Ver a Ramalho con toda la banda derecha entera para él, desbordado, si abarcarla bien por delante ni por detrás, podría ser la imagen de un equipo, el Málaga CF, al que le quedan pocas balas al final de temporada y que va a la desesperada. Pero eso se vio en La Rosaleda en la segunda jornada de liga contra Las Palmas, cuando el sistema fetiche de Pablo Adrián Guede, después de una derrota, había saltado por los aires.
Un sistema basado en el dibujo 1-3-5-2, el que más ha trabajado el Málaga CF en la pretemporada y que se pudo ver en el estreno en Burgos, donde el equipo cayó 1-0 pero lo preocupante no fue el resultado, si no la inoperancia del equipo, que prácticamente estaba armado después de una semana de pretemporada.
De El Plantío salió el equipo con la sensación de que había mucho camino por andar, algo lógico por otra parte en un bloque donde han llegado doce caras nuevas y está empezando la temporada. Pero de esa docena de fichajes, diez han estado a las órdenes de Pablo Guede durante casi toda la etapa de preparación.
El técnico argentino, que reconoció que Burgos al equipo no le salió nada, pidió paciencia en la previa del debut en La Rosaleda. La paciencia se tradujo en cinco cambios con respecto al once del primer día, uno obligado por la lesión de Fran Sol, y un cambio de sistema. El equipo pasó a formar con una línea de cuatro atrás, menos vista en pretemporada.
El lateral derecho lo ocupaba un central, Bustinza, que a los diez minutos pasó al centro de la defensa por Esteban Burgos, lesionado, y en su lugar entró Ramalho, otro central para jugar en el lateral. En el banquillo estaba Juanfran, señalado por el gol encajado en Burgos. Tampoco ha habido paciencia con él.
El plan solo necesitó de una jornada para saltar por los aires, y de dos goles para seguir desfigurándose. En los últimos 20 minutos de partido, Ramón, recién ingresado en el césped, era el único centrocampista que había entre los jugadores del Málaga, ya no estaban ni Genaro, ni Luis Muñoz ni Jozabed. Solo Febas, haciendo funciones de mediapunta. Era un equipo partido.
Al final del partido, Pablo Guede se echó en la mochila toda la culpa de lo visto sobre el verde y reconoció que a lo mejor el patrón de juego, el de presionar arriba a Las Palmas, había sido el equivocado.
En dos jornadas ya se han visto dos Málaga CF diferentes, ninguno cumpliendo las expectativas levantadas a su alrededor.
El sábado, frente al Mirandés, hay una nueva oportunidad para descubrir el camino que sigue este equipo.