón Comité Olímpico Español

En el arranque de la competición en bicicleta se descolgó a cuatro segundos del primer grupo de corredores. Alberto empezó a tirar en un grupo perseguidor de tres ciclistas. No quería relajación. Pero pronto se formó un grupo de 19 atletas en cabeza.

El malagueño se situó en la cola del grupo reservando energías aunque a riesgo de quedarse descolgado con algún movimiento que se produjera delante, donde tiraban los franceses.

A mitad del tramo en bicicleta el grupo aumentó a 32 participantes. González se mantenía a rebufo. Entrados en los últimos cinco kilómetros, los austriacos del pelotón apretaron las tuercas, pero nadie se iba. González apretó en los metros finales para llegar bien posicionado en la transición, en la que hubo una caída dentro de boxes.

No era una carrera como la que los atletas habían preparado.

Estaba previsto que empezara a las ocho de la mañana y finalizar antes de las diez, hora en la que finalmente empezó. Para la carrera a pie, las temperaturas y la humedad ya habían aumentado.

La salida a la carrera fue excelente, quinto abandonando la alfombra persiguiendo a un trío de cabeza que se formó en cuanto se descalzaron las zapatillas de la bicicleta. En ese trío, el británico Álex Yee abrió fuego desde el principio. González se quedó tercero ante un ritmo infernal que abrió el británico.

La lucha se centró pronto en la plata y el bronce una vez que Yee emprendió los diez kilómetros a pie en solitario. Pero Alberto decidió regular y quedarse en el grupo perseguidor y dejar a los dos favoritos, Yee y Hayden Wilde, peleando la victoria.

Pero González empezó a pagar pronto el esfuerzo inicial en la carrera, descolgándose de un segundo grupo que se formó en la pelea por el bronce. Se le puso caro hasta el diploma olímpico, que tampoco pudo alcanzar, pero los primeros metros a pie fueron demoledores para el malagueño, que pagó su valentía en sus primeros Juegos Olímpicos. Pero algo tenía guardado.

En el último cronometraje, en el kilómetro 8,5, pasó en decimocuarta posición. De ahí al final apretó para entrar octavo vaciándose en la alfombra azul del Puente Alejandro III de París. Tremendo.

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