El paso del tiempo asusta. Hace cuatro meses se vivió el primer partido de la temporada entre el Málaga CF y el CD Leganés en LaLiga SmartBank. Precisamente, dos equipos que no se habían encontrado mucho en la categoría. Además, también fue un sábado y a las 16.00 horas, y algo estaba empezando a fallar. La actitud, el acierto, el manejo del banquillo, lo que sea, tampoco es que fuera una sola cosa. El conjunto madrileño lo confirmó con ese 0-2 en La Rosaleda. Han pasado cuatro meses desde entonces y, a pesar del cansancio post Semana Santa, se ha podido disfrutar a la hora de la siesta.
En todo este proceso revolucionado y a marchas forzadas que está viviendo el equipo por confirmar cuanto antes la permanencia solo hay un responsable. Si de algo se había hablado era de la falta de un entrenador con carácter que supiera manejar el timón e impulsar a sus futbolistas. Ha llegado. El club ha tenido que pasar cuatro meses con auténticas penurias para que el aficionado pudiera alegrarse con su equipo, pero ya está aquí. ¿Qué hubiera pasado si hubiese llegado antes? De nada vale hacerse esas preguntas, pero lo que sí que hay que hacer es dar gracias. Pablo Guede, gracias por este nuevo Málaga CF.
Los jugadores han pasado a ser un orgullo. Defienden juntos y atacan juntos. Sufren juntos y celebran juntos. Esa es la única manera para cerrar lo más vivos esta temporada que será para el olvido. Esta plantilla tiene más calidad, de sobra, de lo que puede hacer indicar esa decimoctava posición. No refleja la realidad de lo bueno que son los jugadores a nivel individual, pero sí que hace ver que fueron por caminos separados cuando más unidos tenían que estar y ahora que lo están la vida es completamente diferente.
Los pilares son aún más pilares. Una de las primeras decisiones fue retrasar a Escassi a la posición de central. Con el Real Valladolid fueron cinco defensas y en Butarque cuatro, pero eso al paleño le da igual. Hace más fiable a quienes tiene a su lado y es un seguro de vida para ser un cerrojo. Además, entre los dos han sacado las mejores versiones de Víctor Gómez y Javi Jiménez. Cada uno en su faceta ha vuelto a ser imprescindible. Las bandas tienen grandes inquilinos.
Si la defensa está cubierta, en el centro del campo ha construido un eje sobre el que versa el fútbol. Jozabed y Aleix Febas son inamovibles. Lo fueron antes y lo son ahora. Son los pies que manejan el tempo con llegada, casi siempre acertado, al que deben jugar sus compañeros. Y a él se ha unido Genaro, imprescindible en esas tareas defensivas tan debilitadas durante la temporada, y la pausa de Ramón. Acierto tras acierto.
Los que parecían estar desterrados vuelven a estar implicados. El ejemplo más claro es Dani Martín. El portero cedido por el Real Betis había sido relegado al banquillo con la llegada de Natxo González, pero fue la apuesta inmediatamente de Pablo Guede. Contra el Real Valladolid encajó dos goles, pero nada pudo hacer en ellos. Lo que sí que hizo fue salvar otros tantos con enormes paradas. Este sábado lo ha vuelto a repetir. El partido podría haber ido 1-1 si no fuera por esa magistral intervención ante José Arnaiz. ¿El resultado? Penalti y 0-2. Las dinámicas del fútbol.
Otro de los nombres más evidentes es el de Antoñín. Acabó sin aparecer en la etapa del anterior entrenador y contra el Leganés ha sido uno de los mejores del encuentro. Tuvo dos disparos en la primera parte para marcar algún gol y no perdonó en el segundo tiro desde los 11 metros. Corrió al desmarque, defendió y entendió lo que necesitaba el partido. Hombre clave. Y otro que quiso unirse a la fiesta fue Sekou Gassama. Casi sin querer marcó el 0-3 a pase de Paulino. Nunca es tarde para que empiece a reconciliarse con la portería contraria. A pesar de todo, sigue siendo necesario.
Así que la 'Guedeneta' es una realidad. Los valientes que se atreven a viajar para ver a su equipo ya saben que se van a encontrar a 11 futbolistas que van a competir porque al entrenador es al primero al que le duele este escudo. El argentino no marca, no pasa el balón y no impide que entren en la portería, pero sí que aporta carisma y carácter a un equipo que estaba muerto mentalmente.
Las cosas han cambiado y ahora el Málaga CF sabe jugar con la presión, sufre, entretiene y disfruta. Ya no se pasea por los campos, sino que lucha y se ha reconciliado con ese público al que ha hecho pasarlo tan mal. Después de todo, siempre queda tiempo para volver a sonreír y en Martiricos, a través de la televisión o en La Rosaleda vuelven a hacerlo. Siempre es un buen momento para agradecerlo.
Pablo Guede, gracias.