En los calores del mes de julio hacía rondos en una esquina de los campos de la Federación Malagueña con Mathieu Peybernes, Kevin y Cristo Romero, descartes para la temporada 2022-23. El domingo pasado, 11 de diciembre, celebraba un golazo de liberación tras un frentazo llegando al segundo palo. En ambas ocasiones, tenía el escudo del Málaga CF en el pecho. Es Pablo Chavarría, que a base de trabajo, de adaptarse a lo que pide el entrenador, y de dejar todo en el campo cada vez que la oportunidad en el césped.
A Chavarría, una lesión en Anduva el 1 de marzo de 2021, cuando se le rompió el ligamento cruzado, lo frenó en seco. Se rompía en el que ese momento quizás era el mejor jugador del Málaga sobre el terreno de juego. Estaba convenciendo a todos los sectores del malaguismo en una posición tan complicada como la de delantero, que el sanedrín examina con lupa.
Se le renovó y se le esperó al curso siguiente. Se confiaba en que se recuperase al cien por cien para volver al nivel donde lo dejó cuando salió con la rodilla maltrecha en el minuto 66 de aquel partido en Miranda de Ebro. Pero esa versión nunca llegó.
Debutó en octubre, pero las lesiones colaterales que surgen de una rotura del cruzado, debido a la debilidad muscular para esfuerzos como los que se hacen en un deporte como fútbol, lo dejaron en el dique seco dos meses. Y no terminó de levantar cabeza. Acabó la temporada con quince partidos, cuatro como titular, solo uno completo, y cero goles.
Tras ese rendimiento, y con el proyecto que se estaba construyendo en verano en La Rosaleda para aspirar a lo máximo, Pablo Guede lo puso en la lista de los descartados. Lejos de resignarse a salir sin pena ni gloria, se aferró al trabajo para darle la vuelta a su situación. Primero, no llegaron ofertas interesantes para buscarle una salida. Y una vez que fue inscrito como un jugador de pleno derecho la primera plantilla, continuó trabajando como si nada hubiera pasado para tener minutos.
Pablo Guede le dio minutos residuales. Solo jugó un tiempo considerable en el último partido del argentino en el banquillo. En Tenerife, donde tuvo 26 minutos saliendo desde el banquillo.
Pero llegó Pepe Mel y la vida cambió para Chavarría. El entrenador madrileño, con un equipo cogido con pinzas por la mala configuración y las lesiones, le recordó a Pablo Chavarría su etapa en el fútbol francés, donde jugaba en la posición de extremo derecho. Y el de Las Perdices aceptó el reto. Contra el Villarreal B, primer partido de Mel, ya estuvo media hora sobre el campo. Aportando en ataque, en defensa y en el juego aéreo en las dos áreas.
Pero tuvo que desandar el camino para volver a la enfermería. Cuando estuvo disponible, fue titular en Cartagena, donde la fortuna siguió corriendo más que él. Fue el damnificado por la temprana expulsión de Esteban Burgos.
Y Mel ha insistido en el '12' malaguista como extremo derecho. Chavarría se hace notar cuando está en el campo, no se da un respiro. Y el premio le llegó en Ibiza, donde volvió a titularidad y marcó un gol 680 días después del que metió en Alcorcón, donde parecía que empezaba a levantar un vuelo que sería alto con la camiseta blanquiazul.
Su contrato acaba del 30 de junio de 2023. Ahora está agitando las alas de nuevo.